Señora violada

Así es la Constitución General de la República

 

Bernardino Vazquez Mazatzi/Escritor y Periodista

La gran señora, la centenaria, de famosa y siempre mencionada reputación, la dama que se invoca para la justificación o el pretexto y el lucimiento, la matriarca respetada según las circunstancias y los intereses, la de la amplia autoridad y catálogo de buenas intenciones… la que todos o muchos invocan pero que es, por encima de todo, la más ignorada y la más parchada y remendada.

Así es la Constitución General de la República, la que contiene los derechos que son violados sistemáticamente de forma multitudinaria de forma impune, la que contiene obligaciones que son olvido de quienes juraron defenderla y la que ha sido más pisoteada que cualquier alfombra y por ello la más olvidada y poco conocida por quienes se cobijan bajo sus preceptos.

Bajo su nombre hay quienes se enriquecen, quienes la venden y compran por mucho o poco dinero, quienes en su nombre justifican sus abusos y sus despojos, los que encuentran en sus artículos el cobijo para delinquir y quedar impunes, quienes la llaman para pasar como patriotas y benefactores; bajo sus ordenamientos y pronunciamiento hay sátrapas que se han envilecido y denigrado a la sociedad, hay quienes juramentan su obediencia con la misma solemnidad con la que juran en nombre de Dios pero que igualmente burlan y desprecian.

En este primer aniversario de su promulgación la realidad llega al escándalo al observar y comprobar cómo hay diputados que ignoran lo más elemental: ¿cuántos artículos tiene y cuántas reformas se le han hecho hasta ahora? Y la vergüenza aumenta cuando en algunos parlamentos mexicanos algunos legisladores integrantes de la comisión de educación ignoran qué es lo que aborda el artículo tercero, qué dispone el 27 o el 123 por mencionar sólo alguno que nuestros flamantes y carísimos funcionarios desconocen y, por lo mismo, desobedecen o violan.

Imagen Televisión, en su programa noticioso matutino, el seis de febrero del presente año, tuvo la osadía de introducirse a la Cámara de Diputados, en San Lázaro, y corta distancia y directo al corazón preguntó a más de uno su dominio del tema constitucional y simplemente lo ignoraban. Vergonzosamente hicieron uso de su verborrea y demagogia para balbucear “no tengo el dato”, “nadie tiene obligación de saberlo todo” y una serie de pretextos para tratar de explicar su ignorancia.

Desde este panorama resulta altamente peligroso y riesgoso para la democracia, la integridad territorial y para la defensa de la dignidad nacional, la ignorancia de los diputados. No es aceptable, por ninguna razón o argumento tamaña ignorancia de los legisladores. No debemos perdonar esa falta de conocimiento del documento que nos guía como nación libre e independiente y que rige los destinos y el comportamiento de los mexicanos.

Y los ciudadanos no deberíamos aceptarlo si tomamos en cuenta la responsabilidad y obligación de los diputados de conocer en todos sus términos los contenidos de la carta magna les obliga. El gasto y las prebendas y canonjías por diputado no son compensatorios con los resultados de su labor creadora de leyes y como representantes de los mexicanos por estado y distrito federal.

En tiempos en que los políticos, los partidos y el poder en general están bajo sospecha, cuando el régimen se encuentra en su peor momento y precisamente cuando la sociedad ya no se siente representada por nadie en ninguna de sus formas, exhibir la ignorancia de los que debieran conocer la Constitución que juraron defender, cumplir y hacer cumplir, es una bofetada y un insulto para el pueblo que creía haberlo visto todo.

Si los señores y señoras poseedoras de fuero mal utilizado y peor entendido, con un salario insultante y beneficios de primer mundo en un país de necesidades ignoran los contenidos de la Carta Magna, qué podemos esperar en cuanto a propuestas de reformas, en cuanto a la defensa de los que menos tienen y en lo relacionado a justicia, democracia e igualdad.

Sin duda el Constituyente de 1917 no creo este documento supremo para eso y sin duda, rechazarían el trato denigrante que le otorgan quienes debieran defenderla hasta dar la vida.

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