Periodismo e impunidad

 A México no le faltan leyes, sino justicia; no carece d recursos para enfrentar y vence a la delincuencia, sino voluntad.

Bernardino Vazquez Mazatzi/Escritor y Periodista

Cualquier acción que pretenda emprender el gobierno en materia de defensa y protección a los periodistas carece de confianza y merece la duda respecto a sus verdaderas intenciones. Porque en México, crear una fiscalía especial o nombrar a alguien como responsable de determinada tarea significa condenar al caso a la impunidad y al olvido y a los agraviados a que se les repita la agresión.

Desde el momento en que la sociedad tiene plena conciencia de que parte del poder está involucrado con la delincuencia organizada, sea desde el gobierno o desde la mafia de los cárteles de las drogas, entiende que no habrá justicia para las víctimas de la violencia pues desde el régimen no solo se finge la persecución de los delincuentes sino que se simula detener y castiga a los culpables, si es que acaso los detiene.

El asesinato de periodistas es una alarmante constate simplemente porque se ordena desde arriba quitar de en medio a quienes de plano ya saben mucho, a quienes no se dejan sobornar y a quienes se les debe callar porque ponen en riesgo la continuidad en el mismo poder que se tiene y debe sostener y al que se ha llegado pasando por quien se tuvo que pasar y al costo que se tuvo que pagar.

Creer que se va a hacer justicia en el caso de los comunicadores asesinados es muy inocente pues es tanto como pensar que el gobierno se va a dar un tiro en el pie. No lo hará ni siquiera para fingir o aparentar. El poder se tiene que cubrir entre sí; dejar que alguien hable es descobijar a los amigos, recomendados, compadres, ahijados, padrinos y correligionarios; todos van en el mismo barco y pendejos no son…

En mi libro “La casa de los relojes” en el cuento “manual del periodista” escribo sobre lo incómodo que es el periodista para el gobierno, ideas que fueron retomadas por la revista “prensa libre” de República Dominicana más o menos por el 2003 y señalo que “El profesionalismo en el periodista lleva como consecuencia que algunos representantes del poder se sientan ofendidos y reaccionen de forma violenta en contra de estos servidores. Son muchos los casos de agresión física o advertencias de muerte por el trabajo responsable de quienes tienen sagrada labor de informar”.

El caso es que el Estado que no protege a los periodistas ni garantiza la libertad de expresión es una forma de totalitarismo o dictadura pues, como lo señalé en Santo Domingo al hablar sobre la prensa en México “Un pueblo sin prensa libre es una sociedadsometida, muda, ciega y sorda. Una sociedad sin periodistas y sin crítica, no tiene rumbo ni conciencia. Quienes de cualquier forma atacan a los medios de comunicación y lo que significan, viven en el totalitarismo y aman todas las formas de intolerancia…”

Ninguna sociedad, cultura, gobierno o régimen puede decirse civilizada ni democrática si impide la libre manifestación de las ideas y mata desde el crimen organizado o desde cualquier otra forma de poder. La forma en que respete y defienda a los representantes de los medios de comunicación es la imagen y realidad del país ante el mundo “De alguna manera se debe hacer entender a los necios que los medios de comunicación son importantes y que lo que se diga de ellos no es más que el reflejo del lugar que la sociedad les otorga y del nivel cultural del país y de los Estados”.

Y si bien el oficio de periodista es de alto riesgo por sus características y área de influencia o desempeño, también es cierto que la agresión es cada vez más constante y proviene incluso hasta del funcionario de último nivel o del policía que se siente superior “La ingratitud de este trabajo no se ve en ningún otro pues mientras el periodista señala injusticias, cuando se cometen en su contra nadie levanta la voz, a veces ni sus propios compañeros. Piensa en otros antes que en él y, como profesional, olvida su integridad y arriesga su reputación con el único fin de servir al pueblo” según se dice en mi libro y que fue retomado por los medios de comunicación dominicanos.

A México no le faltan leyes, sino justicia; no carece d recursos para enfrentar y vence a la delincuencia, sino voluntad; no fiscalías especiales que vengan a blanquear la verdad ni a sepultar la realidad, sino compromiso y probidad del sistema judicial. No queremos promesas, sino resultados; al gobierno algunas cosas se le están yendo de las manos mientras sus discursos y sus voceros pagados nos hablan de un país que seguramente no está en este planeta.

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