Me quemé de niño y después me quemó el sol: Lauro

Lauro acepta dar a conocer a nuestros lectores de Ojo Águila parte de su vida, sobre todo esa parte de dolor que vive. 

Por: I. Carolina Campos

“Los rayos del sol me desfiguraron la cara el brazo izquierdo y parte del cuello, lo peor, acabó con la tranquilidad de mi familia, el poco dinero que teníamos y algunas pertenecías materiales que hemos tenido que vender para curarme. Yo antes trabajaba como chofer en una ruta de transporte colectivo que va a comunidades de terracería, y si así apenas y la íbamos pasando, hoy te diré, la vida nos ha pegado tanto que a veces le he dicho a mi esposa, que ya no haga nada para curarme, no quiero ya nada más que morirme, creo que solo así volverá la tranquilidad y solvencia económica a mi familia”.

Lauro nombre ficticio que le damos a nuestro entrevistado para ocultar su nombre real, acepta dar a conocer a nuestros lectores de Ojo Águila parte de su vida, sobre todo esa parte de dolor que vive, dice, no saber, si lo que le está pasando es para pagar él sus culpas, para purificarse con el dolor que siente o para unir a su familia, por lo que sea, pero para Lauro, vivir como vive, dice, no es vida.

“Tengo cincuenta años de edad pero quince de estar en estas condiciones. De niño jugando como todo pequeño, me caí en una cubeta de agua caliente cuando mi madre preparaba el agua para bañarnos, entonces nos bañábamos en tina adentro del cuarto donde dormíamos y también servía de cocina. Me queme la mano izquierda y con el salpicón parte de mi cara y cuello porque metí mi mano a la cubeta. Pasaron los años crecí, con curaciones caseras quede bien o aparentemente bien. Las cicatrices se fueron borrando tanto físicas como internas, ya ni me acordaba de lo que me pasó…”

“…Pero pasaron los años, me case y con ello vino la responsabilidad de una familia. A mis 23 años llegó mi primer hijo. Entonces yo trabajaba en una fábrica y todo iba bien, pero que cree, no nos alcanzaba el dinero, aún con un solo hijo. No teníamos casa vivíamos con mis papás y eso, como vera, no le gusta ni a la esposa ni a los padres y menos a los hermanos, entonces, yo tenía que buscar otro trabajo que me dejara más dinero, tanto para mantener a mi familia como para hacer mi casa…”.

“…Yo sabía manejar, cuando tenía trece años, mi tío, que era comerciante porque ya murió, me enseño a manejar, a escondidas de mi papá, pero aprendí. Al ver que no nos alcanzaba el dinero y que ya venía en camino mi segundo hijo, le dije a mi esposa, sabes vieja, me voy a salir de la fábrica y voy a buscar trabajo de chofer, ahí se gana por día y la comida al menos la mía, pos nos la ahorramos, ella no estaba muy de acuerdo, porque además es un poco celosa y me decía que se iban a subir muchas viejas conmigo”, Lauro ríe recordando esos días y continúa.

“Pues sí, me salí de la fábrica sin imaginarme que al paso de los años, eso acabaría con la tranquilidad de mi familia. Yo sólo buscaba tener mejores condiciones de vida, lo logre, hice mi casa y puse un negocito del que vivimos actualmente, pero no da para tanto, antes iba creciendo, hoy ya nos lo estamos acabando”, tristemente ve su tienda de abarrotes que ya solo tiene refrescos, dulces, huevo y alimentos enlatados, entre otros cuantos productos.

Lauro tiene el brazo izquierdo parte de la cara y parte del cuello con la piel oscura y arrugada como si estuviera pegada al hueso, dice que eso lo mantiene postrado a la sombra y tiene que tomar medicamento y cremas para el ardor.

“Lo que me paso según me dijo el médico que me está tratando, fue que mi carne ya estaba dañada desde niño cuando me caí en el agua caliente, y como chofer el sol que me pegaba a diario directo en esta parte que tengo afectada, me acabó de fregar. Los rayos del sol son muy graves y le dan a un chofer en los brazos las manos y la cara, a mí no me hubiera afectado igual que a otros ex compañeros que también manejan, pero en mí el problema fue que tenía yo un antecedente de quemaduras y los rayos del sol fue el detonante para que postrara en estas condiciones. Se me ha venido complicando todo a raíz de eso, mis hijos me dicen que no me desespere, pero el estar acostumbrado a salir trabajar y sostener a la familia y ahora aquí encerrado todos los días, es una condena…”

“…A mí me decían que me pusiera el famoso bloqueador cuando empezó a salir, pero yo nunca quise, le decía a mi esposa que eso era para gente de dinero y nosotros no teníamos. El sol me daba a diario en todo el brazo y mi cara, míreme ahora, son dolores fuertes, me arde la carne si me toca un poco de calor, con decirle que con estos tiempos de frio si me pongo una chamarra y se calienta mi brazo me tengo que quitar la chamarra y ponerme el ventilador porque me arde mucho”.

Lauro, por momentos olvida su situación y parece alegre, feliz, pero dice, eso demuestra para que su familia no se preocupe, aunque por dentro quiere que termine su sufrimiento, se siente acabado al no poder salir al sol, sobre todo al sol, su caminar es de noche pero aun así, si hace frío se cubre y si se cubre vuelve la molestia, el ardor, el dolor y la tristeza de no ver mejoría, y más, de ver a su familia haciendo esfuerzos tanto para curarlo como para solventar los gastos propios del hogar.

Finalmente nuestro entrevistado originario de un municipio de la zona centro de la entidad tlaxcalteca, hace una recomendación a quienes conducen automóvil, sobre todo a los chóferes del transporte colectivo que todo el día están expuestos a los rayos inclementes del sol “cuídense, no se expongan, Yo tengo un antecedente porque me queme de niño, pero aun así, piensen en su familia, exponerse todo el día al sol hace mucho, pero mucho daño”, concluyó.

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