Maestra, ¿Usted hizo examen?

Incluso resulta criticable y hasta cobarde el utilizar a los niños para querer imponer sus caprichos

Bernardino Vazquez Mazatzi/Escritor y Periodista

El show del dizque movimiento disidente magisterial en Tlaxcala no es más que una burla, una forma de presionar para obtener beneficios deshonestos y un intento por hacer creer a la sociedad que los padres de familia apoyan a la violenta, imprudente y terca posición de una o dos docenas de personas que se dice maestros pero que en su ignorancia, falta de educación, ausencia de educación y hasta de dignidad demuestran lo contrario.

Son de risa y vergüenza los “paros nacionales” las “movilizaciones multitudinarias” y la “inconformidad de los maestros democráticos” cuando marchan por la ciudad de Tlaxcala estorbando y ofendiendo la razón y el sentido común, demostrando con ello la miseria de fuerza que tienen y que puede más el abuso de la libertad de expresión, que una auténtica lucha social o gremial en busca de mejoras laborales o en la defensa de las conquistas sindicales o sus derechos individuales.

Como si no fuera del dominio público que detrás de esos “movimientos magisteriales” hay otro tipo de intereses pero ninguno que tenga que ver con la educación, la modernización del sistema enseñanza-aprendizaje, ninguno que proponga alternativas de modernización educativa y mucho menos que aporte al crecimiento intelectual y formativo de los niños. Tampoco acompañan sus gritos con una propuesta de profesionalización o mejoras en su desempeño docente.

Los o las líderes que se han escindido del Movimiento de Bases Magisteriales de Tlaxcala y que cada semana le fueron cambiando el nombre a esa “lucha magisterial” de acuerdo a sus necesidades, intereses y cada vez menor número de integrantes tienen una consigna, están pagados o pagadas, y bien, por quien o quienes les dado la consigna de mantenerse en activo por si las dudas o por si fuera necesario y de mantenerse visibles a toda costa aún si deban convertirse en mártires.

Porque no hay cerebro o intención dentro de la lógica que acepte la versión de que 20 sujetos y sujetas envalentonados van a modificar el decreto que aprobó la reforma no a la educación sino a al sistema burocrático administrativo del sistema, y mucho menos nos van a convencer de que esa ridícula minoría va a modificar el pensamiento, intereses, filosofía y voluntad de miles y miles de profesores que sí aceptaron el examen y las pruebas y todo cuanto la SEP les puso enfrente.

Ninguna lucha democrática, justa o en defensa de los intereses supremos de las mayorías puede o debe basarse en la mentira y mucho menos en la utilización de personas ajenas, pues los padres de familia y los niños reales, conscientes, libres y por voluntad propia, NO APOYAN la irracional, violenta y mañosa forma con la que pretenden violentar los supremos derechos de los niños a recibir educación.

Incluso resulta criticable y hasta cobarde el utilizar a los niños para querer imponer sus caprichos, pero lo es más el que sea esa la educación y el ejemplo con el que actúan y con el que pretenden demostrar que tienen razón. No, ni los padres de familia ni los niños los apoyan y mucho menos aprueban sus métodos de lucha que por muy legítimos que sean, no pueden ni deben pasar por encima de los derechos y libertades de los demás.

No entiendo cómo es que ahora los maestros, los extremadamente pocos maestros inconformes con todo, pueden ahora exigir a sus alumnos la realización de sus exámenes si ellos no los han presentado, cómo es que van a sugerir continuar preparándose para ser mejores, para alcanzar mayores y mejores condiciones de vida y para lograr la superación por medio del estudio si ellos se niegan a hacerlo.

Por otro lado, los inconformes de ahora ayer fueron informados, de manera reiterada, continua, por diversos medios, por muchos funcionarios, a todas horas y con una diversidad de mensajes, el riesgo que corrían en caso de negarse a presentarse a la evaluación. Y corrieron el riesgo. Y perdieron. Pero siempre lo supieron.

Igualmente, amigo lector, no imagino cómo es que alguien en su sano juicio acepte a un empleado en su casa cuando este se niegue a demostrar sus habilidades y conocimientos y rechace violentamente, agresivamente y hasta con un lenguaje vulgar someterse a una evaluación en la que demuestre que es digno del empleo y que está dispuesto a someterse a todas las pruebas que se le impongan si, finalmente, no tiene nada de que temer.

Imagine a su empleado bloqueándole la entrada su casa, amenazándolo con “medidas más radicales” ¡¡Y todavía exigiendo que le pague!!

La violencia es criticable y no aceptable venga de donde venga y la ejerza quien la ejerza. Ni por parte de quien deba aplicar la ley ni por quien busque hacer uso de su libertad.

La ley, la justicia, el derecho, las libertades y las oportunidades deben ser para todos y no debe haber distinciones. ¿O sí?

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