Partido, persona o proyecto, ¿Por quién decidir?

Por: Joel Flores Bonilla

Cada vez falta menos para que los partidos políticos registren a las mujeres y hombres que han de participar como candidatos este 6 de junio en las elecciones, que como dice el Instituto Nacional Electoral (INE) serán las más grandes en la historia, porque la población mexicana sigue creciendo y seguramente en 2024 serán todavía más grandes, pero cuándo escucharemos que publicite el INE que tendremos las elecciones más confiables y transparentes.

No es una novedad poner en tela de juicio la confianza hacía las instituciones, desde hace mucho años han existido los reclamos y exigencias tanto de partidos políticos como de ciudadanos sobre temas como la falta de equidad, las campañas de difamación y desprestigio, la compra venta del voto y la alteración de resultados en las casillas o en el conteo de votos.

Hace unos días en la conferencia matutina de Palacio de Gobierno, el Presidente de la Republica Andrés Manuel López Obrador leyó una carta dirigida a todos los gobernadores de los estados, para pedirles que ninguno intervenga en las elecciones que empañe la democracia, pues con la creación de la Fiscalía Electoral, son delitos graves que se castigan con cárcel, quiénes violenten las libertades políticas de los ciudadanos.

Y ¿Qué pasa? Con la credibilidad de los políticos y los partidos políticos, cuanto se ha avanzado en obligar a que cumplan con su palabra cuando andan en campaña, si muchos al llegar al puesto anhelado se olvidan de los ciudadanos que los apoyaron y hasta pierden la memoria de los compromisos que hicieron para ganar el voto y se dedican a enriquecerse o que me dicen de aquellos partidos que se caracterizan porque no cumplen.

¿Todavía vivimos en una incipiente democracia? Es probable que la mayoría opine de manera afirmativa, aunque la alternancia en el gobierno federal haya permitido algunos avances. Mientras se trabaje en democratizar la democracia, el ciudadano debe buscar la manera de elegir, sin que le escamoten sus derechos, así que vamos a clasificar tres tipos de votantes, sin tomar en cuenta los apolíticos que no ejercen el derecho al voto, lo cual es un desperdicio de un derecho conquistado.

Primero vamos a definir aquellos que tienen filia o militan en un partido y por lo tanto llaman al voto parejo por el mismo partido, sin importar el candidato o las propuestas, pues de antemano hay una confianza plena y no hay ninguna duda al momento de depositar la boleta marcada para el partido. Son los menos abundantes, sin embargo hay un crecimiento elevado cuando se trata del voto de castigo o el líder político tiene un gran arrastre.

El segundo grupo corresponde aquellos que prefieran el voto diferenciado o son independientes y su decisión depende del conocimiento de cada candidato, que a

diferencia del primer grupo, el votante se fija más en su calidad ética, su desempeño profesional y sus logros personales, con la finalidad de asegurar darle el voto a una persona que pueda desempeñar un buen trabajo, sin importar el partido o se declare apartidista.

Por último se encuentran los que son minuciosos en el proyecto de gobierno o plan de trabajo, lo cual independientemente de la ideología del partido, es lo que debe tener cualquier aspirante a un cargo de elección popular, ya que es la base sobre la cual se va a desempeñar, sin que llegue a improvisar o peor aún que pasen por el cargo como el cometa Halley. Incluso hay quienes además revisan la experiencia política o profesional para hacer efectivo el sufragio y no es para menos, se trata de decidir en manos de quién va a estar al frente de la administración de un ayuntamiento o una comunidad, la legislatura de un estado o federación, por lo que esta decisión no se debe tomar a la ligera.

Como sociedad se requiere aquilatar el voto y con ayuda de las instituciones fomentar la participación ciudadana con elecciones imparciales y transparentes, mientras que los partidos políticos deben buscar la democracia representativa con una mayor responsabilidad al elegir sus candidatos, supervisar su desempeño como servidor y presentar proyectos económicos, políticos y sociales viables o ¿Usted qué piensa? Hasta la próxima.

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