TIEMPOS DIFÍCILES

La pandemia y la seguridad, nunca como ahora, han mostrado la gran fragilidad con la que la ciudadanía vive. Los números (estadísticas), que hasta estos días los medios han mostrado, generan gran preocupación, dado que la incertidumbre sigue permeando en la mayoría de la población.

Algunos aducen que no se ha hecho lo correcto, otros que la ciudadanía tiene, de algún modo, gran culpa… bueno, vayamos comparando; aunque las comparaciones son malas, en cuanto a la pandemia, algunos países han recurrido al confinamiento, otros a las pruebas masivas (en ambas variantes han tenido éxito), del mismo modo han apoyado a sus ciudadanos, y sí, con sus propias repercusiones.

En nuestro país trato de entender cuál variante aplicamos; el confinamiento, como tal, fue parcial y las pruebas casi nulas, y los resultados son más que evidentes, además de que el apoyo a la ciudadanía por parte del gobierno fue casi inexistente.

Por otro lado, la seguridad que, aunque desde palacio nacional remarcan que se está avanzando, deja mucho que desear, ya que esta semana se llevó a cabo la ejecución de un exgobernador de nuestro país y meses atrás el atentado contra un jefe de policía en otro estado, sin mencionar las ejecuciones de alcaldes y otros servidores públicos.

¿Cómo puede sentirse el ciudadano si el mencionado exgobernador contaba con un cuerpo de seguridad que no pudo impedir el magnicidio? ¿Ya estaremos en estado de indefensión?

El tema en esto, acerca de si fue bueno o malo, es la libertad con la que se mueve la delincuencia en nuestro país. ¿En qué posición queda la ciudadanía? En ambos casos, la pandemia y la seguridad tienen algo en común, que es mermar nuestra capacidad de decidir cómo podremos reducir esto.

Esperaremos a que los de arriba lo resuelvan? Ojalá no sea así.
Vaya pues una reflexión:

Con tanto alarde que han hecho los de arriba, sigo pensando que viviremos tiempos difíciles.

Ingeniero Antonio Lima Flores