Temazcales en Tetlanohcan, rito e identidad

I. Carolina Campos 

Si de algo puede y debe presumir San Francisco Tetlanohcan es el de preservar su identidad reflejada en sus tradiciones y costumbres ancestrales. Los nuevos tiempos, la tecnología y la modernidad no impiden que aún hoy sus pobladores continúen llevando a cabo actividades aprendidas de sus antepasados completamente apegados al pasado pero sin rechzar ni ignorar la actualidad. 

Caso específico es el del baño de temazcal, una costumbre arraigada en su historia y en su presente pues como en ningún otro lugar del estado de Tlaxcala, sigue representando un rito, un elemento medicinal, una construcción de aseo personal y medio por el cual el hombre se conecta con la naturaleza y al mismo tiempo, hace del baño un punto de confluencia o convivencia familiar que por ser de práctica cotidiana, forma parte de la identidad del pueblo. 

Investigadores del tema ubican al temazcal o baño de vapor como originario del norte de Asia, aunque hay indicios de que en América ya se utilizaba en el año 1200 A. C., teniendo mayor auge y representatividad en la época prehispánica principalmente en los territorios que hoy conocemos como estados de Puebla, Moerelos, Hidalgo, Veracruz, Oaxaca, Chiapas y Tlaxcala por mencionar solo algunos del centro del país. 

El Temazcal, que en lengua Náhuatl quiere decir “casa de piedras calientes” tuvo un origen ritual, como lo demuestra su presencia destacada en templos de zonas arqueológicas como Teotihuacán, Monte Albán, Palenque o Chichen Itzá entre muchos, en donde los guerreros se purificaban para tener éxito en las batallas. Su presencia en Tlaxcala adquiere mucha relevancia por estar representado el “Temazcalli” por Toci, la abuela, la sabia protectora que lo utilizaba con fines medicinales aplicables a las mujeres que daban a luz. Aunque también eran deidades del temazcal Temazcaltoci, Tonantzin y Cualaztli. 

Desde entonces, en algunas comunidades de Tlaxcala, principalmente en Tetlanohcan, se le da un uso terapéutico y curativo además de ritual, pues cura enfermedades reumáticas, nerviosas, de la piel y efectos derivados del parto; además relaja el cuerpo, estimula el sistema linfático, tonifica la piel y sana el espíritu y la mente. En él también se encuentra alivio a la tos, a los dolores de huesos, a los problemas de frialdad corporal y sirve para unir los huesos de la cadera y “cocer” la leche de las mujeres que recién han tenido un hijo. 

De acuerdo a datos que proporciona Laura Aracely  Cuapio Saldaña en su libro “El temazcal de Tetlanohcan”, editado en 2015, en ese municipio se había documentado la existencia de 450 temazcales construidos de forma tradicional o antigua, de piedra y lodo, redondos o semi esféricos principalmente aunque también los hay cuadrados y de otros materiales pero siempre considerando las características principales como lo es la presencia del texistle que es por donde se le atiza y la puerta principal siempre ubicada en la parte más amplia y alta. 

Aun ahora el balo en temazcal sirve para el aseo de la familia y si bien esta práctica puede ser diaria en el hogar, los sábados son de baño en este tipo de construcciones y reúne a todos los integrantes del núcleo pues es así como se mantiene viva la tradición y costumbre y es parte de lo que da identidad a los pueblos como Tetlanocan que luchan por preservar sus usos ancestrales. 

En este municipio, situado a las faldas de la montaña Malinche, y al que se llega desde la carretera Vía Corta Chiautempan-Puebla y siguiendo la ruta desde la Magdalena Tlaltelulco, existe la posibilidad de brindar el servicio de balo a quien lo solicite, sólo debe llegar al centro del municipio y solicitar informes respecto a dónde y quienes alquilan su temazcal para disfrutar de él. 

El baño en temazcal debería ser una sana costumbre o una nueva experiencia para el tlaxcalteca y el visitante, de ahí que las autoridades municipales de educación y cultura inviten al turismo estatal, nacional y extranjero a visitar Tetlanohcan y ser parte de lo que en estos días sigue siendo una tradición que se niega a morir y que convive con la modernidad.

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