Una persona que anime, que incite a cometer un delito o no hacer nada para evitarlo es tan culpable como el agresor, ¿hasta dónde queda la responsabilidad de la sociedad, cuando la violencia y los mensajes de odio se vuelcan en las redes sociales?
La Pluma más Rápida/Columna
En un hecho sin precedente para el estado de Tlaxcala se generó un linchamiento mediático en contra de una mujer en redes sociales, ahora con el avance de la tecnología para mantener a la gente comunicada, se observó con mayor presión la sed de justicia de una sociedad pero al grado de incitar a cometer un delito con mensajes de odio y amenazas de muerte, que se cumplieron hacia una joven.
El 21 de marzo Día de la Primavera, Elisa “N” a quien se le calificó como la niñera golpeadora presuntamente se suicidó en la recamara de resguardo en el Centro de Reinserción Social (CERESO) femenil en Apizaco, aun cuando los medios de comunicación informaron sobre el asunto la gente estaba incrédula, como si se tratara de un espectáculo pedían ver el cuerpo y que los padres afectados lo corroboraran alimentando más el morbo.
La joven de 25 años no se suicidó, la mató la sociedad, desde la instigación de la gente que pedía su muerte en Facebook principalmente, después la irresponsabilidad de los medios de comunicación que para conseguir audiencia publicaron datos personales hasta de sus familiares, después la omisión de las autoridades para para salvaguardar la integridad física de Elisa dentro del CERESO.
Una persona que anime, que incite a cometer un delito o no hacer nada para evitarlo es tan culpable como el agresor, ¿hasta dónde queda la responsabilidad de la sociedad, cuando la violencia y los mensajes de odio se vuelcan en las redes sociales?
Sin saberlo, la gente hizo apología de un delito al celebrar la muerte de la joven, quien estuvo detenida de manera preventiva, y a unas horas de su audiencia pública para enfrentar la denuncia por agresión en contra de dos infantes que interpusieron los padres.
De acuerdo con quienes saben de derecho, si el juez encontraba elementos para declararla culpable, bien podría salir bajo fianza o pasar unos meses en la cárcel, pero no merecía la muerte.
Todo comenzó cuando se hicieron virales los videos donde se muestra a Elisa “N” agrediendo físicamente a dos pequeños de los que estaba al cuidado, los padres en todo su derecho interpusieron una denuncia pero la respuesta fue omisa, así que comenzó una campaña para hacer presión al gobierno y actuar en contra de la agresora.
Sin embargo, la sed de justicia se volvió una campaña de instigación para que quien encontrara a la joven en la calle la agrediera, la golpeara, incluso, la matara, o bien, la quemara.
Muchos consideran que tras su detención Elisa “N” no aguantó la presión social y se suicidó, pero su muerte se da en una situación que pone en tela de juicio la actuación de las autoridades, muchos querían hacer justicia por su propia mano dentro y fuera, principalmente las mujeres con hijos según las estadísticas que arroja el análisis en las redes.
Hubo una omisión muy grave de las instituciones, en este caso del sistema carcelario, no es posible que no se tomaran las debidas providencias para cuidarla, se le expuso con guardias que bien pudieron haberla agredido al punto de provocar su muerte, pues el padre de Elisa “N” dijo que tenía un golpe en la cabeza.
Insisto, ella no se suicidó…la mató la sociedad. Lo que le pasó, ahora le podría ocurrir a cualquiera, a los padres, a los hijos, a los amigos, vecinos y conocidos en un mundo carente de valores de manera exponencial en redes sociales.