Rifar el avión… ¡qué buena idea!

Bernardino Vazquez Mazatzi/Escritor y Periodista

En 1938, el presidente de la República, el general Lázaro Cárdenas del Rio concretó la expropiación petrolera nacional entonces en manos de extranjeros y para lograrlo, llamó al pueblo a solidarizarse con ese objetivo que parecía imposible. El mandatario estaba al frente de una nación sin dinero y tuvo la ocurrencia de pedirle a los ciudadanos cooperar con lo que tuviera y así fue como los mexicanos vendieron cuánto pudieron y tuvieron cerca para contribuir económicamente.

Si ese movimiento social y nacionalista se hubiera convocado en estos tiempos, habría sido motivo rechazo, burla, crítica absurda y de memes estúpidos de parte de gente que no tiene siquiera la mínima idea de cómo tomar decisiones trascendentes y de cómo evolucionar tomando determinaciones arriesgadas, valientes, novedosas, diferentes, posibles, efectivas. El nivel de chacota de algunos es indicativo de su ignorancia y mala fe.

La idea de rifar el avión presidencial por medio de la Lotería Nacional es la idea más genial, atrevida, actual y trascendente que estadista alguno haya tomado y representa una enorme posibilidad real de deshacerse de ese símbolo de la ostentosidad ofensiva y una muestra de la arrogancia y corrupción del poder. Lo que importa es el fin, no el medio. El pueblo quiere, merece y espera respuestas, no pretextos ni argumentos ridículos.

Quienes critican la propuesta no la han entendido. Ni siquiera se han tomado la molestia de informarse; el rechazo y la crítica, lo mismo que su ignorancia y desprecio les es natural y la exponen de forma risible. Porque si usted, amable lector, se hiciera de un “cachito” de la Lotería Nacional, no ganaría todo el avión, sino lo que representa o vale una de las 20 partes de un billete entero. Usted y 19 personas más, serían los dueños de esa aeronave. Pero por muy poco que le parezca, se habría acreedor de, digamos, con números tontos, cuando menos 15 millones… y no de pesos, sino de dólares.

¿Habrá alguien que no se atreva a arriesgar 500 pesos por una fortuna de ese tamaño? ¡Claro que no! Ni siquiera los críticos, los contrarios, los perdedores, los expertos en contra de todo y a favor de nada, se negarían esa posibilidad real, creíble, cercana. No se trataría de que un campesino, un comerciante del mercado, el lustrador de calzado o el operador de una combi se convierta de la noche a la mañana en empresario de la aviación, o que de un día para otro vaya a estrenar su avión compartido y determine viajar a Europa y darse un rol por el mundo. Aunque se pudiera y se debiera, lo que importa es su contribución a las causas nacionales y su apoyo al gobierno que, pese a quien nos pese, es de todos; con ideas geniales o sin ellas, es el presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

Rifar el avión presidencial que tuvo un precio ofensivo e inmoral en un país con más de 50 millones de pobres es una idea genial que, precisamente por su envergadura y magnitud, no es para el entendimiento de muchos, y menos para quienes nada les parece y tal vez más tarde opinarían que el presidente de la república debió rifar el avión aunque sea por medio de la Lotería Nacional; hay muchos que nunca han hecho algo que modifique el entorno, la política, las inercias o costumbres, pero opinan como si supieran lo que dicen, no aportan pero cómo molestan.

En estos tiempos de excesos en la libertad de expresión, en este país en donde los entremos de la opinión rayan en la ofensa, la desinformación, la diatriba y el chisme barato y corriente, es entendible la andanada de burlas y críticas a la idea de Andrés Manuel López Obrador. Pero esos mismos mensajes negativos no vienen acompañados de propuestas, de alternativas, de voluntades… por eso carecen de valor serio y provocan que la idea presidencial cada vez sea más seria y con muchas posibilidades de realización. Y de éxito.

En un país en donde hacen falta respuestas, soluciones, apoyo, atención, resultados, son fundamentales las acciones atrevidas, las ideas innovadoras, los hechos tangibles y de beneficio colectivo.

Aunque lo cierto es que aquellos que se burlan de la sola idea de una rifa masiva, aquellos que se creen ajenos a la cultura nacional, no dejarán de comprar su “cachito” pues, como la mayoría de los mexicanos dirán “quién quita en una de esas…”

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