¿Viva México?

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

 

Lo he dicho: somos patriotas cada 15 de septiembre, nos acordamos de nuestros difuntos el dos de noviembre, visitamos el hogar materno o la tumba de mamá el diez de mayo y expresamos nuestros sentimientos amigables o amorosos el 14 de febrero y luego, el olvido, la vida normal, el comportamiento y los sentimientos alejados de nuestros seres queridos y de nuestra patria. Luego, la expresión normal y cotidiana de indolencia, de impunidad e intolerancia.

Este 15 de septiembre los mexicanos, como muchos otros antes, con exasperado nacionalismo, con ridículo sentimentalismo nacional y con argumentos endebles, hasta nos vestimos de charros o de chinas mendozas y hasta nos creemos capaces de morir por la patria en ese mismo instante y lugar si fuera preciso y necesario, pero el resto del año y en todas nuestras acciones cotidianas traicionamos a nuestra nación y la asesinamos sin miramientos y desde luego, sin aceptarlo.

¡Viva México! gritamos el 15 de septiembre y se nos hincha el pecho porque nos sentimos libres pero sin obligaciones, se nos salen las lágrimas de emociones diversas, se nos despierta el amor patrio pero somos los mismos que arrojamos basura a las calles, los que estacionamos el auto en la banqueta, los que expresamos nuestra intolerancia rechazando la libertad sexual o religiosa, los que propagamos los rumores, los que inventamos los chismes, los que negamos derechos y libertades a otros como si los otros no fuéramos nosotros.

¡Viva México! gritamos a todo pulmón, orgullosos de nuestra bandera y de nuestras libertades “que ya quisieran en otros países” y hasta le mentamos la madre el candidato a la presidencia de Estados Unidos Donald Tromp o al poder y exorcizamos al mal gobierno, pero somos los que vendemos el voto por doscientos pesos, los que cambiamos el progreso del estado por una despensa, los que compramos el sufragio y llegamos al poder a cualquier costo, los que evadimos el pago de los impuestos, los que burlamos las leyes, los que nos reímos del vecino en desgracia o desprestigiamos por despecho y mediocridad a la mujer.

¡Viva México! decimos a grito abierto en las principales plazas del país, desde las más grandes hasta las más pequeñas, pero somos los que vendemos kilos de 800 gramos, los que todo criticamos sin aportar ni proponer algo, los que nos burlamos de las personas diferentes, los que contribuimos a la corrupción por dar y por recibir, los que obtenemos el dinero de forma deshonesta o de plano ilegal, los que nos beneficiamos con el diezmo, los que nos enriquecemos con la fe y la ignorancia… los que inventamos las flores y los telares de la estupidez…

¡Viva México! gritamos una y otra vez como esperando que nos crea la patria, como si con ello nos limpiáramos los pecados, como si de esa forma recuperamos la confianza ajena y propia, pero en la realidad al día siguiente somos los mismos que estamos acabando con los bosques, con los ríos, con el respeto y la dignidad del hombre, si al día siguiente volveremos a buscar la forma de estar por encima de los demás, por llegar primero aun por encima de los otros, por sentirse y creerse los únicos y los mejores.

¡Viva México! estallamos como la luz de los fuegos de artificio y con esa misma espontaneidad y fugacidad nos llenamos de gozo el cual al día siguiente se va al pozo de las buenas intenciones con las que está construida la cotidianidad nuestra, si se olvidan los buenos propósitos como se olvidan los juramentos de año nuevo, como se ignoran las promesas de campaña, como se pasan por alto las obligaciones de respeto y educación y buenas formas.

¡Viva México! aunque no sepamos dónde, ni cómo, ni con quién ni para qué… que viva tal vez para seguirlo consumiendo en el alcoholismo, en la drogadicción, en la violencia institucional y entre la delincuencia organizada que es casi la misma y entre la indolencia del gobierno que vive en su propio mundo, pero seguro y siempre alejado de la realidad.

¡Viva México! El de los millones de pobres y de empobrecidos hasta la miseria, el de los niños de la calle de futuro cancelado, el de los ancianos olvidados pero pretexto del poder, el de los diputados y senadores y gobernantes con fuero impune y el de los políticos enriquecidos hasta la vergüenza…

¡Viva México! decimos mil veces, muchas veces, tal vez porque estamos satisfechos o conformes con la forma en que lo tenemos o como lo hemos hecho, así, que viva, siempre, así, con sus rosas de Guadalupe, con sus ventaneando, con sus Laura de América, con cada quien su santo, con sus pasillo TV y sus telenovelas y su fut bol… Pura cultura pues… sí, que viva el México dormido, el sedado, el idiotizado y el orgulloso de sus prosperas, sus televisores gubernamentales para no pensar y sus ciudadanos y sus limosnas oficiales…

Sí, que viva México… pero no vivirá con las buenas intenciones producto de la borrachera libertaria del día nacional, sino con ejemplos, con esfuerzos, con libertades y con seres humanos más conscientes… pues si no es así, entonces para qué chingaos queremos que viva México…

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