Todos somos migrantes  

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

El tema de los migrantes centroamericanos tiene diversas perspectivas con aristas y todas indican variedad interpretaciones e intereses sin que una signifique la realidad que explique correctamente el éxodo. Tal fenómeno de alcance internacional tiene más explicaciones políticas y económicas que motivos para una movilización humana de este nivel. Por otro lado, esta manifestación transfronteriza desnuda la doble moral den algunos mexicanos y de las leyes nacionales que critican lo que hacen y rechazan lo que les hacen a los mexicanos en Estados Unidos.

El inicio de la migración se da en Honduras y se organiza en tres días. Fue por medio de las redes sociales por las que se convocó a una movilización hacia el norte y contagió a ciudadanos de El Salvador y de Guatemala. Pero para que tal llamado surtiera efecto y se desplegara hasta esos niveles se requirió de financiamiento; hay intereses que lo pagaron. Grupos y personas de México y Estados Unidos estaban interesados en algo así y lo programaron; les resultó. Se trata de tender una cortina de humo y de obtener beneficios electorales en el vecino país del norte.

Por sí solos los hondureños, salvadoreños y guatemaltecos no lo hubieran logrado. De saber que una acción de esas era posible ya lo hubieran hecho antes, y muchas veces. Y no es por falta de ganas y motivos, sino por falta de recursos económicos traducidos en miles de dólares por lo que no se había llevado a cabo un movimiento de esta magnitud. Si bien los aspectos laborales, de inseguridad y violencia, de persecución política y falta de oportunidades justificarían la migración, hasta ahora no había habido fuerza capaz de convocar a miles de centroamericanos a caminar hacia el norte. Fueron los intereses y nunca de los migrantes quienes buscaron crear una movilización así.

Esta diáspora surgida de improviso viene también a exponer la ignorancia, homofobia y racismo de muchos mexicanos que más que ganas de opinar, les falta leer. A través de las redes sociales manifiestan una total falta de respeto y de deshumanización hacia los centroamericanos que si usted no quiere, que no sean sus hermanos, pero sí son humanos que en una situación extraordinaria necesitan ayuda de todo tipo. Si usted no quiere apoyar tampoco los agreda o estigmatice y mucho menos llame a echarlos del país o a negarles comida, seguridad, ropa y tolerancia.

Las grandes tragedias de este siglo se escriben desde las migraciones en Europa, Asia y África; en países como Siria, Líbano, Afganistán, Sudáfrica y muchos del continente negro la movilización humana huyendo de la guerra, la hambruna, las venganzas tribales, las dictaduras y de las enfermedades son cosa cotidiana y pagan un costo muy alto en vidas humanas. Enormes masas de gente cruza fronteras y representan grandes retos para las naciones de arribo. La nueva era de la raza humana se llama y se llamará migración.

Todo este fenómeno tiene que representar, forzosamente, una situación de invasión a los países de paso o meta. Su presencia significa enormes problemas de población, de salud, económicos y políticos. Los países que generan la migración han sido rebasados por la realidad muchas veces surgida de la corrupción, el despotismo de sus gobernantes y la ausencia de políticas laborales y de seguridad. México, tradicionalmente y desde hace décadas, ha sido punto de llegada de ciudadanos de todos los países de centro y Sudamérica. Miles se han quedado a vivir en la zona sur de nuestro país y ahí están; muchos desde antes de 1960.

De ahí que las expresiones que rechazan la presencia de hombres, mujeres y niños venidos en marcha multitudinaria a partir de la tercera semana de octubre de este 2018, no indican otra cosa que ignorancia y muy poca calidad humana. Esas voces homofóbicas surgen de jóvenes inexpertos y por ello tal vez merezcan la disculpa pero igualmente tienen derecho a una explicación que les oriente el pensamiento y les aclare la visión pues de alguna forma, todos, o muchos, por una u otra razón, somos migrantes, algunos venidos de lejos y otros de pueblos cercanos, pero todos merecemos respeto, oportunidades, libertades y tranquilidad para vivir. Quienes opinan en contra de ellos realmente poco podrían aportar y si se les pregunta nada pueden hacer.

Más que críticas, rechazo, agresiones y violencia, los viajantes sirven para que nos veamos en un espejo y para que entendemos el mensaje de que en esta vida, todos somos una posibilidad: arrieros somos, y en el camino andamos. Todos somos migrantes.

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