Prefiero que Dios se lleve a mi hijo a que siga tomando

Mis nietos llevan una vida de tristeza con un padre alcohólico

Por I. Carolina Campos

Un hombre sin oficio ni beneficio es Carlos, macho de 28 años de edad quien a pesar de su joven edad, actúa y se comporta como si fuera un chamaco de 15 años o menos, es el sentir y pensamiento de su madre quien comparte con nuestros lectores de Ojo Águila el enojo y frustración que le provoca el segundo de sus hijos y el más chico.

Carmen de casi 50 años de edad pero que muestra en su rostro más tiempo, tiene encanecido cabello y arrugas prematuras que muestran los golpes, preocupaciones y afrentas en la vida.

Nos comenta lo difícil que ha sido para ella, su nuera y sus nietos vivir con un alcohólico. Culpa al padre de sus dos hijos de que su vástago sea un alcohólico y un machista que trata de imponer sus razones a base de golpes, situación que mantiene temerosos a sus nietos y a ella misma, ya que como madre de Carlos no lo ha podido meter en orden a pesar de los métodos que ha utilizado para corregirlo.

“Me da tristeza, si, mucha tristeza ver que mis niños sus hijos de mi hijo viven temerosos de que llegue su padre a la casa. No está bien en mí decirlo, pero ellos están más felices si él se va a la calle, y si no llega mejor. A veces creo que ellos piden que ya no llegue. Mi nieto el más grande tiene ocho años, ya se da cuenta de todo, él cuida a su hermanita de cuatro y a su mamá que trabaja de sirvienta en una casa de Tlaxcala para poder darles de comer. Mi marido fue alcohólico y un holgazán, bueno para nada, siempre se la pasaba con el pretexto de que no había trabajo, pero eso sí, bien que tenía para emborracharse. En ese entonces se llevaba a mi hijo con él y mire lo que aprendió. Yo los saque adelante a él y a su hermana lavando ropa y nunca los deje sin comer, y ahora me resultó otro borracho igual que su padre que murió de cirrosis”.

Con lágrimas en los ojos ataviada en un vestido floreado y tomando de la mano a su menor nieta, Carmen acepta compartir su vida con nuestros lectores de Ojo Águila, dice que incluso ella misma le ha pedido al Creador del mundo que se lleve a su hijo y así acabe el sufrimiento de sus nietos que viven con un padre alcohólico.

“Como madre a la mejor no tengo perdón de dios, pero le he llegado a pedir que se lleve a mi hijo, prefiero saber que ya está con Él y así mis nietos dejen de sufrir con su padre alcohólico. Carlos le pega a su mujer, siempre llega borracho, cuando llega, es un machista igual que su padre. Cuando lo regaño me dice, que él sólo sigue el ejemplo de su padre, pero como yo le digo, aja, y porque no sigues el mío, yo me rompo la madre todos los días trabajando, yo trabaje y he trabajado siempre aun estando su padre que nunca cumplió con su obligación, y si de ejemplo se trata, porque no sigues el mío, le digo, si  no el que te conviene, y agarro un palo y con ese le doy su friega, pero no, no entiende, es un desobligado y briago”.

Carmen nuestra entrevistada vive en una comunidad de la falda de la montaña La Malintzi, su nuera es originaria de un municipio de la entidad poblana, se casó con Carlos a la edad de 15 años, su vida de martirio inicio casi a los dos años de su matrimonio cuando Carlos se tiró al vicio al grado de que le tienen que esconder lo que puedan porque se lleva todo lo que encuentra para sostener su vicio de alcoholismo.

Pero no sólo eso pasa la familia, si no que en la escuela el pequeño Carlitos vive la burla de un par de compañeros que conocen la forma de vida de su papá y acosan al menor señalándolo y catalogándolo como “el hijo del borracho”.

 

 

 

 

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