Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor Y Periodista
Un tercer debate entre los cuatro restantes candidatos presidenciales ya es ocioso. El primero de ellos, además del morbo que despertó, abrió expectativas, creó curiosidad por saber qué comportamiento iban a tener ante las cámaras de televisión y la gente quiso ver qué de diferente podría haber con relación a las confrontaciones de elecciones pasadas.
No hubo sorpresas. Ninguno de los aspirantes aportó nada supremo, no hubo algo digno de mencionar como extraordinario ni de superación política. Los protagonistas se comportaron como se esperaba y como siempre: arrojando basura en vez de hacer propuestas, mostrándose como insustituibles y denostando al contrario, vendiéndose como paladines y mesías y ofendiendo al contrario. Como antes, ese primer experimento sirvió para hacer propuestas risibles, imposibles de realizar, un catálogo de buenas intenciones. Ese fue el resumen.
El segundo debate continuó sin aportar a la democracia, sin ofrecer nada nuevo al electorado y se mantuvo con ese bajo nivel de propuesta y elevada agresión y desacreditación del y al oponente. Aunque a decir de analistas serios, nacionales e internacionales, en este segundo encuentro hubo más show, más ocurrencias de mal gusto, más imprecisiones, un lenguaje más confuso y menos propuestas de solución a los problemas nacionales.
Pero sobre todo, este segundo experimento no movió las cifras en las encuestas ni cambió la percepción o la intención de los votantes. Si bien todos se dijeron ganadores del debate, ellos mismos saben el lugar que ocuparon y que ocupaban antes de él. En términos de preferencias, cualesquiera que sean a favor en contra de unos y otros, no cambió nada y por lo tanto, de nada o de muy poco sirvió la comparecencia televisiva ante millones de personas.
Luego entonces, un tercer debate nada podría aportar a la idea que de la política y de los políticos tienen los mexicanos y nada podría modificar en las preferencias electorales, cualquiera que estas sean. En este tercer raund sólo se van a incrementar los ataques, las denostaciones, la basura y el lodo. Predominarán las acusaciones con o sin fundamento, todos se van a decir dueños de la verdad y los cuatro se van a decir ganadores aunque en realidad, no van a modificar las encuestas electorales ni van a hacer cambiar en mucho las preferencias electorales. Desde poco antes del segundo debate las cosas ya estaban escritas y en un segundo show, sólo se conformaron.
El panorama electoral, hasta la primera semana de junio, a menos de un mes de las elecciones presidenciales, está definido y a decir de analistas serios y objetivos, de expertos políticos y de columnistas y articulistas de los más influyentes medios nacionales e internacionales, no habrá modificaciones de aquí al día de las elecciones. El tercer debate, dicen, es innecesario, y sólo vendrá a polarizar aún más a la sociedad mexicana. No habrá resultados de un tercer encuentro: ya se tiene una realidad al menos virtual o en el papel.
Del lugar en que se encuentran los candidatos presidenciales van a emanar los resultados en los estados de la república en los que se habrán de elegir presidentes municipales, legisladores estatales y federales o gobernador. Así es como muchos aspirantes ganarán bajo el efecto de la aceptación y triunfo del candidato presidencial. Eso lo saben en las entidades federativas y por eso los aspirantes de MORENA ya se dicen victoriosos y por eso los propuestos del PRI, el PAN y PRD están nerviosos. Desde ahí surgen también los ataques de unos hacia otros, de ahí surgirán importantes triunfos y aplastantes derrotas.
De las campañas a diputados federales y estatales, al menos en Tlaxcala, hay muy poco de qué hablar. Salvo honrosas excepciones, los candidatos dan pena y vergüenza. Sus flamantes propuestas legislativas motivan risa y crítica negativa. Algunos y algunas no tienen ni la mínima idea de qué se trata. Algunos y algunas, sin duda, tienen mucha experiencia y trayectoria y de ellos y ellas, una que otra también cuenta con resultados. Cierto es que entre las ofertas al senado y a la diputación federal, hay uno que otro joven digno de tomarse en cuenta y en serio En lo que a aspirantes al palacio de Allende del estado se refiere, sólo hay una o dos propuestas medianamente aceptables. El resto son formas de aferrarse al poder más por codicia que por servir.
A nivel local, las preferencias o rechazos hacia uno u otro candidato no abren brechas tan álgidas ni confrontan tanto a los electores o críticos. Salvo uno que otro periodista o pseudo analista que abiertamente agrede a quienes cree sus enemigos, manchando así al sagrado deber de informar.