UPET: renovarse o morir

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

La unión de Periodistas del Estado de Tlaxcala está en crisis. Hoy más que nunca, como organización o cuando menos como grupo, está muy lejos de los objetivos para los que fue creada y en los años más recientes no se vio ninguna posibilidad de resurgir, de representar realmente a los comunicadores y de hacer valer los derechos de los periodistas.

La UPET ha caído en el descrédito y sus más recientes dirigentes se encuentran bajo la sospecha de todo. Hay coincidencias entre la mayoría de los comunicadores para decir que esta agrupación no los representa y con o sin fundamento acusan a los líderes de utilizar las siglas para beneficio de unos cuantos, unos pocos que no son siquiera los integrantes de la mesa directiva.

Definitivamente la UPET no cumple con los objetivos para los que fue creada y su espíritu de origen se ha tergiversado. Los fundadores de esta organización que debía o debe agrupar a TODOS los que trabajen en los medios de comunicación y defender sus derechos, consideran que la lucha por la dirigencia algunas veces se ha centrado en la búsqueda de beneficios ajenos a los periodistas. Los resultados lo dicen todo.

La Unión de Periodistas del Estado de Tlaxcala tiene que renovarse, resurgir, adecuarse a los nuevos tiempos, recuperar la confianza de los representantes de los medios de comunicación, recuperar su imagen de agrupación de profesionales, objetivos, veraces y oportunos. La UPET está urgida de una dirigencia ajena a la ambición y al protagonismo, requiere trabajos mayores y de una dirigencia de tiempo completo, con conocimiento de causa y objetivos claros, creíbles, posibles, reales.

En este 2025, tres planillas buscan representar a los periodistas y los candidatos y la candidata tienen todas las intenciones de hacer realidad los anhelos de los fundadores y el sueño del extinto compañero Valentín Ahuazti Ávila. El reto no es menor. El camino tiene que pasar por la resistencia de personajes que se oponen a todo, que señalan trampas, que acusan intromisión de los poderes del gobierno, que aseguran financiamientos externos y que buscan determinar quién sí y quién no puede o no debe votar. Pareciera que algunos quieren evitar primero, un proceso electoral tranquilo y luego, descarrilar el resultado.

No es con acusaciones fundadas o infundadas como se deben conducir las planillas, no es con señalamientos de sospechas, no es limitando los derechos de algunos, como se va a ganar una elección y menos esa es la forma en que habrán de hacer resurgir a la UPET. Es impostergable la unión, la suma, la confianza, el respeto, la inclusión, la tolerancia y la propuesta para enfrentar los retos de los nuevos tiempos y las amenazas de quienes, en su plena ignorancia, pretenden aplicar la ley mordaza a los comunicadores.

Más allá de planillas, de filias y de fobias, de intereses particulares, de protagonismos, de promesas y proyectos, debe estar el supremo interés del gremio y no puede ni debe nadie coartar los derechos y las libertades de quienes en cualquier espacio, trabajan para informar. Los periodistas son críticos, señalan, juzgan sentencian a quien o quienes limitan estos preceptos y por lógica, por congruencia, por justicia y sentido común, no se puede ni debe impedir el voto a quienes por destino o por oportunidad TRABAJAN en instancias gubernamentales. Eso no es un error ni un pecado.

Cierto, la votación debe estar abierta para los periodistas y para aquellos hombres y mujeres que graban, editan, diseñan, entrevistan, se exponen, arrastran el lápiz, cargan un micrófono, escriben, fotografían, conducen un programa, hablan al público por la radio, la televisión o las transmisiones en vivo… pero no para trabajadores administrativos, intendentes, directivos o jefes de medios de comunicación gubernamentales ni para empleados de los ayuntamientos u otras instituciones o dependencias ajenas al oficio de comunicación. La UPET debe unir, no dividir, incluir, no rechazar y tiene que escuchar antes de proponer.

El periodista critica y expone las desviaciones o desaciertos de los políticos y hasta los crucifica ante la opinión pública por apartarse de sus objetivos, por ocuparse más por su imagen que por dar resultados; a la sociedad no le gustan los personajes protagonistas y conocen de su ineficiencia o demagogia por el trabajo de los medios de comunicación, luego entonces, no podemos convertirnos en lo mismo.

En estos tiempos quien no se renueva o se reinventa, desaparece, se vuelve obsoleto, se hace un estorbo o un elefante blanco. Por eso es importante que los periodistas, TODOS, Que los trabajadores de los medios de comunicación hablen, que participen, que voten, que sumen y que sean testigos y protagonistas de este cambio impostergable pues los modos y formas cuentan.

Los periodistas tenemos que colaborar en esta refundación y tenemos la obligación de apoyar a la planilla que resulte ganadora el 28 de febrero y no caer en la tentación de acusar fraude o engaño, no tiene cabida la justificación del fracaso acusando a todo y a todos. Somos ya maduros en la edad y en el oficio. Queremos una elección ejemplar porque nos la merecemos, exigimos respeto porque nos lo hemos ganado y demandamos resultados de quien gane porque para eso votaremos.

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