Violencia y degradación humana

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Los días recientes estuvieron plagados de violencia. Las horas estuvieron marcadas por una violencia, como toda manifestación de agresión, irracional, absurda, trágica, estúpida… el territorio mexicano ha sido escenario de muerte, de sangre y dolor injusto. No es necesario invocar a los cárteles de la droga para conocer de masacres o de asesinatos demenciales: la muerte se ha hecho presente en las escuelas y los alumnos de cualquier centro educativo de cualquier ciudad son víctimas de ataques entre compañeros de estudio.

Vergüenza, indignación, impotencia e ira causaron las imágenes de una alumna de secundaria agrediendo a su compañera de escuela y de salón con tanta saña y con tanto desprecio por la vida que resulta inaceptable e inexplicable que a esa edad los seres humanos acumulen tanto odio, resentimiento e ignorancia y que en un ser que se supone debería estar aprendiendo deseara causar el mayor daño posible a otra mujercita. La estúpida violencia terminó con la existencia de otra mujer que no debió morir ni de esa ni de otra forma y menos teniendo como escenario, la escuela. Qué demonios nos está pasando como sociedad…

Tlaxcala, donde el sistema educativo escolar es un caos y un fracaso, no se queda atrás y es de pena sabernos como tlaxcaltecas referencia nacional por la violencia también estúpida y absurda que un grupo de estudiantes ejercieron sobre su compañero en el CTIS 132 de Santa Cruz Guadalupe, municipio de Chiautempan, en días recientes. Observar esas imágenes que muestran actitudes de pandilleros y sujetos organizados para atacar resulta poco más que indignante e inaceptable.

Situaciones similares se reproducen casi todos los días en muchos planteles educativos de este pedazo de territorio nacional. Lo mismo en el CBTA de Tetlanohcan donde otra estudiante ejerció brutal violencia contra otra alumna, que en el COBAT donde también se dio un reciente caso de violencia entre estudiantes. En Tlaxcala ya ha habido casos de muerte por violencia en las escuelas misma que ha alcanzado a las relaciones de noviazgo entre estudiantes y se conoce de casos en que los alumnos amenazan y golpean a los maestros. La violencia es real, inocultable e insoportable, inaceptable y terriblemente cruel.

Qué caro está pagando la sociedad la ausencia de autoridad en el hogar, la falta de ejemplo de respeto y valores en la casa y la permisibilidad generalizada para los jóvenes. Al maestro se le ha prohibido ejercer disciplina, se le ha eliminado el derecho de educar por principios a los alumnos y no hay vigilancia de los padres hacia sus hijos, mismos que, ante la mal entendida libertad con la que actúan, se atreven cada vez más. Las consecuencias están a la vista y son indignantes, patéticas. Y mientras la violencia se extiende en las escuelas, el sistema educativo nacional y estatal duerme en la impunidad y la obsolescencia.

La violencia se hizo presente de forma sangrienta en Tlaxcala en días recientes, para ser exactos, el viernes 17 y sábado 18 de marzo del presente año haciendo añicos la versión del gobierno que pregona una entidad casi un paraíso. Nadie o muy pocos, por interés personal, cree ese discurso. Una tras otra las ejecuciones se fueron contabilizando por las redes sociales y los medos de comunicación daban cuenta de asesinatos continuos a lo largo y ancho del estado.

Y mientras las cuentas alegres se desmoronaban por la fuerza de la realidad, mientras la sociedad tlaxcalteca entraba en un clima de temor, vulnerabilidad y enojo, el Estado enmudecía y hasta ya entrada la semana siguiente no había una sola declaración oficial. Aparte de exponer al pueblo con el tema de la inseguridad, algo más no está funcionando en Tlaxcala. La violencia ha llegado a niveles inaceptables.

Así es que mientras asaltaban una tienda departamental en Chiautempan, ya marcada por el asesinato de dos empresarios, las patrullas municipales centraban su atención en infraccionar motociclistas sin casco y resguardando las tiendas OXXO. Porque por si no lo sabe, amable lector, la Dirección de Seguridad Pública de Chiautempan o la comisaria, como usted la conozca, se ha convertido en empresa de seguridad privada al asignar patrulla con elementos a esas tiendas propiedad de FEMSA.

En CTIS de Santa Cruz Guadalupe la grilla magisterial está a todo lo que da por la terquedad de imponer una directora y mientras, los alumnos, algunos, se agreden hasta dejarse en la inconsciencia y otros, pocos, se alcoholizan o forman grupos agresivos. Mientras en el COBAT la lucha es sindical y hay rechazo a su dirección, algunos alumnos dirimen sus diferencias por medio de la violencia. El sistema educativo no toca ese tema, o lo aborda de manera superficial o es tan endeble que ni quien le haga caso.

¿Cuánta de esa violencia es permitida o tolerada o fomentada desde la casa y qué tanto de esa actitud hostil y agresiva es ignorada o facilitada desde las autoridades educativas? ¿Qué nivel de responsabilidad tienen los gobiernos federal, estatal y municipal en la violencia que se ha desatado en Tlaxcala?; ¿hasta que punto nosotros, todos, como sociedad, lo hemos permitido y hasta dónde vamos a permitirlo?

Tal vez la violencia es tan grave como la hemos permitido y aceptado y se incrementará en la medida en que sigamos con esta actitud indolente; de cualquier forma, esta violencia nuestra de cada día es humillante y conlleva a la degradación humana:

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