Más viva que nunca la ofrenda a los muertos en Tetlanohcan

La reactivación de la economía puede alcanzar una derrama de hasta 4.5 mdp, calculan autoridades municipales

 

Gerardo Santillán

Más viva que nunca se encuentra la tradición de recordar y ofrendar a los muertos en San Francisco Tetlanohcan, lugar de “las piedras encimadas” en la que las costumbres, los olores y los sabores le dan su sello particular y dejan un gran sabor de boca a quien los visita en esta época de todos santos y otras más.

En dos días, una derrama económica de hasta cuatro millones y medio de pesos se da en demarcación de las faldas de La Malinche con motivo de ofrendar y recordar a sus muertos. El fervor hacia la tradición es tan grande, que el gasto de una familia puede ser incluso superior a los 50 mil pesos.

Aunque desde el 28 de octubre se recuerda a los menores de edad que se fueron de este mundo sin cometer pecado, son los días 31 de ese mes y el 1 de noviembre cuando se tocan permanente las campanas de las iglesias, la gente visita a familiares, compadres y amigos para depositar su ofrenda y una vendimia tal que reactiva la economía de los habitantes.

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A esta tradición centenaria en la que se rinde homenaje a quienes se adelantaron en el camino, solo le falta que se organice un baile literalmente, porque la recepción a los visitantes es tan vasta que se puede considerar hasta ofensivo para el anfitrión que lo comensales se vayan sin acabarse todo el plato, las guarniciones y hasta la bebida. El color y olor de las flores de cempasúchil, el incienso y la fruta está incluido sin parar, junto con el del pan y las velas.

En esta ocasión, una comitiva conformada por el cuerpo edilicio del Ayuntamiento encabezado por Antonio Mendoza Papalotzi, visitó a 92 familias – con su respectivo chiquihuite con ofrenda – que a lo largo del último año perdieron a un ser querido, a los que se identifica con una amplia cruz hecha de flores que se coloca al frente de sus domicilios.

Las autoridades estimaron el nivel de derrama económica, en virtud de que desde los pequeños hasta los más viejos tienen tan arraigada la añeja costumbre, que casi ninguna familia de la religión católica se exenta de hacer el consumo respectivo dentro del municipio para adquirir los productos de las ofrendas.

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Este martes prácticamente se observa un desfile de personas por todas las calles cargando uno o más chiquihuites para ir a dejarlos a varias viviendas, otros tanto ya lo hacen a boro de sus automóviles, pero todos con el mismo fervor. Para el miércoles que se conoce como la “levantada”, las familias recogen los regalos y los reparten entre los suyos y llevan las flores al panteón.

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