¿Por qué te callas, mujer?

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista 

 

La violencia hacia las mujeres y el impulso por matarlas las colocan en una condición casi de exterminio. La enorme cantidad de asesinatos y el nivel de agresión por su condición femenina las ha ubicado en una situación de vulnerabilidad e indefensión total, mismas que se agravan y se multiplican por el silencio, la conformidad, el aceptado dominio del hombre y hasta por dar continuidad a la costumbre y cultura machista mexicana. En todo caso, algo grave está pasando y peor aún, no hay forma de parar este fenómeno creciente en México y vergüenza nacional ante el mundo. 

Si bien es el hombre el principal verdugo de la mujer, el silencio, la inacción, el mutismo casi cómplice, la falta de consciencia y la ausencia de valor y valentía para exigir un alto a los feminicidios contribuyen enormemente a que la violencia física y letal hacia el sector no sólo se mantenga sino hasta se incremente. La porquería de “justicia” que se le brinda a la víctima y la garantía de impunidad del agresor son el argumento y combustible para que se dé por hecho que dentro de unos minutos y horas y días más mujeres amanezcan asesinadas en cualquier parte y que otras miles sufran golpes y humillaciones, principalmente del varón. 

Mujer, tu principal enemigo no es necesariamente o no lo es solamente el hombre, sino lo es también tu silencio, tu falta de determinación para huir de quien te ofende y golpea, tu poca o nula consciencia de lo que vales e importas, tu temor por quedar “sola” o por lo que pueden opinar los demás. Mujer, infórmate, conoce tus derechos, levántate, exige tu lugar en la familia y la sociedad, valórate y ámate más, descubre que el mundo existe más allá de esas cuatro paredes que te aprisionan y entiende que nadie tiene derecho a decidir por ti ni a cortar tus alas. 

Mujer, tu aliado no es el gobierno, ni los proyectos ni presupuestos o declaraciones oficiales. Si tú no te importas a pocos sí les vas a importar; muchos simplemente serán espectadores y algunos otros hasta van a buscar beneficiarse con tu situación y condición para parecer piadosos y justificar así lo que gastan y su propia existencia. A nadie tienes de tu lado si no estás primero contigo misma y si no entiendes que no eres objeto ni propiedad ni negocio. Eres libre, independiente, individuo, ser supremo y superior, ente pensante e inteligente, inicio y continuación de la vida. Si esto no lo reconoces tú el gobierno no lo hará ni será jamás tu aliado. 

Mujer, tu principal enemigo no es el cobarde que te golpea, te violenta, te niega, te humilla y usa y utiliza y te asesina, sino tu miedo. Tu verdugo ya sabe medir el tamaño de tu miedo y sabe que por medio de él te controla, te amenaza, te persigue, te doblega y te pone precio. Primero entiende que no eres propiedad de nadie y que tu destino no es sufrir, que el destino no existe, que no hay ninguna cruz que debas cargar, que la violencia no es normal, que la violencia no es siquiera un pretexto o motivo. Grita, habla, defiéndete, acusa, señala, huye si es necesario, exhibe al que te acosa, al que te persigue e intimida. 

Mujer, tu principal enemigo no es el macho que vive en tu casa y a quien a veces mantienes o a quien consientes y hasta justificas sus agresiones y golpes. Lo es tu costumbre de servir de empleada y trabajadora muda, sorda y ciega; compartes la culpabilidad al negarte derechos, al anteponer tu dignidad y tu honor a la comodidad de tu hombre, al temor por quedarte sin alguien que te dé un estatus de señora o mujer de respeto. El macho nace y se hace en casa y con lo que le permiten ustedes las mujeres. Pon un alto, exige igualdad de obligaciones en el hogar, todos tienen derecho y obligación de contribuir y nadie en la casa vale más que el otro. La violencia no es sinónimo de valentía sino de cobardía pues supone impunidad. 

Mujer, por qué a veces nos das la idea de que te has quedado conforme con tu condición de víctima permanente y futura asesinada, que te has quedado sin voz, que ya no tienes fuerzas o motivos para seguir, que has aceptado tu condición de objeto, de esclava, de ser sin derechos ni valor. A veces te vemos sumisa o devaluada caminar sin voluntad ni sentido hacia el destino que la religión, la cultura y los mitos te han marcado y te conducen a una situación que no es tu realidad, que no debe ser tu realidad. 

Por qué te callas, mujer, por qué no tomas el ejemplo de aquellas que desde la cima del éxito y la fortuna y la realización te demuestran y te gritan la verdad que se llama libertad. Por qué no te llenas de coraje y energía y valor y te niegas a aceptar el capricho de quien o quienes se creen más fuertes que tú. Por qué no oyes a las que con argumentos, inteligencia y voluntad viven una vida libre de violencia o se defienden agrupadas en colectivos de género. Si no puedes sola, únete, pero nunca te calles; grita, y si te amenazan o persiguen piensa que no te van a quitar la vida por cobarde ni por doblegada. 

Mujer, nos alarma tu silencio, nos preocupa tu situación que es una vergüenza para todos como sociedad, cultura y país. Nos inconforma que te des por vencida, que creas que toda esta pesadilla es normal. No dejes en otras manos tu derecho a existir ni cedas a nadie el permiso para vivir y ser feliz. No seas estadística, no seas discurso oficial, no te conviertas en pretexto y justificación del remedo de justicia que tenemos; nos preocupa creer que al no escuchar tu grito de angustia y de protesta te consideras inferior o predestinada al asesinato o la agresión… al no oírte gritar ni exigir, mujer, nos das la idea de que a ti también, a todas, ya las han matado.

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