Tres del Chapo, y las que faltan…
También una enorme parte del pueblo de México no duda que pueda volver a escaparse
Bernardino Vazquez Mazatzi
La re captura del Joaquín Guzmán Lorea, mejor conocido en el mundo de la mafia oficial y no oficial, no es algo que debamos agradecerle al gobierno. Más bien, el que lo hayan reaprehendido era una obligación ineludible y un adeudo que ya se estaba haciendo añejo y en el cual descansaba toda la sospecha y exigencia hacia al régimen.
Si bien una gran parte de la sociedad mexicana no dudó nunca de que las policías, el Ejército Mexicano y la Marina iban a volver a dar con él y detenerlo, también una enorme parte del pueblo de México no duda que pueda volver a escaparse no tanto porque crea en la inexperiencia o ineficacia de las fuerzas del orden, sino por el grado de corrupción y complicidades que existen en TODAS las cárceles del país.
El gobierno de Estados Unidos quiere a todos los peces gordos del narcotráfico en sus prisiones porque sabe que en México no hay garantías de que los prisioneros cumplan sus sentencia ya sea por argucias legales a las que recurren aprovechando fallas en los procesos, por corrupción o por la enorme falla de seguridad tanto dentro como fuera de las prisiones, que, como se ve, ninguna es así como de alta seguridad.
Luego entonces, a los mexicanos lo que en realidad nos preocupa es el alto nivel de corrupción que existe en el poder judicial, en el sistema carcelario y en los altos mandos del poder público… nos preocupa hasta asustarnos el nivel de impunidad con que se mueve la delincuencia y la indiferencia con la que actúan quienes cobran por protegernos y que en algunos casos, se venden al enemigo.
Y no, no es el sueldo raquítico que cobran las policías municipales o estatales el motivo o pretexto para pasarse al bando contrario, sino son la capacidad económica del narco que copta a la elemento uniformado, es la oferta y amenaza de “plata o plomo” que es casi imposible de evadir y desde luego, es la corrupción y sobre todo, la pérdida de valores, de compromiso y de integridad de las personas.
Es en este escenario en que se da primero, la inverosímil fuga del Chapo, misma que jamás pudo ocurrir sin la corrupción institucional y segunda, la tercera captura que insisto, era una deuda del sistema y la vergüenza institucional. No obstante prevalece la sospecha sobre el poder y la duda sobre su lealtad y honorabilidad mismas que no son recuperadas con este hecho. Es más, muchos le apuestan a que sin cambios dentro del pensar y actuar del sistema otra fuga no se descarta e incluso se espera. A ese nivel de desconfianza se encuentra la sociedad mexicana.
Y por otro lado, el pueblo de México no está satisfecho ni siente que se haya aplicado la ley a quienes hicieron posible desde diversas acciones y omisiones la escapatoria del narco del penal que debiera ser de alta seguridad. La idea generalizada es que además de la complicidad de las autoridades de muchos niveles hubo mano suave para los irresponsables que se hicieron como que se les escapaba el prisionero más poderoso del sistema carcelario nacional.
Así el régimen insista tercamente en una verdad legal, hay una verdad histórica que señala al poder como quien pone en escena la obra completa que habla de conflictos y acuerdos, problemas y soluciones, amor y desamor, pérdidas y ganancias… el dedo acusador del pueblo no se aparta de los funcionarios con nombre y apellido, rostro y domicilio que presumiblemente se corrompieron para enlodar a las instituciones y poner en riesgo el prestigio y la seguridad nacional. Es la misma lógica que en la del asesinato de Luis Donaldo Colosio… la verdad legal nadie la acepta; la histórica señala a un ex presidente…
Por ello es que pocos confían en que la estancia de Joaquín Guzmán Loera dentro de un penal vaya a ser definitiva, o larga, o segura… incluso para alguien sería mejor quitarse el problema de encima para siempre y su muerte de, y con razones disfrazadas y sospechosas, tampoco es una utopía, no en este México surrealista.
Tres de Chapo… y contando…
