¿Violencia contra violencia?

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

 

No puede ni debe existir ninguna lucha en contra de la violencia utilizando más violencia. Usar la fuerza y la agresión para imponer una idea u opinión pacifista es lo más estúpido, irracional y aberrante que se pueda ejercer. Buscar que los demás adopten o acepten nuestros conceptos, ideologías o razonamientos agrediendo su privacidad, tranquilidad, derecho de tránsito, dañando su patrimonio o lesionando los bienes comunes por medio de la fuerza o la destrucción o violación a la ley es poco más que un acto primitivo o desorden mental.

La violencia, venga de donde venga y la ejerza quien la ejerza, es inaceptable. Nadie puede ni debe recurrir a ella para hacerse entender, ni para reclamar un derecho o exigir atención o respuesta. La violencia no tiene que ser siquiera una opción o alternativa. El uso de la fuerza, ya sea proveniente del poder o del pueblo, es sinónimo de incapacidad para dialogar, es una grave ausencia de habilidad para dialogar, negociar y conciliar; la violencia es una exhibición cruda de ignorancia, de incivilidad, de brutalidad y de desprecio a la vida y a la paz.

Ver a grupos de mujeres presuntamente luchar por la vida y en contra de la violencia hacia la mujer y al mismo tiempo promover la muerte por medio del aborto resulta poco menos que ridículo y absurdo. ¿Cómo entender que se defienda la integridad de un ser que camina y también se promueva la extinción de otro ser que ya vive pero que no puede opinar ni defenderse…? ¿Cómo entender que la violencia, el asesinato, el daño, la injuria, la ofensa y la destrucción son los medios o caminos por los que se puede llegar a una respuesta, a un resultado o logro?

El argumento que esgrimen quienes promueven el aborto indiscriminado es que un feto o el producto inmediato a la unión de un espermatozoide y un óvulo no es un ser vivo, que todavía no es alguien, no es una vida, que no es un niño… si no lo es, y no suspenden el embarazo, entonces verán nacer una piedra, o una llanta, o un peluche. Existe vida desde la concepción pues si no fuera así entonces no tendría continuidad el desarrollo de un ser semejante a quienes lo procrearon y que son copia exacta de las personas. Una mujer embarazada no está esperando un bebé: ya tiene uno; ella no va a ser madre: ella ya lo es desde el momento mismo de la concepción; su bebé no está en camino, ya está en su vientre.

Si de modernidad y nuevos tiempos hablamos, si de evolución se trata, si la sociedad se cree en la cúspide de la inteligencia y si de aborto se ha de hablar, este debe ser selectivo para mujeres violadas, para los procesos que pongan en riesgo sus vidas o para los casos más difíciles, y no para promover la promiscuidad, para apuntalar la irresponsabilidad sexual, para favorecer el libertinaje ni para tener un pretexto para violar el estado de derecho bajo la bandera de revolucionarias, de víctimas y guerreras incomprendidas y reprimidas por la sociedad, por su conciencia y por el poder.

Ante la incongruencia y lo errático del discurso, ante la equivocada estrategia para hacerse escuchar, ante la ofensa y agresión que utilizan en su protesta, por la forma y fondo del movimiento y debido a lo absurdo de sus pretensiones, la sociedad en su inmensa totalidad rechaza las marchas, movilizaciones, plantones y mítines de las que en un discurso dicen defender la vida de las mujeres víctimas de la violencia y los feminicidios y en otro promueven, alientan y proponen la muerte.

Ninguna de sus demandas se va a atender, escuchar o solucionar agrediendo, destruyendo, lesionando, violentando, privando a los demás de su libertad de tránsito, dañando la economía y los bienes de los otros y mucho menos van a alcanzar victoria o logro alguno si por un lado, las activistas no tienen aún la madurez suficiente para poseer una convicción sólida ni han vivido la suficiente experiencia para saber qué si y qué no y por qué y por el otro, son utilizadas por grupos o personajes que buscan otros fines. El tema de las presuntas defensoras no es del orden moral, de salud, de género, no es sólo asunto de leyes ni de si es su cuerpo y su decisión, sino de otros argumentos y elementos que están muy por encima de su entendimiento y capacidad de razonamiento.

El fuego no puede apagarse con gasolina. En el combate a la violencia no puede utilizarse la violencia; en una propuesta de vida no puede invocarse la violencia ni la muerte como estrategia o remedio; no se debe defender la integridad y libertad del ser agrediendo o sometiendo al individuo o a la colectividad. Más que exigir, primero hay que leer, y mucho, para entender; en una lucha de ciegos nadie gana.

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