SOLO PARA COMENTAR

Hace unos días vi una película de uno de los más grandes actores del cine nacional y hablo del ídolo de México “Pedro Infante”, donde cantaba una canción “enamorada” y la forma excelsa en que lo hace no deja duda de la más grande admiración que había en ese entonces por la mujer.

Es cierto que han habido grandes avances en la liberación de esta o en los derechos de la misma. Ahora, en este tiempo la mayoría de las canciones que escucho me parece que han perdido la escencia más sublime de lo que es la ensoñación por la mujer.

Cómo recuerdo mis épocas en las que nos tocaba conquistarlas, en verdad era difícil ¿A cuántos de mis amigos no los vi padecer? Y me sumo también a ellos por al menos obtener una leve aceptación de la mujer por la cual suspirábamos. La conquista, si eso se puede decir, consistía en el envío de cartas sin nombre, poemas, acrósticos, flores, serenatas y tal vez algún otro pequeño obsequio con la ilusión de que ella pudiera saber quien lo enviaba.

No es menos decir que algunos o muchos de nosotros fracasamos y ese gran amor de nuestra juventud se perdió y aunque después fue duro, continuamos hasta que alcanzamos tal vez no al gran amor de nuestra vida (puede ser utópico) pero sí a la pareja a la que le entregamos nuestro amor.

Cómo no recordar a aquellos que esperaban por horas la salida de aquella joven que querían que fuera su novia, la aceptación de los padres de la misma era terrorífico, al menos como hombres, teníamos que responder ante ellos de dar una vida cómoda para su hija. Así es, era todo un rito.

No sé si en éste tiempo sea igual, la comunicación en mucho ha desvirtuado éste cortejo, dando lugar al menos desde mi punto de vista a una gran confusión, ¿Será correcto enviar una cartita de amor, unas flores, una serenata sin que pudiera tomarse cómo un delito? A éstas alturas tengo muchas dudas, lo digo porque el amigo de un amigo (entiéndase la metáfora) trató de ser cortés con una joven diciéndole que una de las agujetas de su zapato se encontraba suelta, a lo cual ella respondió que qué le importaba, que si la venía siguiendo que se alejara porque si no lo demandaría por acoso ¿Ya hemos llegado a esos extremos? Espero que no, que sigamos en la idea de que lo más sublime que tenemos es la mujer.

Vaya pues una reflexión:

Así enamorada, entrégame tú la caricia sincera de amor…

Ingeniero Antonio Lima Flóres

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