Visiones catastróficas en política

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Las renuncias al cargo que ocupaban quienes aspiran a la candidatura presidencial por parte de MORENA causó furor entre los fanáticos y seguidores de esos personajes. Hay quienes se rasgan las vestiduras, se ponen la camiseta, cambian de partido y hasta hacen misas rogativas favor de su gallo, pero hay también a quienes ese show los tiene sin cuidado ni preocupación y tienen sus argumentos, pretextos o razones.

Algunos mexicanos ven con escepticismo el discurso y los propósitos de los aspirantes surgidos del partido en el poder pues creen que son más buenas intenciones y demagogia que proyectos viables o destino posible para el país. México no ha cambiar de forma radical o de acuerdo a las necesidades y urgencias de la sociedad sólo con discursos y deseos. Algunos ven en MORENA y en sus aspirantes la continuidad del populismo, la misma visión idealizada de una nación alejada de la realidad lacerante.

La violencia en todo el territorio mexicano no sólo no cede, sino se incrementa. El control que la delincuencia organizada ejerce sobre todo el suelo nacional es la señal de que en México hay dos poderes: el del gobierno, debilitado e infiltrado y el de la mafia, sanguinario y poderoso, pero, sobre todo, capaz de quitar y poner gobiernos de acuerdo a sus intereses. Los candidatos van a hablar del tema y van a ofrecer recetas milagrosas para poner fin a la inseguridad.

El sistema de justicia y quienes la representan son un doloroso pendiente para una sociedad que aspira a alcanzar la democracia, el orden y la justicia en sí. Jueces, ministros y ministerios públicos, policías de todos niveles, están en la sospecha y la desconfianza del pueblo: no están a la altura de las expectativas y de las necesidades actuales y los aspirantes morenistas prometerán cura inmediata al mal ancestral.

Los pueblos originarios, los pueblos tradicionales, las culturas viejas, los hombres y mujeres de la montaña y de los valles alejados, simplemente no tienen oportunidades. Son comunidades olvidadas, sin centros educativos de nivel aceptable, sin obra pública, sin servicios de salud siquiera mínimos, son aldeas en manos de caciques y de la delincuencia organizada y abandonados por el poder que el discurso de los que quieren gobernar, jurará poner fin. Prometer no es difícil; el político sólo dice lo que el electorado quiere oír.

El deporte está en manos de gente insensible y arrogante y la cultura es controlada por funcionarios recomendados y producto de compromisos de campaña, dicen los críticos y escépticos de la política y de los políticos. Los opuestos a todo aseguran que el proyecto educativo nacional es un fracaso pues hasta los mismos maestros se dicen decepcionados por la política sexenal en la materia. No es un rosario de lamentaciones y acusaciones: los resultados lo dicen todo.

Puede ser cierta, o parcialmente cierta, esa versión oficial de que no se puede cambiar al país en cinco años por los vicios y errores de 90 años de gobiernos corruptos. Esa idea puede ser también el pretexto ideal para justificar ineficacias, ineptitudes y corrupciones. Y también puede ser el grito que exige paciencia, confianza, un poco de tolerancia.

Pero esos necios que todo critican ven con preocupación que los nuevos gobiernos estatales y municipales a lo ancho y largo del país no tienen idea de lo que significa cambio. Siguen inmersos en las inercias, en las prácticas antiguas de ejercer el poder y no entienden que los nuevos tiempos exigen ya no más nepotismo, no más compadrazgos y el fin de la corrupción y la impunidad. Y siguen acomodando a la familia con salarios de envidia, siguen prefiriendo a los amigos en la obra pública y se siguen enriqueciendo de forma explicable pero vergonzosa.

Hay gobiernos morenistas que en este momento mantienen la deuda con los pueblos históricamente abandonados, siguen sin hacerles justicia traducida en obra y servicios. Son sociedades sin acceso a la cultura, al deporte, a la tecnología y a la cubertura de sus necesidades más elementales como la salud, el agua potable y la educación de calidad. Son temas dolorosos que los aspirantes jurarán que conocen, que también los lastima y que, bajo su gobierno, si ganan, pondrán fin. El mismo discurso.

La promesa y la esperanza serán los argumentos para volver a creer, serán los elementos que habrán de explotar con jugosas ganancias aquellos que buscarán primero, ser el ungido de MORENA y luego, llegar al poder; así ha sido siempre, esa ha sido la promesa de los mismos camuflados en los mismos o en otros partidos. Ojalá y sus visiones catastróficas, sus pronósticos derrotistas y sus frustraciones no se hagan realidad y su lengua se les haga chicharrón, por el bien de México y por la justicia, y por el bien de la política, de los políticos y de los partidos.

En materia político y electoral a MORENA se le observan sus pendientes, sus logros, sus fracasos y opciones… de la oposición no hay absolutamente nada de qué hablar.

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