Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
Pese a los esfuerzos institucionales, a la exigencia de organizaciones civiles, a las conclusiones de estudiosos o expertos y la beligerancia de los grupos feministas la violencia hacia la mujer se incrementa en todo tiempo y lugar y más aún ahora desde el anonimato cobarde a través de las redes sociales y dirigida con brutalidad e impunidad hacia la mujer que ha decidido participar en las elecciones de este año.
Es motivo de preocupación el nivel de violencia, de agresividad, de estupidez y de desprecio con la que no sólo los hombres, sino también las mujeres, se expresan de las aspirantes a algún puesto de elección popular a quienes denigran y difaman, minimizan y ofenden escudados en falsas cuentas dentro de las redes sociales desde donde exponen su más bajo y despreciable nivel cultura y de educación.
Las descalificaciones hacia las mujeres que han salido a dar la cara por el género y las frases misóginas y abiertamente vulgares dirigidas a las profesionistas que han decidido poner sus conocimientos y experiencia en alguna representación en el gobierno, nada tienen que ver con la libertad de expresión y en cambio, representan la más baja forma de manifestar el desprecio hacia la mujer. Por desgracia, resulta fácil agredir a una mujer desde Facebook o desde cualquier otra red social pues hay la garantía total de impunidad.
Escribir estupideces de una mujer sólo por gusto y por estar favorecido por la impunidad y el anonimato representa exhibir toda la cobardía, ignorancia y misoginia de la que pueda ser capaz un ser de cualquier género o tendencia. Nada lo explica, nada lo justifica, nada debería permitirlo y nadie debería permitirse esa supuesta libertad que no hace otra cosa que venir a demostrar hasta dónde es capaz de llegar un ser humano cuando lo que busca es agredir a una persona indefensa por estar en la mira de los desadaptados ignorantes, pero desde la oscuridad.
Quienes atacan con ofensas y vulgaridades a las damas que están en el frente de la política y en la lucha por verse favorecida con el voto de los tlaxcaltecas, podrían no merecer nuestro apoyo o nuestro reconocimiento, pero indudablemente tampoco podrían hacerse acreedoras de nuestro desprecio ni de ninguna forma de descalificación. Quienes están buscando la aceptación del electorado pueden tener cualquier defecto y sin duda, los tienen, pero eso no las hace merecedoras de tan crueles y tristes adjetivos. Atacarlas cuando están abriéndose paso por méritos propios y alcanzado la igualdad y la equidad justas es una aberración, un insulto a la inteligencia y la muestra de toda brutalidad.
Porque resulta que en las páginas de las candidatas, en las publicaciones de los medios de comunicación y en cualquier espacio de las redes sociales, hombres y mujeres desde identidades falsas acusan sin fundamento de todo tipo de presuntos actos a la mujer política. Con total ignorancia las hacen culpables de robos y fraudes, de deshonestidades y de traiciones; les forman una vida licenciosa y un pasado oprobioso. Las ofenden, las denigran, las exhiben, las degradan… obedecen a su instinto primitivo y bestial, a su ignorancia.
Si no se está de acuerdo con una postulación, con una ideología política, si se ignora de campañas y candidaturas, si se es imbécil para entender las aspiraciones de las demás o de los otros, si se sabe inculto e ignorante, basta con o opinar, y si se cree experto, conocedor, docto e infalible, perfecto, pues, entonces se debe hacer una crítica fundada en argumentos, en verdades, en seguridades, en conocimiento de causa y expresarse de forma educada y cordial. Más vale parecer estúpido que abrir la boca para demostrar que sí se es.
No se vale atacar ni de esta ni de ninguna otra forma a las mujeres que con toda justicia en estos tiempos irrumpen en la política y en todas las formas de inclusión social. Es de cobardes e ignorantes agredirlas desde la oscuridad de las redes y de la mente; las mujeres no lo merecen, no lo esperan, no es justo.