Víctimas y victimarios de la tragedia aérea

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

 

Desde cualquier ángulo que se le mire, la pareja Rafael Moreno Valle-Martha Erika Alonso resulta de todos modos víctima, incluso agraviada por aquellos que los pretenden defender de todo y nada, de todos y nadie y es su tragedia oportunidad para denostar y acusar y señalar con el dedo de brújula enloquecida y es el momento exacto para exponer frustraciones y ardores en una exhibición de total ignorancia.

Señalar de alguna forma o de todas formas a los políticos poblanos recientemente fallecidos, con razón o sin ella, con pruebas o no, con argumentos o mentiras, con lealtad o rencor, en estos momentos, es lo peor. Nadie que opine algo puede decirse objetivo, nadie se salva de estar de un lado o del otro y considerarse con obligación o necesidad de decir algo, aunque sea estupideces, de la vida, trayectoria, función pública y hasta de la cotidianidad de la pareja acaecida en las vísperas de la Navidad.

A estas alturas, hasta quienes se dicen admiradores de los Moreno Valle Erika Alonso afectan su imagen al opinar pues no hay argumentos ni elementos sólidos y confiables para sugerir una muerte programada, ordenada, accidental, por venganza, por fuga o por cualquier otra índole; opinar es agregar encono y división, es manifestar abierto rencor y frustración y abonar a la descomposición de la sociedad que ahora toma partido aunque no sepa ni siquiera por qué y para qué.

Lo cierto es que la muerte de esos dos personajes de la política es una tragedia para su familia y quiérase o no, lo es también para muchos, cientos de poblanos que ya habían sido considerados en el equipo de trabajo de gobierno de la mandataria estatal y que a la vez, dejan sin oportunidades de desarrollo o crecimiento o mejoría a miles de ciudadanos que irían a lograr obra, inversión, atención y servicios, mismos logros que se posponen, se suspenden o modifican.

Es triste, lamentable, vergonzoso y condenable, el que muchos presuntos militantes del mismo partido de los fallecidos, acusen y señalen y condenen a todos y a nadie. Pueden hacer uso de su derecho a la libre manifestación de ideas, pero el abuso de este derecho constitucional termina por enlodar la imagen de quien presuntamente defienden. Exponer imágenes de otros hechos, de otros tiempos y circunstancias como testimonios de un crimen atribuible al actual régimen abriendo nuevos canales de odio no hace más que agraviar el recuerdo y pasado bueno o malo de los fallecidos.

A la muerte de esas personas, su pasado deja de tener sentido en la medida en la que ya no pueden defenderse ni aclarar algo si es que tuvieran o no que dar explicaciones. De nada sirve ya adjudicarles crímenes, asesinatos, fraudes, enriquecimientos, actos dictatoriales o actos y omisiones que en el ejercicio de la política o la administración pudieran haber tenido: la muerte ha juzgado y sentenciado, ha dictado su veredicto y ha ejecutado el resultado y todos estos argumentos, están muy por encima de la opinión ridícula y estúpida de presuntos sabelotodo y expertos en nada que hablan como si supieran lo que dicen.

Si han de ser culpables de todo o de algo, si resultara real la sospecha de mucho y nada, si resultaran ciertos sus crímenes y atrocidades, será entonces la historia y no la sociedad y mucho menos sus detractores o amigos, quienes emitan la última palabra: la muerte ya lo dijo todo y todo, es absolutamente todo. Y si así no lo creen, entonces busquen revertir ese veredicto inapelable.

La muerte de Rafael Moreno Valle Rosas y Marta Érika Alonso es una tragedia para la política nacional aunque esta no esté del todo inmaculada. El hecho resulta grave al inicio de una administración federal, lo es para el clima sensible en el que se encuentra nuestra nación, es una desgracia para algunas familias y debiera llevarnos a la sensatez, a la solidaridad en el dolor, a la reflexión respecto al momento que está viviendo México. Desde esa perspectiva mucho ayudará el silencio o la prudencia, la opinión objetiva y responsable, el intercambio de ideas propositivo, la suma a la concordia y a la paz social. Hablar sin argumentos o sin conocimiento de causa es muy delicado, grave, irresponsable.

Con el tiempo, en muy breve tiempo, con la salida de la verdad, con las pruebas y los argumentos, con el convencimiento y la aceptación de los hechos, volverá todo a la normalidad y nuevamente el país retomará el rumbo; será entonces cuando la realidad ubique a cada cual en su lugar y sabremos quienes buscaron beneficiarse de la tragedia cubriéndose con el manto de la desgracia y beneficiándose de una tragedia.

Mientras tanto, el buen mexicano, el ciudadano responsable, opinará sin agredir, sin señalar basado en sus sospechas de experto inútil, y entenderá que la verdad está por encima de especulaciones y acusaciones sin fundamento. Que descansen los muertos en su tumba y que los vivos descansen su lengua en la razón.

 

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