Malas cuentas al Papa

Hablando de delincuentes y de gente mala, ésta no siempre es la que se ha apartado de la ley, ni la que ha sido juzgada o la que ha sido sentenciada: lo es también la que está en el poder y la que está uniformada.

 Bernardino Vazquez Mazatzi

El máximo jerarca de la Iglesia Católica, el Papa Francisco, llega a México en uno de los peores momentos en la vida nacional y la bienvenida es la peor que pudo darle el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Para la grey católica, recibir a un invitado de esa magnitud en las circunstancias actuales es poco más que una vergüenza pero, para la sociedad en general, lo que se vive en materia de violencia en todo el país es una de las situaciones que por desgracia se están volviendo normales.

El motín en la cárcel de Topo Chico, Nuevo León no es más que una fotografía de cómo se encuentra el sistema carcelario en México y retrata fielmente hasta dónde pueden llegar quienes gobiernan en realidad dentro de un penal y exhibe las consecuencias de tener autoridades con ese nivel de impunidad y corrupción que son los cánceres que privan dentro de los CERESOS en todo el territorio nacional.

Lo ocurrido en ese presidio a unas horas de la llegada de tan esperado y distinguido visitante es sólo una minúscula muestra de lo que en verdad ocurre en las cárceles del país. Y contrario a lo que se pueda imaginar el colectivo o a lo que nos quieren vender las autoridades, no es la sobrepoblación la causante de la violencia en todos los penales, sino la maldita corrupción de los funcionarios de todos los niveles de dentro y fuera de un CERESO.

La realidad es que la corrupción, los abusos, la violencia física y la violación a los derechos humanos de internos y sus familiares ocurren lo mismo en un Centro de (dizque) Readaptación Social de (supuesta) máxima seguridad que en cualquier cárcel de cualquier estado o hasta de una prisión preventiva municipal. Y hay actitudes y acciones legales o violatorias de la ley que impiden a toda costa la reinserción social de las personas.

Así, quienes adquieren su libertad de forma anticipada o por el cumplimiento total de su sentencia en vez de asimilar la libertad como una segunda oportunidad que los obligue a firmar un compromiso de buen comportamiento, en realidad los lleva a experimentar rencor hacia la sociedad que no los ha reformado, sino enseñado a que hay otras formas de delincuencia legal o tolerada u oficial e institucional que no es castigada sino fomentada para el enriquecimiento del gobierno en turno, conocida como corrupción e impunidad.

Hablando de delincuentes y de gente mala, ésta no siempre es la que se ha apartado de la ley, ni la que ha sido juzgada o la que ha sido sentenciada: lo es también la que está en el poder y la que está uniformada.

Ahora que, el gobierno de Nuevo León, el gobierno federal con todo su aparato policíaco y de espionaje y las instituciones supuestamente o realmente defensoras de los derechos humanos nos deben una explicación convincente, urgente y necesaria en la que traten al menos de entretenernos con la idea de que no sabían que una tragedia de esa magnitud podía ocurrir, que la culpa es de uno y de otro… porque la sociedad lo que entiende es que no tenía por qué derramarse tanta sangre y que no puede aceptar tanta irresponsabilidad, tanta ineptitud e incompetencia de un poder que se paga salarios de monarcas y ofrece resultados de miseria.

Claro, el gobierno, de cualquier nivel le apuesta siempre al tiempo, a su mejor aliado y cómplice pues sabe que el pueblo tiene memoria muy corta y que mañana el caso Topo Chico será una página más del sanguinolento libro de la historia nacional. Sin embargo, habrá que decirle al poder que la situación que propició y hasta obligó la matanza del penal de Nuevo León priva en todas las cárceles del país y que se puede repetir en cualquier momento. La situación dentro y fuera de los penales es una bomba de tiempo, es un barril de pólvora junto a la hoguera…

Cómo decirle al Papa Francisco, a Jorge Mario Bergoglio que México no es un país violento, que aquí la cifra de muertos es una primera vez, que la cotidianeidad es otra, que su visita motivó la reflexión y la paz espiritual de los mexicanos desde antes de su llegada y que a su partida la violencia será cosa del pasado.

Qué malas cuentas le rinde el pueblo y el gobierno de México a tan distinguido visitante…

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