Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
Tlaxcala sí existe y es y será ocioso y hasta ofensivo cuestionarlo. Existe, según referencias que debemos conocer muchos, como república y territorio, antes de la llegada de los españoles. También se tienen noticias, incluso inscritas en los libros de historia, de la alianza de los tlaxcaltecas con invasores o conquistadores o colonizadores ibéricos. Luego se habla de Tlaxcala como provincia bajo el control extranjero y luego dependiente del estado de Puebla.
Según tengo entendido, Tlaxcala fue reconocido como estado libre e independiente en 1857 al pasar a ser el estado 22 de la república mexicana. Y hay muchos datos antiquísimos que nos dan la idea de que este pedazo de suelo nacional ya existía hasta antes de que, a alguien, en esta década, se le ocurriera ponerlo en duda o anunciar a México y al mundo que sí está, que tiene historia, cultura, territorio, que ocupa un lugar y que tiene más de un millón de habitantes.
A Tlaxcala lo conocen en muchas partes del mundo y del universo. Han llevado su insignia y nombre ilustres ciudadanos, hombres y mujeres, a todos los rincones del planeta. En el orbe conocen la obra artística, filosófica, política e ideológica de muchos tlaxcaltecas. Es un honor viajar a otros países y saber que allá conocen del talento de esta gente y creo que no era necesario hacer tanto ruido para dejar en claro que en este punto del planeta hay un hermoso estado.
No era necesario decir que existe, a menos que sea para utilizar su nombre, fama y gloria para explotarlo políticamente, para justificar programas y proyectos, para pretextar inversiones y gastos, burocracia y viajes. Sí, es necesario publicitar las bellezas naturales, su extensísimo catalogo de artesanías y monumentos arquitectónicos; sin duda era urgente y obligado exponer al mundo la riqueza culinaria de Tlaxcala. Sólo era necesario ratificar todo esto. El mundo conoce mucho de Tlaxcala y de nosotros se habla y suficiente.
A Tlaxcala lo ubican como capital de la trata de personas. Por eso el mundo sabe que Tlaxcala sí existe. La información que gira en torno a este estado es que sólo aquí desconocen o niegan el tráfico de seres humanos con fines de explotación. Medios de comunicación internacionales tienen a nuestra entidad como referencia cuando tratan de investigar y escribir sobre esa forma de esclavitud moderna.
Tlaxcala ha sido tema nacional por lo de las escaleras eléctricas y fue una campaña que nadie quiso, pudo o supo frenar. La mofa fue de escándalo. Y luego los reflectores iluminaron hacia Contla con el asunto de Yisus, y de la alberca en el panteón, y luego por funcionarios de primer nivel en gobiernos estatales anteriores envueltos en asuntos de narcotráfico y delincuencia organizada.
Nuestra entidad es referencia por tener a la segunda gobernadora del país y a la gobernadora más votada del estado. Y luego se sabe de Tlaxcala por personajes como Miguel N. Lira, Desiderio Hernández Xochitiotzin, José Agustín Arrieta, Rafael “Bazuca” Limón, Juan de la Cruz, por los tapetes de Huamantla, los toros de lidia y por los toreros y por muchas figuras de gigantes. Luego entonces, Tlaxcala sí existe.
En los días recientes Tlaxcala suena y resuena a nivel nacional e internacional por la serie de ejecuciones violentas a lo largo y ancho del territorio local. La versión rechazada hasta el cansancio de que no hay delincuencia organizada cayó por el peso de la realidad y las bandas delictivas han rebasado por mucho la capacidad de la autoridad por garantizar la vida y bienes de los ciudadanos. Los linchamientos y asesinatos son constantes, son de todos los días, por ellos es que sabemos que Tlaxcala, sí existe.
Y luego resulta que la modernidad, la ciencia y el progreso nos alcanza y nos sorprende por el anuncio de un tren de juguete que vendrá a solucionar el problema del transporte de personas en la zona conurbada de la capital y que llegará a solucionar el conflicto de vialidad por el exceso de automóviles en… un tramo de carretera. Hasta parece broma de mal gusto y las burlas son gratis y cortesía de quienes todo critican y nada les gusta, pero, bueno, lo importante es reiterar y gritar fuerte que Tlaxcala, Tlaxcala sí existe.