A sus 30 años se hace cargo de sus cuatro hijos, el más pequeño tiene tres años
Por I. Carolina Campos
“A un hombre la gente lo trata siempre de malo, desobligado, bueno para nada, irresponsable y muchas otras cosas feas cuando deja sola a una madre con sus hijos, pero cuando es la madre la que se va, como se le dice, ¿qué nombre se le puede dar a esa mujer?”, es la pregunta que hace Darío al concedernos narrar parte de su vida y compartirla con nuestros lectores de Ojo Águila.
Un hombre de aproximadamente 30 años de edad pero con una apariencia mayor, originario de una comunidad del estado de Hidalgo y quien ahora radica en un municipio en las falda de la Malintzi en la entidad tlaxcalteca, ataviado en una chamarra tipo cotorina de cuadros café claro y obscuro, cargando entre sus brazos al menor de sus cuatro hijos de apenas tres años de edad a quien acaricia el cabello arrullándolo para que se duerma, nos cuenta su historia de vivir sólo con los niños luego de que hace dos años su mujer lo dejó para irse a vivir al lado de otro hombre.
“Casi no me gusta platicar de esto porque todavía me duele mucho, me duele el abandono, no de mí, no, si no de mis hijos. Yo pregunto y se lo he preguntado a personas que me conocen, cómo se le puede llamar a una mujer que se va, que le vale madre sus hijos, los dejó chiquitos, aquí a este niño lo dejo de un año cuando todavía lo amamantaba, dígame usted y que me diga la gente que nombre se le debe dar a esa mujer”, Darío se cubre el rostro con las manos y llora, sus lágrimas caen sobre el cuerpecito de su hijo que duerme plácidamente.
“Sabe, mis hijos son lo único bueno que ella me dio y lo único que le agradezco. Vivimos nueve años juntos, mi Adriancito el mayorcito tiene ocho años, cuando nos juntamos yo estaba decidido a hacerla feliz, y si lo fuimos un tiempo, mientras ella no trabajaba. Hace cinco años ella empezó a trabajar que según para que me ayudara, yo le decía que no que yo trabajaría más tiempo para que nada le faltara ni a ella ni a mis hijos pero no, que a fuerza quería trabajar. Yo pienso que afuera conoció malas mañas se encontró a otro hombre nació este niño y se fue…”
“…Pero sabe, a mí no me duele ella, me duelen mis hijos, eso sí me rompe el alma. Oigo como el mayorcito les dice a sus hermanos que su mamá se fue a trabajar lejos y por eso no viene, pero no, no es así, ella se fue con un hombre que trabajaba de herrero cerca de donde vivíamos. Yo ahorita vendo en las plazas pero antes yo era obrero y en mi descanso era chofer de una combi. Según me dicen los vecinos que se fue para el otro lado pero sé que un tiempo vivió aquí en Tlaxcala, sé que se fue embarazada de ese otro y mis hijos le valieron”.
Darío dice que la buscó no por él, sino por el bebé que buscaba a su madre pues aún estaba siendo amamantado.
“Si, si la busque, a pesar de que ya sabía que me había dejado por otro hombre, doble mi orgullo y fui a buscarla a la salida de su trabajo, le dije que no me importaba si había dormido con otro, que yo estaba dispuesto a perdonarla pero que regresara a la casa porque los niños la necesitaban, la esperaban, más este niño al que todavía le daba de su pecho, ella me dijo que no, que no iba a volver nunca, que me dejaba a los niños porque su nuevo marido no la quería con hijos, que por eso se me quedaban, me dijo que les dijera que tuvo un accidente y que su mamá se murió, pero no tengo ese corazón, por eso solo les dije que se fue a trabajar al otro lado, aunque mi hijo el mayor sabe porque no falta en la escuela quien le dice y con el tiempo se lo dirá a sus hermanos. Si a ella no le importan sus hijos y nos abandonó, yo doy la vida por ellos”.
En el transcurso de la entrevista se reunieron los cuatro niños quienes rodearon el cuello de su padre que sentado con el pequeño dormido en sus brazos, se acomodó para abrazar a los cuatro juntos haciendo con ellos un ramillete de amor.
