Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
Nadie en su sano juicio podría pronosticar el triunfo del NO en la próxima consulta para decidir si se queda o se va el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador. Y no sólo porque los niveles de aceptación del mandatario son algo más que aceptables, sino porque, como en los mejores tiempos del priismo, el aparato gubernamental ha puesto en marcha la maquinaria burocrática para lograr un contundente SÍ.
Resulta molesto y frustrante para muchos trabajadores de los gobiernos morenistas, estatales y municipales, que los obliguen a buscar y enlistar copias de la credencial del INE de amigos, familiares, conocidos y desconocidos a quienes supuestamente comprometen a acudir a votar el próximo 10 de abril a favor de que AMLO se quede en el poder. Los empleados se sienten utilizados, forzados a realizar actividades ajenas a su quehacer institucional.
En horario laboral, muchos empleados del pueblo salen a las calles y visitan a familias a las que tratan de convencer de la importancia de votar porque el actual presidente siga en el poder. Han adoctrinado a los trabajadores respecto a qué decir para vender la imagen, logros y promesas de un mandatario electo para gobernar seis años. Convertidos en un ejército promotor del voto, los empleados pasaron de servidores públicos a obligados militantes de MORENA, partido al que ahora le deben toda la lealtad, el empleo y el salario y al que deben obedecer o irse a la banca.
La famosa consulta de revocación de mandato tiene sus “asegunes”, y depende de quién la promueva o la ataque para conocer para qué sirve o cuando menos para darse una idea de qué se busca en ella o cuál sería su beneficio. Cierto es que es necesario conocer el nivel de aceptación de un presidente de la república, de un gobernador y de un presidente municipal y que es indispensable saber si nos sirve o no y si hay la necesidad de mandarlo a descansar por falta de resultados, eso, creo, es bueno.
Al menos es esa la oferta, el discurso y el argumento del presidente AMLO: consultar al pueblo respecto a la permanencia o no en el cargo dependiendo de los resultados de la administración. No muchos países, o ninguno tal vez, puede contar con un instrumento político o democrático o institucional para refrendar o retirar la confianza del pueblo hacia sus gobernantes. La consulta en México debe ser buena, tiene que ser positiva, debe servir para algo y sin duda habrá de cambiar el sentido, objetivo y rumbo de nuestro país.
Pero para los contrarios a este ejercicio, para quienes piensan y creen que la tan llevada y traída consulta no es más que protagonismo y ganas de molestar, la convocatoria es muy cara, innecesaria pues se votó para un periodo de gobierno de seis años y su realización abre la posibilidad de manipular futuras convocatorias para derrocar regímenes o administraciones municipales incómodos a ciertos grupos en el poder.
Cualquiera que sea la percepción u opinión de los pros y los contras, creo que se ha llegado al extremo en la medida en que los resultados del próximo 10 de abril obligadamente van a ser forzados por la presión que los gobiernos morenistas ejercen en los ciudadanos, por el despliegue de personal y recursos y por el yuso y el abuso del poder para lograr sus objetivos. El diez de abril el resultado va a ser a favor de AMLO y las cifras van a ser aplastantes. Nadie lo duda, nadie espera cosa diferente.
El resultado, entonces, podrá ser todo lo beneficioso para la democracia del país, para el ejercicio del poder, para obligar a los gobiernos a dar excelentes resultados y para lo que usted guste y mande, sin embargo, lo criticable o cuando menos digno de señalar es la forma. Se suponía que la 4T era diferente. A la luz de la realidad no podrá serlo, si el poder lo ejercen los mismos de siempre sólo que con otra camiseta.
