Política y expectativas

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Ahora que tenemos cientos aspirantes a candidatos a todo, los ciudadanos que no estamos tan interesados en participar en la selección de funcionarios de diverso nivel y salario, habríamos de aprovechar tanta experiencia acumulada y la enorme voluntad de servir al pueblo sacrificando salud y vida reunida en esa enorme cantidad de mentes brillantes, formándolos para enriquecer los planes de gobierno y sacar adelante y como por arte de magia al estado y a los municipios y comunidades.

Cada aspirante a candidato trae para la sociedad un gigantesco costal de propuestas, proyectos, sugerencias, planes y compromisos que, si los uniéramos con el resto de los anhelantes, sacaríamos al estado, al municipio y a las comunidades en menos de un año. Porque si hemos escuchado bien, las promesas de los ansiosos personajes hablan ya no de obras o hechos, sino de milagros, haciéndonos suponer que si un descuido de Dios o un golpe de suerte los favorece, las cosas que harán así, de forma milagrosa, por el puro conjuro de sus palabras.

A los que se creen candidatos se les ha despertado la imaginación como nunca, o no como cuando no se aproximaban las selecciones y las elecciones. Ahora tienen un lenguaje más fluido, conocen más las necesidades de la gente, hablan de los problemas de todo tipo y la forma de solucionarlos, les consta en fracaso el mal gobierno actual, son lúcidos en estadísticas, cifras, nombres, lugares… a todos llaman “amigos” y hasta se jactan de tener familia y compadres entre los presentes.

En este momento esos ejemplares humanos se levantan temprano y se acuestan tarde, saludan de mano, nos dicen “hermano”, nos piden apoyo aun sabiendo que como simples mortales nada podemos hacer porque salgan nominados; nos obsequian su mejor sonrisa y hasta nos miran con cariño. En estos momentos les falta el tiempo para visitar familias, tocar puertas, regalarnos un folleto, abrazar gente… hacer promesas.

Y son los mismos que una vez que ganen y rindan protesta, no tendrán tiempo para atendernos en palacio de gobierno, en la cámara de diputados, en la presidencia municipal y hasta en la presidencia de comunidad. Son los que todos los días y a toda hora estarán en junta. Son quienes cuando se les busque andarán haciendo gestiones en México o donde sea, los que instruirán a las secretarias a decirnos que no se encuentran, los que negaran la amistad que ahora juran y los que nos dirán de forma generalizada que no hay forma de apoyarnos.

Esos que ahora hasta se vuelven morenos por andar tanto tiempo en el sol son los que después, en el poder, no sabrán qué ni cómo hacer las cosas, los que tarde van a entender que los toros se ven mejor desde lejos, los que nos dirán que son burócratas y funcionarios de lunes a viernes, los que no atenderán antes de las nueve de la mañana y ni después de las tres de la tarde, los que no se resistirán a la tentación de la corrupción, de la que ahora se avergüenzan y hasta se asquean. En fin.

Los próximos funcionarios, ahora suspirantes y prometedores por prometer hasta lo imposible, tienen que traicionar a quienes los hicieron llegar al poder y dejar afuera a aquellos a quienes prometieron secretarías, direcciones, coordinaciones, cualquier espacio en la nómina. El pastel es para parientes, amigos, familiares cercanos, amantes, recomendados, imposiciones y aviadores profesionales. Para ganar debieron prometer el mismo puesto a cuanto ingenuo les creyó, pero en la realidad ¡Lástima, Margarito… sigue participando!

El caso es que es un desperdicio tanta sabiduría, conocimiento, experiencia y voluntad reunida antes de la designación de candidatos, la que se va a ir a la basura al no ver cumplidas sus ambiciones, expectativas y preferencias.

Qué bueno fuera para la democracia, para el desarrollo del estado y los municipios, para la razón y la congruencia, que los cincuenta candidatos a presidentes en cada municipio aportaran su caudal a quien resultara ganador. Mejor aún, que quien obtenga primero la candidatura y luego en el triunfo en las urnas, se deje ayudar y acepte los proyectos de sus compañeros de aspiraciones.

Eso, claro está, no va a suceder, primero porque los perdedores van a “castigar” al que ganó y alegarán siempre, imposición y se van a ir a otros partidos a vender caro su amor y a negociar posiciones y luego, porque el que salga victorioso no va a ser tan tonto como para querer compartirles una rebanada de pastel, el triunfo es una experiencia única y es personal.

Relacionados

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button
WP Twitter Auto Publish Powered By : XYZScripts.com