Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
Nadie en su sano juicio, en estos momentos, pondría en duda el triunfo de Claudia Sheinbaum Pardo en las elecciones de junio de este año. No se necesita ser experto en temas políticos ni se requiere de buena o mala fe para ubicar a la abanderada del PRI, PAN y PRD, Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz en un muy lejano y segundo lugar en las preferencias electorales. En términos generales, esta contienda parece un juego cruel de resultados previsibles.
Los mexicanos se preguntan, primero, cómo es que los tres partidos del Frente Amplio por México decidieron postular a Xóchitl como su abanderada en vez de elegir a la mejor propuesta que representaba la tlaxcalteca Beatriz Paredes Rangel y, luego, por qué mantienen en la lucha desigual a una política que simplemente no está a la altura de una contienda de este nivel. La exgobernadora de Tlaxcala le hubiera dado batalla a la aspirante de MORENA y hubiera dignificado mucho a la política en cualquier terreno.
Resulta triste ver el papel que desempeña la Hidalguense en actos públicos y privados. Y es hasta indignante ver la forma en que los dirigentes de los partidos políticos que la proponen permiten que la señora se preste a la mofa de crueles detractores que encuentran en cada desacierto, muy continuos, por cierto, una mina de oro para desacreditarla y minimizar su capacidad oratoria y de pensamiento.
No es necesario denigrar así a una mujer, no es necesario exponerla a la burla o a la crítica insana y vulgar o agresiva de fanáticos, no es justo exponer a una dama al desgaste de imagen o a la sospecha fundada o no de determinadas incapacidades. Lo mejor y oportuno que puedan hacer los dueños de los partidos que la mal impulsan es sustituir a su candidata y colocar en la contienda a alguien que más o menos se defienda, que no sea carne de cañón ni derrota asegurada.
Una alianza o frente compuesto por el PRI, PAN y PRD es de nacimiento un error, un bodrio, algo antinatural, inaceptable e ilógico. Refleja demasiada ambición y ausencia de representación popular. Quienes cocinaron esa alianza son personajes que tienen el desprecio social y son representantes de los intereses particulares. Todo cuanto hagan o digan está muerto de nacimiento. Cómo entonces podría salir algo medianamente aceptable en la postulación de una o un candidato presidencial…
Es esta guerra desigual en donde sólo hay una perdedora tiene mucho que ver la falta de respeto de las mismas mujeres hacia una integrante de su propio género. La crítica y la burla, venidas de las damas, es despiadada y justificada o explicada por la pasión y fervor que despierta el tema político y más si se trata de la sucesión presidencial. Sin embargo, no es aceptable, de ninguna forma, la crueldad y maldad con la que atacan y agreden a la aspirante del PRI, PAN y PRD.
Xóchitl Gálvez no tiene asesores, no cuenta con personal capaz en torno a sí, está carente de gente que la auxilie hasta en lo más elemental y básico. A ella se le ausentan las ideas claras, huyen de ella los datos y cifras, le falta coherencia y credibilidad. Su discurso es vacío, sin alma ni origen o destino. No hay propuesta concreta o creíble. Parece que está hablando de otros asuntos, con otra gente y en otros tiempos. Cierto, nadie está obligado a saberlo todo, nadie es perfecto, pero para ello hay preparación y apoyo y ella, no los tiene.
Hay voces que piden que termine esta novela trágica, que se ponga fin a la crueldad a la que ha sido expuesta una mujer que tal vez de forma inocente creyó en la posibilidad de ganar, de representar a la mujer y de encabezar el destino de México. Ella aún cree en la gente, pero la gente no le cree. Ella espera de los electores, pero la sociedad ya le dio la espalda y la ha hecho perder antes de jugar.
Cualquier cosa que pase en la política mexicana o cualquiera que sea el interés de los políticos, no justifica la mala fe con la que exponen a Gálvez Ruiz al desprestigio y al rechazo generalizado. De cualquier forma, no se vale… no es justo.
