SEPTIEMBRE 2024, PRIMER ANIVERSARIO LUCTUOSO DEL LIC. TULIO HERNÁNDEZ GÓMEZ, EX GOBERNADOR DE TLAXCALA

Por: Fernando Martínez

Fue gobernador constitucional del Estado de Tlaxcala, del 15 de enero de 1981 a 1987.

El próximo 16 de septiembre de 2024, se cumple el primer aniversario luctuoso del Tulio Hernández Gómez (fundador del Subsistema Colegio de Bachilleres). Hablar de Tulio Hernández Gómez es hablar del paisaje pintoresco que caracteriza a Tlaxcala, siempre hay personajes que se encuadran en un tiempo y en un lugar determinado. La década de los ochentas fue época de Tulio.

Hijo de Francisco Hernández y Hernández dedicado a la agricultura y de Leonarda Gómez Blanco, distinguida profesora. Tulio Hernández siempre estuvo vinculado al poder, ya que su padre fue dirigente de la CNC y aspirante a la gubernatura.

Tulio Hernández nace el 26 de mayo de 1938, en esos años y por órdenes del general Lázaro Cárdenas del Río estaba por cambiarse el nombre de partido nacional revolucionario a partido de la revolución mexicana. En ese año Alejo G. González fue comandante de la 9/a. zona militar. Por otro lado, en la tesis doctoral de economía: ‘La construcción de la identidad profesional de las normalistas tlaxcaltecas’ a cargo de Victoria Ramírez Rosales se estableció que: “la normal rural ‘Lic. Benito Juárez‘ fue la primera normal del Estado de Tlaxcala, se fundó en 1938 en la ex hacienda de San Francisco Soltepec ubicada en el municipio de Huamantla; por iniciativa y gestiones hechas por las autoridades del distrito de Juárez, por los comisariados ejidales y por pobladores de la comunidad; así como por el apoyo proporcionado por el entonces gobernador del Estado de Tlaxcala: Adolfo Bonilla y por Lázaro Cárdenas que fungía como presidente de la república. Inició sus funciones como internado mixto, que recibía alumnos y alumnas provenientes de familias de escasos recursos económicos”, sin embargo, en ese año quien en realidad gobernaba la Entidad era Isidro Candía.

En 1938 Joaquín Cisneros Molina fue nombrado secretario general de gobierno, mientras todo ello ocurría Tulio Hernández llegaba a la vida donde disfrutó su infancia bajo un techo provincial.

En 1957 ingresa a la UNAM para iniciar sus estudios de Derecho, donde egresó en 1961 recibiéndose con la tesis: ‘Responsabilidades de los servicios de la administración pública’ y debido al buen desempeño en la investigación se hace acreedor a la mención honorífica, premio que se les da los mejores alumnos de cada generación en el ámbito académico.

Desde 1953 ya era simpatizante del PRI, pero fue hasta 1963 cuando se afilia al partido revolucionario institucional cuando gobernaba la nación el Lic. Adolfo López Mateos.

Tulio Hernández fue secretario auxiliar Emilio Sánchez Piedras. Para 1964, se convierte en el dirigente estatal de ese instituto político en Tlaxcala y a la par, a sus 24 años, es electo diputado federal por el primer distrito electoral del Estado de Tlaxcala para la XLVI legislatura del congreso de la unión, cargo que culminó en 1967, cuando gobernaba la nación el Lic. Gustavo Díaz Ordaz.

Tulio Hernández obtuvo el segundo lugar, en el certamen nacional que el comité ejecutivo nacional de su partido (PRI) convocó para rendir homenaje al Lic. Benito Juárez -ex presidente de la suprema corte de justicia de la nación- y con el título: ‘El otro Juárez’. Y como premio le fue publicado un libro, en 4 ediciones: 1974, 1979, 1986 y 1999. El autor del libro es nombrado en 1976, delegado político del departamento del Distrito Federal en Atzcapotzalco (siendo regente capitalino el profesor Carlos Hank González), puesto en el que permanece hasta 1979, en ese mismo año es designado oficial mayor de la secretaría de gobernación a cargo del Lic. Enrique Olivares Santana.

Postulado como candidato del PRI al gobierno del Estado de Tlaxcala: se convierte en gobernador para el periodo de 1981 a 1987. Impulsa la educación por medio de la creación de Cobat´s, CBTis, Cbtas y termina el Instituto Tecnológico de Apizaco, que se había iniciado con su antecesor Emilio Sánchez Piedras, pero ideado por el gobierno de Luciano Huerta Sánchez.
Durante su mandato se llevaron a cabo en Tlaxcala diferentes filmes de películas mexicanas, fue el tiempo de las comilonas en los ranchos y ex las haciendas tlaxcaltecas; era la época de las frecuentes corridas de toros. De hecho, el “Museo Taurino de Huamantla, fue inaugurado el 22 de agosto de 1982. En las corridas, los políticos locales median sus fuerzas al calor de los aplausos de sus seguidores; fue la temporada de los cotidianos e improvisados palenques de gallos al que acudían para hacer proselitismo a su favor, varios personajes de la vida pública. Fue la época dorada, la paradoja entre lo tradicional y lo moderno, pasando a la historia como un ciclo épico, inolvidables serán aquellas frases de haber gobernado el Estado con ‘saliva y pulque’.
Víctor López Tamayo en su columna ‘El Búnker’, del informativo electrónico: ‘Cuarto de Guerra’, con fecha 18 de julio de 2011, explica que, hablando de operación política: “Tulio Hernández Gómez colocó a políticos afines al frente del PRI, ahí está el caso de Ignacio López Sánchez; José Antonio Álvarez Lima hizo lo propio con Fermín Sánchez Varela y Rubén Flores Leal”.

Martín Ruiz, menciona para su columna ‘Señorío Tlaxcalteca’ con fecha 9 de junio de 2009 lo siguiente: “quien no recuerda el incesante frotamiento de manos de Alejandro García Arenas, durante el coma de Tulio, por aquella espantosa caída de su motocicleta, pues ya se sentía gobernador (…) La ‘Casa de Gobierno’ le fue ofrecida como regalo personal al entonces mandatario y él, la aceptó a cambio de cederla al patrimonio de Tlaxcala. Y desde entonces, los Gobernadores despachan en esa bella finca”.

El columnista Felipe Moreno escribió: «dicen en Tlaxcala que el Gobierno de Beatriz Paredes se pareció mucho a los anteriores en ese Estado, sobre todo por su proclividad al gusto por las fiestas típicas, como son: los toros, los jaripeos, las comilonas en ranchos y haciendas, los mariachis cantadores, etc. El Estado de Tlaxcala pudo ser el mejor escenario para películas con Jorge Negrete o Pedro Infante, en vivo y a todo color. Comentan en esa misma Entidad que así de típico fue el gobierno de Tulio Hernández y no se quedó atrás el de Beatriz Paredes. Quizá la única diferencia es que la gobernadora Beatriz Paredes no perdía la figura en los festejos, tomaba sí, pero no se tambaleaba. Total que Tlaxcala es cómo la versión moderna de ‘Allá en el Rancho Grande’, sólo hicieron falta los balazos.

Cómo habrán sido las cosas en Tlaxcala que el gobierno de Tulio Hernández aparece como bueno y moderado en comparación con el que hizo Beatriz Paredes. Mientras el político de ‘pulque y saliva’ atrajo capitales para la industrialización, Beatriz Paredes no pudo abandonar el esquema de estudiante de izquierda, siempre distanciada de los empresarios. Es cierto, comentan en Tlaxcala, que siempre tuvo el apoyo presidencial de Carlos Salinas de Gortari, sin ser ‘salinista’, pero que ni así pudo sacar adelante al Estado.

Pero en compensación, Beatriz Paredes pasó a la lista de gobernadores tlaxcaltecas más reconocidos, pues éstos siempre han sido queridos y populares. Lo fue y lo es Tulio Hernández. Beatriz también logró ese objetivo, pero nunca pudo ser más popular que Tulio Hernández. Beatriz se fue del gobierno con esa espina clavada. Entiéndase, el índice de popularidad lo miden los gobernantes tlaxcaltecas, en las plazas de toros. Tanto Beatriz Paredes como Tulio Hernández competían para ver a quien le aplaudían más en los festejos taurinos, de charros y de gallos. Se dejaban ver en las ferias de Huamantla, Apizaco y Tlaxcala. Cada uno con sus partidarios y aplaudidores.

El ex gobernador y la ex gobernadora se miraban en plena disputa por las palmas, pero no las de la Academia, sino por los gestos y gritos que les confirmaban el aprecio del noble pueblo tlaxcalteca. Era como en los gallos, por un lado, el partido de Tulio vs el partido de Beatriz Paredes. Más que rivalidad política, había una fiesta de ‘amigos’.

Tanto Tulio Hernández como Beatriz Paredes, se convirtieron en protectores de otros políticos locales y nacionales. Por ejemplo, el ex alcalde de Apizaco, ex senador de la república, ex diputado federal, Mariano González Zarur, fue gente de Tulio Hernández, por lo mismo era lógico que Beatriz no lo apoyara. En cambio, el hijo del que fuera secretario del ex presidente de la república mexicana Gustavo Díaz Ordaz y ex gobernador de Tlaxcala, Joaquín Cisneros Molina, es decir Cisneros Fernández, perteneció al grupo de la ex gobernadora.

De Beatriz eran los ex diputados federales, Héctor Ortiz Ortiz y Álvaro Salazar, así como el ex líder del congreso del Estado, Rafael Minor.

La gran relevancia humorística de Tulio Hernández Gómez, quien fuera gobernador de Tlaxcala entre 1981 y 1987, fueron sus dichos. Se dijo que Tulio, no muy afortunado en la repartición de gracias físicas, pero acuñó en sus días de gloria una sentencia lapidaria: ‘el PRI es capaz de convertir al más feo de los mortales en el galán de más alta cotización. Sólo falta que se le haga candidato. Mírenme a mí’, comentaba don Tulio”.

Posteriormente, y debido en gran parte a la popularidad que gozaba por su paso en el ‘palacio de gobierno’, es invitado a participar en los siguientes puestos: como asesor del regente capitalino (1988 – 1989); presidente del comité directivo estatal del PRI en el DF (1989 – 1990); vocal fundador del patronato del centro histórico A.C., de la Ciudad de México, y vocal ejecutivo del consejo del centro histórico del D.F. todo lo anterior, en la década de los noventa.

“Para el recuerdo quedó ese 1998, cuando Alfonso Sánchez Anaya, otro de los alumnos de Emilio Sánchez Piedras, les arrebató el poder, sí en ese funesto noviembre cuando el ex gobernador de Tlaxcala, Tulio Hernández, inmortalizó una frase muy célebre: ‘Tanta pinche democracia nos partió la madre’, publicada en la columna ‘un enérgico discurso’, publicado por Javier Conde en el periódico digital ‘indicemedia’.

De regreso a la función pública de 1997 al año 2000, y por segunda vez, es electo diputado federal en la LVII legislatura del congreso de la unión, donde interviene en las comisiones de gobernación y puntos constitucionales, seguridad social, distrito federal y en el comité de comunicación social. Recordar que La 57 Legislatura, fue primera en bloquear políticas presidenciales. Uno de los mayores ‘logros’ de la 57 Legislatura, afirmaba el coordinador del PRD, Pablo Gómez, es que por primera vez en 70 años la cámara de diputados pudo iniciar un cambio en la política económica oficial y bloquear iniciativas presidenciales (de Ernesto Zedillo) que consideró nocivas para el país.

En el ámbito de la docencia, desde 1966 incursiona en la academia como catedrático de la máxima casa de estudios de la nación, durante su trayectoria como docente impartió las siguientes clases: ‘Nociones de Derecho Positivo Mexicano’, en la Escuela Nacional Preparatoria plantel No 1; de ‘Ciencia Política’ de 1991 a 1993; y de ‘Sistemas Políticos Contemporáneos’ a partir de 1994, en la UNAM.
Después de la derrota del PRI, en 1998, fue nombrado delegado especial en Acapulco Guerrero. Recibió de manos de Héctor Ortiz Ortiz la ‘Presea Tlaxcala’ que otorga por mayoría de votos el cabildo de la ciudad capital tlaxcalteca como un reconocimiento a su trayectoria como servidor público. Esta presea, por cierto, es entregada desde que el licenciado Joaquín Cisneros Fernández era presidente municipal de Tlaxcala y se brinda a las personalidades de las diferentes áreas más destacadas.

Tulio Hernández participó en actividades partidistas como en la comisión local para la organización de la asamblea del PRI, donde coordinó la mesa de trabajo denominada: ‘Temáticas: principio y valores’, en el año 2001.

Su hija, Elena Hernández del Valle Arizpe fue titular del Museo del Arte de Tlaxcala formando parte del Gobierno de Héctor Ortiz Ortiz y en 2019, nombraba como funcionaria de la secretaría de cultura en el gobierno federal (con Andrés Manuel López Obrador). Para 2023, se incorpora a la secretaría de cultura del Estado de Tlaxcala.
Tulio Hernández respaldó la candidatura de Mariano González Zarur rumbo al Gobierno del Estado en 2004 y 2010.

“El gobierno del estado, encabezado por Lorena Cuéllar Cisneros, rindió la mañana de este domingo (17 de septiembre de 2023) homenaje luctuoso al ex mandatario Tulio Hernández Gómez, quien falleció el pasado sábado 16 de septiembre a los 85 años de edad.

Durante la ceremonia luctuosa, realizada en el Patio Central de Palacio de Gobierno, la mandataria estatal calificó a Hernández Gómez como un “tlaxcalteca ejemplar” debido a que durante su periodo de 1981–1987, como gobernador siempre mostró amor hacia su tierra, fue bondadoso y cercano al pueblo.

Recordó que no creía que la acumulación de la riqueza material fuera un símbolo de respeto, poder o éxito, pues entendía que el verdadero privilegio de servir se encuentra en ayudar a los más desprotegidos y entregó todo lo que estuvo a su alcance para beneficio de la población hasta su último momento.

Cuéllar Cisneros aseguró que “hablar de Don Tulio, es hablar de fraternidad con la gente; pues se despojó de todo lo que tuvo en vida para darlo a Tlaxcala, fue él quien entregó al estado la Casa de Gobierno, en sus más recientes muestras de generosidad, realizó la donación del predio que aloja al Museo de Sitio de la Zona Arqueológica de Zultepec–Tecoaque en Calpulalpan”.

Expresó que fue un hombre con un corazón generoso al servicio de la gente y que durante su época marcó el despunte de la proyección de Tlaxcala hacia el plano nacional para que fuera reconocida en toda su grandeza y amplitud en la cultura, en el cine, en el arte.

Discursos en tribuna de Tulio Hernández Gómez, a sus 26 años, siendo diputado federal por el primer distrito electoral del Estado de Tlaxcala en la XLVI legislatura del congreso de la unión.
El día jueves 10 de febrero de 1966, en el ‘diario de los debates’ de la cámara de diputados del congreso de los Estados Unidos Mexicanos de la XLVI legislatura se puede apreciar el discurso del licenciado Tulio Hernández Gómez:

“Señor presidente. (Alfonso Martínez Domínguez).
Honorable Asamblea; señoras y señores diputados: Los pueblos se nutren de su historia y trabajan con decisión, cuando han sabido encontrar en su camino símbolos bastantes para exaltar sus fuerzas mejores y seguir el sendero del progreso.

Nada que ayude a continuar una marcha hacia adelante, es ocioso, ni es obvio, nada que exalte el valor de la historia y empuje a los hombres a construir un mejor destino debe olvidarse; el pasado no es para nosotros el recuerdo de épocas mejores, sino la lección de aquellos valores permanentes que han de servir para proyectarnos hacia el porvenir.

Cuando alguien piensa que recordar la historia, emocionadamente, resulta ya un poco inútil, nosotros pensamos que nada es inútil, cuando se trata de recoger las lecciones de quienes merecen el reconocimiento de las generaciones que los sucedieron. De ahí que la Comisión Permanente del Congreso de la Unión haya querido, en este día, recordar con reverencia y con emoción, no sólo a los Constituyentes que supieron expresar con voz limpia y justiciera los reclamos del pueblo para plasmarlos en las normas jurídicas, sino, fundamentalmente, para recordar todas las luchas, todas las luchas sangrientas de nuestro pueblo, que al fin y al cabo es el héroe eterno de la historia y el motor definitivo de nuestro desarrollo.

La Constitución de 1917, es una síntesis de la historia de nuestro pueblo, es un claro compendio de las mejores experiencias del pasado de nuestro país. La ley suprema de la República es, en efecto, resultado de las luchas heroicas de nuestro pueblo desde que se empeñó en alcanzar la independencia, hasta nuestros días. Las mejores ideas, los mejores principios filosóficos y jurídicos se han venido incorporando en cada una de las Cartas constitucionales que han regido la vida del país.

Nuestra Constitución vigente, en efecto, recuerda los mejores pasajes de la historia, en ella alienta la voz encendida y limpia del Padre Hidalgo convocando a la libertad y a la Independencia, aboliendo la esclavitud y condenando la injusticia. En sus preceptos vive también el mensaje, la apasionada visión y la claridad patriótica de José María Morelos y Pavón, que supo dar a la Revolución de Independencia un profundo contenido social y que nos entregó como principios inconmovibles de nuestra vida institucional, aquéllos que hacen radicar en el pueblo toda soberanía; que proclaman la independencia y la autodeterminación de nuestra patria y que apoyan en el derecho, la existencia auténtica de cualquier autoridad.

Nuestro Código Fundamental no podría comprenderse sin la herencia invaluable de la luminosa generación de la Reforma encabezada por Benito Juárez, que nos entregó, para siempre, con la Constitución de 1857, la consolidación de la República, la independencia del Estado mexicano respecto de cualquier otro poder, y la libertad espiritual más amplia para todos los mexicanos.
La Constitución de Querétaro es, en fin, depurada síntesis de las más caras aspiraciones, de las más dolorosas angustias y de los más limpios anhelos del pueblo mexicano que, en la Revolución, no dudó en entregar su sangre, un millón de vidas, en busca de una transformación social profunda, capaz de dignificar al hombre y de impulsar a nuestra nación por senderos de progreso y de reivindicación social.

El pueblo, héroe permanente de toda la historia de la humanidad y de la nuestra, ha sido, en última instancia, el forjador de las normas constitucionales que hoy rigen la vida de la República Mexicana.
Al amparo de esas normas, nuestro país avanza, y los mexicanos, en un clima de libertad, trabajan esforzadamente por alcanzar su bienestar y por construir la grandeza de México.

Constitución significa historia, significa revolución, lucha permanente del pueblo y herencia luminosa de quienes, encabezándolo, ganaron para siempre un sitio de honor en la historia y en la admiración de todos los mexicanos.

Nuestra Constitución es instrumento normativo eficaz en el presente; es la ley suprema que rige la vida nacional, y nadie puede ni debe discutir la obligación de acatar sus preceptos para garantizar la vida ordenada, pacífica y progresista de nuestra patria. Al amparo de la Constitución todos los mexicanos pueden y deben trabajar confiadamente en favor de su propio bienestar y de una
imagen más justa de la patria que a todos nos ampara.

Nuestra Constitución garantiza las libertades individuales. En México no tiene ataduras el pensamiento. Las creencias, las voces, las palabras escritas, las reuniones de ciudadanos merecen el mayor respeto y están garantizadas por la norma constitucional, con la única limitación de evitar que lesionen a otros o a la sociedad misma.

Para nuestro derecho constitucional, el valor esencial es el hombre, el pueblo mismo, su desarrollo pleno, su bienestar y su felicidad. Todo poder dimana del pueblo y se instituye para beneficio de él, dice la Constitución y, sin embargo, el Constituyente, los hombres que vinieron de todos los rumbos del país ensangrentado en una revolución extraordinaria transformadora, sabían y entendían que los encargados del poder son falibles y que en el ejercicio del poder suelen cometer graves abusos.

De ahí que la Constitución garantice que nadie puede ser privado o molestado en sus derechos sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente y de ahí también que consagre, además, como instrumento de defensa en manos de todos los mexicanos, una de las creaciones jurídicas más bellas de nuestra historia: el juicio de amparo.

La Constitución recogió, además, las demandas democráticas que con tanta claridad y emoción supo levantar Madero: desarrollo democrático, sufragio efectivo, no reelección para el Poder Ejecutivo, necesidad de que el pueblo pudiera tomar parte en todas las decisiones políticas; necesidad de que la continuidad del país signifique continuidad de principios y no continuidad de hombres.
Este desarrollo democrático exigido por el pueblo tiene, en la norma constitucional, los principios fundamentales que le han permitido avanzar. Sólo quienes están empeñados en ver hacia el pasado, o en encontrar pretextos para no entender el desarrollo del país, pueden negar que la vida democrática de México está avanzando con pasos firmes y acelerados. Este desarrollo debe continuar para que todos los hombres de México y todos los partidos puedan discutir con limpieza, con lealtad, con altura de miras, con emoción, pero con respeto a los
principios fundamentales de nuestra Carta Fundamental y del país mismo, sus posiciones políticas, sus doctrinas y sus principios.
Discutir sin encontrar en el oponente político un enemigo personal, sino un mexicano más que, discrepando de nosotros, siente apasionadamente la necesidad de construir una patria más digna para todos los mexicanos.

Pero, además, nuestra Constitución rompió en los primeros años de este siglo, la tradición constitucional y abrió una nueva etapa en la historia de las leyes fundamentales que rigen las estructuras de los distintos pueblos de la tierra: las garantías sociales, resultado de nuestras luchas, que protegen a aquellos grupos que dentro de la sociedad tienen una situación de debilidad, que constituyen mayoría y que, por lo mismo, merecen la protección del Estado para impulsar su desarrollo y lograr su bienestar. El concepto de que todos los hombres son iguales ante la ley, hermoso principio que, sin embargo, ha sido motivo de las más graves injusticias, fue enriquecido con un concepto más justo y más humano: el de que la ley y las instituciones deben proteger a los más débiles frente a los poderosos para lograr así el desarrollo armónico de toda la sociedad.

Nuestra constitución garantiza el derecho que el pueblo tiene a la educación, pero garantiza también el derecho del Estado para impartirla y esto, frente a lo que a los críticos dicen, no significa un deseo sectario, sino un derecho que el Estado tiene para impartir la educación con un amplio sentido de solidaridad, apegándose al conocimiento científico, y al margen de sectarismos o de concepciones que sólo corresponde a cada individuo adoptar mediante su limpia y libre voluntad. Esta es una fórmula esencial para lograr la unidad nacional por encima de pugnas de grupo, para fortalecer a la nación, respetando lo más íntimo de la persona humana: sus creencias y su vida espiritual.

Con el espíritu humanista del artículo tercero constitucional México realiza con empeño importantes tareas en favor de la educación. La Constitución nos impulsa a trabajar permanentemente por cumplir sus objetivos: educación para todos; educación para la paz, educación basada en el conocimiento científico y al margen de prejuicios, educación para la fraternidad humana y la solidaridad entre todos los mexicanos; educación, en fin, sin sectarismos, para la unidad nacional y la grandeza de México.

Nuestra Constitución reivindicó el derecho de la nación sobre los bienes y recursos naturales para destinarlos a la causa del bienestar y del progreso del pueblo mexicano. Sabían los constituyentes que la Revolución exigía el cambio del simple Estado de derecho por el Estado de servicio, como organización creada por el pueblo para realizar sus ideales de justicia y sus anhelos de superación en beneficio de todos.

La clase trabajadora tiene en los preceptos constitucionales el mejor instrumento para mantener sus justas conquistas y para continuar su lucha independiente, y autónoma, como fuerza impulsora del progreso de México y como vanguardia, como avanzada de la lucha por la justicia social.

Los campesinos, con la Constitución en sus manos, con los derechos que ella misma les otorga, han recibido millones de hectáreas y, a partir de la Revolución, rescataron su plena dignidad ciudadana. Ahora mismo siguen luchando por alcanzar su liberación económica llevando la reforma agraria hasta sus últimas consecuencias, sin claudicaciones y sin deshonestidades.
Los industriales progresistas tienen en el marco constitucional amplias oportunidades y limpios caminos para trabajar en su beneficio, para contribuir al desarrollo nacional y para empeñarse, con todos los sectores responsables del país, por acelerar el progreso económico, independiente y soberano de nuestra patria.
Garantías individuales, garantías sociales y garantías de la nación, son elementos fundamentales, indivisibles y eficaces para la vida mexicana. Sobre estos tres pilares descansa nuestro desarrollo, nuestra lucha por superar problemas ancestrales, nuestra estabilidad política y nuestra decisión inquebrantable de construir un futuro mejor.

La realidad mexicana, nuestra entrañable realidad, ha demostrado el valor de la Constitución como instrumento normativo, eficaz y justiciero en el pasado y en el presente, sin que por ello pretendamos que sirva para garantizar el desarrollo de otras naciones o de modelo universal.

Vivimos una etapa constructiva y de firmes instituciones al servicio de pueblo mexicano. Esto es obra del imperio de la Constitución y de la decisión permanente de progreso que a todos los mexicanos nos anima.

Ayer, el presidente Gustavo Díaz Ordaz rindió homenaje a uno de los más limpios y generosos constructores de nuestra vida institucional, y a quienes, con su limpia juventud, dieron un ejemplo de lealtad, en 1913, frente a la traición y a las turbias ambiciones de la contrarrevolución.

El gesto del presidente Díaz Ordaz, al instituir la conmemoración del día de ayer, recorriendo la misma ruta que Madero siguió angustiosamente rumbo al Palacio Nacional en 1913, es una exaltación del presidente Mártir, y un reconocimiento a la lealtad de los jóvenes cadetes del heroico Colegio Militar que supieron respaldar la decisión democrática y las instituciones creadas por el pueblo en la limpia, en la emocionada, en la clara figura de Francisco I. Madero. (Aplausos.)

La etapa que vivimos es producto de luchas sangrientas y de incalculables esfuerzos realizados por el pueblo. Nada ha sido fácil, nada se nos ha otorgado graciosamente, nada ha recibido el pueblo por magia o por generosidad. El camino siempre ha estado pleno de obstáculos y de sombras; pero el pueblo y sus guías han sabido salvarlos y vencerlos, disipando las sombras con la luz de su pensamiento y de sus vidas.

Muchos problemas existen aún, muchas angustias y carencias laceran la vida del pueblo y muchos obstáculos siguen oponiéndose a nuestro desarrollo.

Nuestra Constitución no es perfecta, no es inmutable, es dinámica, perfectible, ella misma, en su artículo 39, garantiza el cambio, la mutación, la posibilidad de perfeccionar las instituciones al reconocer el derecho del pueblo para cambiar su estructura, su gobierno, el rumbo mismo de su destino, cuando lo juzgue conveniente.

Rendir homenaje a la Constitución, es cumplirla puntualmente.
Rendir homenaje a la Constitución, es superarla, recogiendo cada día las aspiraciones del pueblo, sin apartarse de sus principios esenciales.

Su raíz, está en el pasado. Su vigencia, es la base de nuestra vida en el presente, y su proyección hacia el futuro es indudable. Nos recuerda las mejores lecciones de la historia. Nos obliga, y nos excita, a vivir en un orden revolucionario y dinámico, y nos impulsa para alcanzar un mayor desarrollo.

Nuestra Constitución es historia, sí; es instrumento del presente también; pero es, sobre todas las cosas, ley del pueblo para construir el porvenir decidiendo en cada hora, y en cada circunstancia, su más alto destino.

La herencia de la historia es invaluable, nuestro pueblo, y nuestras instituciones, se nutren de esa historia, y todos los mexicanos nos sentimos orgullosos de las mejores luchas del pasado. Pero hoy, en nuestra hora en esta hora plagada de angustias para el mundo, nadie debe escudarse en ese pasado para justificar negligencia o quietud frente a los reclamos y los obstáculos que la realidad nos opone.

Dentro del marco de la Constitución los caminos son amplios, abiertos, y sin límites, para crear, para pensar, para vivir apasionadamente en favor de una sociedad mejor, más justa en el presente, más luminosa en el porvenir”, diputado federal: Tulio Hernández Gómez.

El día viernes 25 de noviembre de 1966, en el ‘diario de los debates’ de la cámara de diputados del congreso de los Estados Unidos Mexicanos de la XLVI legislatura se puede apreciar el discurso del licenciado Tulio Hernández Gómez:

“Señor presidente. (Luis Danton Rodríguez).
Ciudadanos diputados; ciudadanos senadores; invitados a esta sesión solemne:
“El acto que hoy celebramos refleja el sentimiento del pueblo y su clamor para reivindicar a uno de sus hijos más discutidos, valerosos y grandes. Rendir homenaje a Francisco Villa, es exaltar sin distingos, a todos los hombres que pusieron en marcha a la Revolución de 1910 y ofrecer un firme testimonio de lealtad a las aspiraciones del pueblo mexicano. La Representación Nacional cumple así un acto justiciero que es resultado de la opinión del pueblo, pues tanto en ésta, como en la Cámara de Senadores, hubo un plebiscito de la Nación Mexicana.

Nunca ha sido justo concebir a los héroes como personajes aislados, sin vínculos con un ambiente geográfico, humano e histórico.

El héroe es, siempre, un representativo, un jefe, un guía. Es una
expresión condensada, o concentrada, por así decirlo, del genio de un pueblo o de una corriente colectiva.

En la Revolución Mexicana, la figura de Francisco Villa no es la de un solitario, sino la de un aglutinador de voluntades, la de un organizador de guerrillas y de ejércitos, la de un capitán que combatió, no sólo para si mismo, sino para una inmensa multitud de hermanos y compatriotas suyos.

Y porque supo hacer todo eso con intensidad humana y fervor popular excepcionales, colocamos su nombre en estos muros. (Aplausos.)

El culto a los héroes no es vano pasatiempo. Recordar lo pasado, depurarlo, extraerle la savia de sus experiencias, contribuye vigorosamente a enriquecer la vida nueva, la que está brotando en nuestros días, como anticipo presuroso del porvenir.

Apenas cabe imaginar a un pueblo despreocupado de su historia, ya que, según sabemos, aquellos que no la tenían escrita, la simbolizaban en sus monumentos, o se la trasmitían a sí mismo, envuelta en los velos de la leyenda, como una tradición oral.
La historia tiene, por tanto, un propósito vital e inmediato que rebasa con mucho la pura curiosidad de los eruditos, o la fantasía de quienes quisieran convertir el pasado del hombre en una complaciente ficción.

México, pueblo antiguo y nuevo a la vez, tiene que empeñarse en descubrir, reconstruir y profundizar su propia historia, pues en ella encontrará un caudal inagotable de inspiración y de enseñanzas para guiarse por los nuevos caminos de su existencia.
Los miembros de la actual Legislatura Federal no inventamos la exaltación de Villa. Lo que hemos hecho es, nada más, reconocer con entereza, en la plenitud de la justicia histórica, lo que ya el pueblo de México había dictaminado tiempo antes. (Aplausos.)

Hemos traído a los muros de la Cámara de Diputados uno de los nombres que los mexicanos repiten con más apasionada simpatía, con más emoción y con más orgullo. Poco significan, ante un reconocimiento popular de esa magnitud, las disquisiciones que se apartan del curso fundamental de los acontecimientos históricos. Las grandes figuras de la vida de una nación no están a merced de la piqueta de los buscadores de fallas y defectos que siempre acompañan a la naturaleza humana. Villa es grande, más en sus aciertos que en sus yerros y estampamos su nombre en estos muros, no en aras de una historia gazmoña y detallista, sino en cumplimiento de un mandato popular, como representantes que somos del pueblo y de la nación.

Alienta, sobre todo, ver cómo en torno a la memoria de un auténtico caudillo del pueblo, saben guardar una respetuosa actitud los sobrevivientes de las luchas armadas revolucionarias, cualquiera que haya sido la facción o el bando en que militaron. Y que los revolucionarios saben bien que la Revolución Mexicana nunca ha tenido las características de un estrecho movimiento de un sólo partido o de una sola clase, sino que, desde sus inicios y en sus mejores momentos se ha desarrollado como un movimiento de amplitud nacional, en el que han participado, con sus diferentes tendencias, las grandes mayorías populares. De esa diversidad son también exponentes los caudillos de la Revolución -todos ellos- y si se quiere tener un cuadro de conjunto de la historia nacional en este siglo, hay que comprenderla incluyendo las diferencias faccionales o de grupo, en toda su amplitud.

Por ello, porque no es hora de dogmatizar sobre el pasado inmediato, sino de entenderlo en su rica complejidad, es preciso darle a Villa el sitio que merece junto a sus grandes compañeros de armas, algunos de los cuales también fueron sus contendientes. Es decir: al lado de Madero, de Zapata, de Carranza y Obregón. Otra cosa sería, simplemente, sectarismo antihistórico. (Aplausos.)

El Primer Mandatario de la Nación, ciudadano Gustavo Díaz Ordaz, ha dicho: ‘Todos pusieron lo mejor de su ser, todos dejaron valiosa y perdurable huella. Aunque en ocasiones aparecen contradictorios, la distancia de los años nos revela las raíces profundas que los unía al mismo común destino y los hizo irse complementando.’ (Aplausos.)

Villa fue dolor acumulado del pueblo. Fue rebelión incontenible contra injusticias y privilegios intransigentes. Fue violencia que abrió nuevos rumbos a la Nación.

Y porque la Revolución Mexicana, hoy mismo, en 1966, no ha olvidado ni quiere olvidar sus orígenes, ni reniega de sus tradiciones, ni ve cerrado el camino de las transformaciones en las que se ha empeñado, por eso, con toda decisión, recuerda y levanta la figura del gran capitán que con sus armas y su voluntad indómita golpeó sin piedad a los ejércitos de la dictadura y de la contrarrevolución.

Porque la Revolución Mexicana no puede ni quiere avergonzarse de su pasado, tampoco desea vivir sólo del pasado. Por el contrario, desea encadenar el pasado, en lo que tiene de vivo y válido, a un presente en que, de acuerdo con las nuevas circunstancias del mundo y de México, debe continuar sin desmayos ni apostasías la gran tarea de construir en esta tierra una patria cada día más libre, respetada y generosa para con su pueblo.

Es verdad, por otra parte, que las luchas históricas de México no han sido ni pueden ser ajenas a las inquietudes de la humanidad ni a las corrientes universales del pensamiento. Pero también es verdad que nuestro país ha venido aportando, hace ya mucho tiempo a la causa del progreso de los pueblos, el sentido claro de su voz, los rasgos singulares de su existencia y los valores genuinos de su cultura.

No es casual por eso que Villa sea, al mismo tiempo que una gran figura nacional, un personaje de carácter universal. ¿Por qué los pueblos del mundo lo conocen, a él que casi no salió del territorio de la Patria? Porque fue apasionadamente fiel a su propia tierra y a su pueblo. Al calar en la tragedia de México, se convirtió también en un prototipo de caudillo popular. (Aplausos.)

Nadie en el mundo de hoy, y menos las nuevas generaciones, puede vivir en su provincia aislada. Los jóvenes aspiramos no sólo a ser patriotas de nuestra nación, sino también buenos ciudadanos del mundo; de un mundo que queremos menos injusto, más generoso, en el que haya paz al amparo de la justicia. Pero toda la buena historia nos enseña que la gran aventura de cualquier hombre, en el arte, en la ciencia, en la política o en la lucha armada misma, tiene que vincularse primordialmente con la tierra donde se nace, que nos comunica el primer aliento y nos puede dar las más altas enseñanzas.

La vida del revolucionario Francisco Villa fue un ejemplo de fusión prodigiosa de su sentido nacional con la dimensión humana de sus cualidades de guerrillero y general de ejércitos del pueblo. Repetimos, él no importó y tampoco exportó revoluciones. (Aplausos.)

Recordar a Villa como lo hacemos, a él que fue un combatiente, es recordar a los hombres y a las hazañas que hicieron posible la estabilidad de que hemos disfrutado. Porque nuestra historia nos enseña que la estabilidad y la paz sólo se lograron con la destrucción de un sistema injusto. Hubo una violencia justiciera que fue indispensable para abrir los caminos de una paz dinámica y fecunda.

La paz que heredamos las nuevas generaciones es un patrimonio vital; debemos fortalecerla para realizarnos plenamente en la justicia y la libertad. Esa paz permite al pueblo mexicano consagrar sus esfuerzos a la lucha por mejorar sus instituciones democráticas, por elevar sus niveles de vida y por consolidar la independencia de la Patria.

Hablamos de una revolución pacífica y creemos en ella, pero no se olvide que este concepto consta de dos palabras y que la práctica, la vida de nuestra sociedad debe ajustarse a ellas en toda la medida de las posibilidades nacionales, es decir, debe ser pacífica, pero no puede dejar de ser revolución.
Para mantener la estabilidad y la paz del país debe fortalecerse el orden revolucionario, deben llevarse adelante, sin desmayos, las reformas administrativas, económicas y políticas que sigan transformando al país, a imagen de la Constitución, es decir, a imagen de la Revolución Mexicana. Nuestra Constitución no es un documento muerto, estático ni formal, y sus preceptos enmarcan y propician todos los esfuerzos del pueblo en favor de su progreso.
Villa y su generación cumplieron con honor su tarea. (Aplausos.)

La tarea de las generaciones de hoy es mantener vigente a la Revolución Mexicana., enriquecer sus postulados, ampliar sus objetivos y depurar los métodos y las prácticas que nos permitan elevar a nuestro pueblo y engrandecer a nuestra Patria.
Fortalecer a la Revolución en la vida real, en la vida diaria, es fortalecer a la Nación.

La unidad de las fuerzas de la Revolución en torno a objetivos precisos de justicia social es la base más sólida para la unidad nacional, que debe abarcar a todos los mexicanos patriotas por encima de diferencias de ideología, de clase o de partido.
Vemos por eso con satisfacción cómo en derredor de un gran luchador, de su memoria, que hoy evocamos, hoy precisamente en que se cumple un aniversario más de una de las batallas más asombrosas y extraordinarias que conquistó con su genio, con su valor y con su esfuerzo, hoy, en el aniversario de la batalla de Tierra Blanca.

Y digo que hoy se unen con respeto representativos de todas las corrientes que actuaron y actúan en el proceso de la Revolución Mexicana. Señalamos además el hecho significativo de que en esta sesión, en que se cumple el acuerdo del Congreso de la Unión respecto de la personalidad histórica de Francisco Villa, los diputados del Partido Acción Nacional han mantenido una actitud respetuosa, congruente con el acatamiento que se debe a las determinaciones legitimas del Poder Legislativo. Ya antes esta Cámara de Diputados ha dado prueba de que es posible la convivencia respetuosa de los mexicanos de Partidos distintos a pesar de sus discrepancias.

Las nuevas generaciones de México recogemos las lecciones de la historia y las experiencias, positivas o negativas, de quienes nos antecedieron. Las recogemos pensando sobre todo en la necesidad de afrontar con entereza los grandes problemas que todavía aquejan a nuestro pueblo. Las recojemos para seguir trabajando por un México respetado en un mundo de paz.
Con emoción recibimos el legado de quienes como Villa forjaron el triunfo de la Revolución, de quienes contribuyeron a ese triunfo con su pensamiento; de quienes formularon sus principios y sus programas, de quienes los han aplicado y de quienes los llevan adelante adecuándolos a las nuevas condiciones del país y del mundo.

Hoy, al estampar el nombre de Francisco Villa en estos muros, la Revolución Mexicana reafirma su profundo sentido popular”, diputado federal: Tulio Hernández Gómez.

Por último, existe un Boulevard en el municipio de Domingo de Muñoz Arenas que lleva el nombre del licenciado Tulio Hernández Gómez, al igual que una calle en el municipio de Atlangatepec. En el año 2020, el gobierno municipal del Carmen Tequexquitla, el entonces alcalde Óscar Vélez Sánchez inauguró la calle Tulio Hernández Gómez en la Colonia de Mazatepec.

FUENTES: TULIO HERNÁNDEZ GÓMEZ
-Víctor López Tamayo en su columna ‘El Búnker’ del informativo electrónico ‘Cuarto de Guerra’ del 18 de julio de 2011.
-Columnista Martín Ruiz, menciona para la columna ‘Señorío Tlaxcalteca’ del 9 de junio de 2009.
-Columnista Felipe Moreno.
–Columna ‘un enérgico discurso’, publicado por Javier Conde en el digital ‘indicemedia’.

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