Mtra. Elsa Martínez Flores/Columnista
Nadie puede negar el talento de quién ahora para muchos se convirtió en una leyenda de la canción vernácula, sin embargo, como todo mortal, en los últimos años, se mantuvo bajo el escrutinio de las redes sociales por su conducta hacia las mujeres, derivado de las diversas fotografías que circularon tocando aparentemente de forma indebida a las féminas o bien dando algunas declaraciones de su pensamiento típicamente machista.
No lo voy a criticar, quien soy para poner en tela de juicio las acciones de un personaje que ya no está entre nosotros. Pero… si, siempre hay pero, relataré algo que como persona me hizo analizar la ideología de un hombre que llegó a representar al imaginario artístico que llevan aún la batuta en materia de “brindar apoyo”, sobre todo a una mujer.
En una de sus tantas giras por Tlaxcala, ofreció una conferencia de prensa, al término de ella, una cantante de la cual me reservaré el nombre y alias, se acercó a “Chente” para pedirle ayuda ya que su carrera la consideraba varada, y deseaba sobresalir.
Rudo, directo y sin la menor diplomacia o caballerosidad que pudo ejercer como hombre de mundo que era, le dijo palabras más palabras menos, que ya era una intérprete mayor, sus mejores glorias habían pasado, que mejor siguiera en la dinámica de cantar en fiestas porque ya era muy difícil que sobresaliera a esas alturas del partido.
Decepcionada, la artista lo expresó así en un medio de comunicación impreso de mediana circulación. En ese entonces, sin el furor de las redes sociales, la declaración de Vicente Fernández no hizo mella en los grupos sociales y pasó desapercibida.
Esta acción supongo que dañó, no sé en qué magnitud pero con el tiempo, sus espectaculares que se localizaban afuera de la ciudad de Apizaco desaparecieron poco a poco, se difuminó tal vez un sueño legítimo que él terminó de un plumazo con ese argumento.
Probablemente, si la declaración hubiera sido en el auge de Facebook o Twitter, el ahora leyenda hubiera acumulado otra rayita más al tigre en cuanto a su forma de ser con las damas.
Dos o tres años después, realizó un dueto con Lucero, quien rondaba ya la misma edad que la dama que le había solicitado su ayuda, pero aquí era diferente para don Vicente, porque con quién cantó muchas veces ya se había consumado como artista.
Así funciona el mundo del espectáculo, nada que reclamarle, pero él pudo haber sido más amable o utilizar otras palabras para decirle de forma muy sutil a alguien que iba con espectativas que no quería hacerlo, no podía o no se le daba la gana y ya, pero de otra manera.
La artista que desapareció de los escenarios también pudo intentarlo, dejar de pensar que él era el único que podía impulsar su carrera, es respetable su decisión no haberlo intentado una vez más con otros contactos. Los argumentos son los que hacen reflexionar en torno a quien cantaba con devoción letras como la de Mujeres Divinas.
Si, todas somos eso, maravillosas, no solo en el amor, sino en lo que nos ha tocado desempeñar diariamente, el trabajo en una oficina, negocio o la que realiza cualquier labor para sacar adelante sus proyectos y sueños independiente de la edad que tenga.
Particularmente, nunca acudí a uno de sus exitosos conciertos, menos cuando conocí esa anécdota que hizo que viera con más detenimiento a quien se debía a su público, de que su voz era excelente ni duda cabe y que ahora forma parte de un legado, es indiscutible, sólo recordé…