Polémico regreso a clases

Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista

En términos económicos, el regreso a clases presenciales en todos los niveles educativos, no sólo es necesario, sino urgente, aunque en materia de salud, esta decisión sin duda es un enorme riesgo para los pequeños y en general para la sociedad en su conjunto.

Lo peor que le puede pasar a toda sociedad moderna es paralizar su economía. Con los sectores productivos detenidos, sin el movimiento de comprar y vender, sin la forma de dar salida las mercancías y sin la posibilidad de que circule el dinero, el riesgo es del caos y la anarquía. Nada hay más peligroso que la parálisis del motor que mueve a una nación y lo es el doble teniendo una pandemia encima.

Así es que la determinación del gobierno y el visto bueno de los organismos internacionales como el Banco Mundial, El Fondo Monetario Internacional y hasta la ONU, debe ser tomada como algo positivo para el desarrollo del país desde la reactivación económica de abajo, desde las papelerías, transporte público, fábricas de uniformes, fondas y todo aquello que gira en torno al sector.

Para quienes son dueños de negocios, empresas y establecimientos comerciales que tienen como fuente de ingresos y destino de sus servicios y productos, el regreso a clases en las aulas significa volver a empezar, o reintegrarse el sector productivo y desde luego, representa volver a generar ingresos para desarrollar un mejor nivel de vida. Visto desde este ángulo, el regreso de los estudiantes a los planteles es una gran noticia.

Por lo que respecta al tema de la salud, está la discusión de si vale más la vida de un niño o joven que la pérdida de un ciclo escolar. Expuesto así, la respuesta es, ¡claro que no! Sin embargo, hay estrategias y propuestas u ordenamientos para un regreso seguro o cuando menos, poco riesgoso. Pero no depende del gobierno su aplicación y resultados, sino de los maestros, directivos, padres de familia y sin duda, de los estudiantes.

Los padres de familia, sobre todo, tienen una enorme responsabilidad en este asunto. A ellos les corresponde la mayor parte de las obligaciones para impedir contagios pues es desde la educación y el resto de los valores humanos como puede romperse la cadena de contagios. Los estudiantes tienen en su hogar su primera escuela y son y serán siempre los ejemplos en casa los que les permitan enfrentar con compromiso su comportamiento en el plantel educativo.

No hay mucho de dónde escoger. La salud depende primero, desde lo individual y luego, desde la colectividad. Y del control de la pandemia depende la economía: o nos disciplinamos o echamos por tierra la productividad empresarial y el desarrollo de los pequeños y grandes negocios de los cuales dependen los ingresos y los empleos.

Y no, el éxito o fracaso del regreso a clases y de la reactivación económica no dependen de los gobiernos estatal, federal o municipal, o no del todo dependen, sino de la consciencia individual y general. Ningún gobernante va a venir a organizar bailes y ferias, pachangas por bodas y XV años, ni van a llegar a impedirlas. El éxito o fracaso del regreso a clases y del control de la pandemia dependen de usted, de mí, de todos. Ninguna autoridad te va a obligarte a usar cubrebocas, eso es responsabilidad y consciencia, es compromiso y empatía, civilidad e inteligencia.

En las escuelas, respetar la sana distancia, usar gel antibacterial, colocarse la mascarilla, hacer caso de las indicaciones y participar de manera activa y decidida en todo lo que tenga que ver con la salud serán aspectos indispensables para el éxito del regreso a clases presenciales y para impedir los contagios de alumnos y maestros.

El retorno entonces, puede ser tolo lo polémico que se quiera, pero es, definitivamente, responsabilidad y obligación de todos el alcanzar el éxito. A todos nos conviene pues además, ese regreso ni siquiera es obligatorio ya que hay la opción de seguir las clases en línea o bajo un sistema dual: presencial unos días y desde la casa otros días. Todo depende de todos.