Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
Quiérase o no, en estos tiempos el ser humano está siendo testigo y protagonista de forma directa o indirecta, de su exterminio voluntario. A nivel global, el hombre desprecia la vida y la arranca por cuestiones ideológicas, de raza y de credo, por recursos naturales valiosísimos, por territorio y sobre todo, por ignorancia.
A nivel nacional los mexicanos luchamos por erradicar de la faz de la tierra a seres semejantes por asuntos de narcotráfico, robo de combustible, cobro de piso, trata de personas, contrabandos diversos y hasta por ser de sexo masculino o por homofobia y machismo… pero igualmente por exceso de ignorancia.
A nivel local los tlaxcaltecas somos invitados de honor y testigos de primera fila a la auto destrucción de la especie humana y de cuanto lo rodea, como consecuencia de los incendios forestales que como nunca antes, se han multiplicado sobre el territorio del pan de maíz, destruyendo todo vegetal que se pueda quemar y matando toda fauna que pueda morir, exhibiendo al ser humano como el ser más irracional, estúpido e ignorante que pueda poblar el planeta.
La inacción nos hace partícipes, o cómplices, o culpables. TODOS, absolutamente todos somos responsables del terrible mal que sufre la tierra y la seguimos asesinando como si fuera nuestra. En la agonía que sufre el mundo no hay inocentes y la insensibilidad, la mediocre respuesta, la irresponsabilidad e ignorancia son el común como respuesta y son el veneno y arma con la que estamos cometiendo el suicidio colectivo.
Cualquier individuo puede hacerse a un lado alegando inocencia, pero basta con conocer sus hábitos de consumo, su vida cotidiana, sus costumbres y necesidades para ver la forma en que contamina todo cuanto esté limpio y puro y es culpable de la emisión y deshecho de humos y basuras que matan lentamente pero de forma irreversible el hábitat.
Aterroriza ver cómo las sociedades y culturas del orbe arrojan desperdicios de forma impune al mar, al aire, a las calles, a los bosques y desiertos; es absurdo como las naciones industrializadas ensucian los ríos que nos proveen de agua, resulta absurdo ver como seres “inteligentes” matan a los animales endémicos e inocentes y es inconcebible e inaceptable saber que hay seres imbéciles que a propósito inician fuego en muestra montaña Malinzti y a cualquier zona arbolada del estado.
La raza humana desprecia la vida. Goza verter sangre inocente o de los más pobres y débiles, se siente superior al tratar de dominar otras razas, extermina seres con pensamiento e intereses diferentes, utiliza y deshecha comunidades o grupos, asesina en nombre de un dios o un interés, explota de forma irracional los recursos y conduce a la especie supuestamente homo sapiens al suicidio. Esta es la verdad irrefutable, terrible, actual, irrefrenable.
El grito de auxilio de la naturaleza, del mundo, de nuestro hogar llamado planeta tierra no es escuchado por muchos, por quienes debieran oírlo, por quienes tienen el recurso económico y material para atenderlo. Falta inteligencia, voluntad, visión e interés por defender la vida en toda forma de expresión. El llamado lastimero y la súplica última no es interpretado de forma correcta y urgente por las sociedades del mundo quienes no se sienten ni se creen destinatarias del llamado ni obligadas a intervenir la auto destrucción.
Quizá al mundo ya no le falte tecnología sino consciencia pues sin la segunda no tiene sentido la primera. Tal vez haga falta hacer un alto en la historia de la raza humana para tratar de entender su origen y destino y discernir sobre su actualidad y su futuro incierto y al parecer, ya no muy seguro.
Los incendios en todo el territorio tlaxcalteca, la insensibilidad de la sociedad, la ineficacia de las autoridades y la prolongada ausencia de lluvias parecen ser el último llamado de la naturaleza y está en la consciencia de cada uno de nosotros, de TODOS, actuar o hacernos los desentendidos; de cualquier forma, el destino del hombre parece ser el suicidio colectivo.
