Tan lejos de Dios y tan cerca de la política
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Lo cierto es que muchos de los suspirantes, la inmensa mayoría, son unos perfectos desconocidos
Bernardino Vazquez Mazatzi
Sin importar lo que diga la ley en materia electoral o en cualquier otra materia, cientos de inquietos políticos, los de siempre y los surgidos de último minuto, todos los días hacen reuniones domiciliarias y encuentros amistosos en toda la geografía tlaxcalteca pensando e imaginándose ser los bendecidos por los partidos políticos para alguna candidatura en específico y hasta soñando llegar al poder por la candidatura independencia que no quiere decir sin partido.
Lo cierto es que muchos de esos suspirantes, la inmensa mayoría, son unos perfectos desconocidos o al menos con la mínima posibilidad de abanderar la ideología de un instituto político pero que ya se han formado no para confrontarse con sus adversarios en una campaña electoral, sino para dejarse ver, pasar lista de presentes y ser considerados al momento de las negociaciones y el reparto del poder, que siempre hay.
Es más, muchos de ellos ni siquiera tienen un proyecto de gobierno, un programa de acción trayectoria en la política ni en la administración pública o seguidores, vamos, ni siquiera el conocimiento de la problemática en su estado, municipio, distrito o comunidad pues de antemano están conscientes que no serán los elegidos por su partido para contender en las elecciones constitucionales; simplemente se forman para después “declinar” a favor del impuesto, digo, del elegido por sus siglas y colores partidistas.
Incluso uno que otro acepta, en un arranque de franqueza o cinismo, que su “lucha por abanderar los ideales de su partido” en realidad tiene que ver con su falta de chamba y su intención por integrarse a la administración del ganador de las contiendas internas y luego en la administración si es que gana el que sí fue bendecido por el dedo supremo.
En estos momentos hay una enorme cantidad de aspirantes en cada partido y muchos hasta le rezan a su santo preferido para que no haya alianzas y así poder tener la oportunidad de contender. Y les desespera el saber que son tantos los deseosos y una sola la silla. Y en sus desesperación y de frente a la realidad de verse excluidos de su partido, derrocharán injurias y buscarán refugio en cualquier instituto que los cobije aunque sólo los utilice pues quiérase o no, en las campañas electorales todo es utilizable y a veces hasta reciclable.
Los candidatos elegidos por los partidos políticos para representarlos en las campañas electorales no siempre son los mejores de sus filas. Incluso los hay colocados para perder pues las negociaciones y acuerdos cupulares así lo exigen. Algunos candidatos carecen de habilidades para el discurso, no tienen una oferta para el electorado, no tienen equipo que sustente su idea de gobierno e incluso carecen de popularidad y aceptación.
Ahora que, estos aspirantes sí pueden ganar. Han ganado. Es más, muchos de quienes en su momento no debieron triunfar son en este momento autoridades municipales o diputados cuyos resultados estamos padeciendo los tlaxcaltecas. Qué se le ha de hacer, a veces al pueblo lo desampara la corte celestial.
Las campañas electorales iniciarán, ya en serio, formalmente y con toda su demencial cauda de mensajes didácticos e inteligentes, de los cuales los ciudadanos ya estábamos ansiosos por escuchar para deleitarnos y hacernos llevadero el día, a partir de que los presidentes municipales rindan su segundo informe de gobierno. Ese es el banderazo de salida pues si siquiera lo es el informe del gobernador que, más que los anteriores, a los tlaxcaltecas ni les interesa.
Amable lector, con profundo pésame me uno a su pena por tener que soportar, una vez más, esa andanada de promesas incumplibles, risibles y demagógicas, y reconocerlo por aguantar esas frases huecas y basura y los regalitos de cinco pesos que compran el voto antes y durante la jornada electoral y que son lo único que recibiremos los electores. En fin, qué se le ha de hacer, si estamos tan lejos de Dios y tan cerca de la política y los políticos.