Opinión no pedida

Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista

La actual administración estatal se encuentra en permanente polémica y no necesariamente por malas decisiones o acciones u omisiones, o no solamente por eso, o tal vez, esas controversias son gratuitas debido a que la información es sustituida por el rumor, el chisme o los comentarios de mala fe.

No creo que a la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros le importe mi opinión, no creo que la necesite o que ya únicamente la estaba esperando. Rechazar de inicio su modo y forma de mandar sería tanto como poner en duda su inteligencia, su sentido común y su responsabilidad. Creo que para todo lo que hace o deja de hacer, para lo que dice y lo que no, hay un análisis, toma en cuenta los riesgos y se actúa en consecuencia.

Gobernar no es fácil. Y menos a una sociedad altamente politizada y entre personajes que abiertamente defienden sus intereses. Quien haya tenido la oportunidad y responsabilidad de dirigir los destinos de una comunidad, de un municipio y al estado, lo saben. Se tiene que luchar incluso, a veces, contra la propia idea del poder y de servir.

Se debe enfrentar a todólogos que se atreven a predecir el futuro y a contar la historia desde sus inicios y que impiden asumir el control. Hay compromisos políticos, costumbres aferradas, vicios entre los servidores públicos, promesas incumplibles hechas al calor del discurso. Se tiene que sufrir para cambiar mentalidades, imponer o proponer modos y formas; el cambio, si se quiere hacer realidad, puede significar la derrota desde el poder.

El gobernante es un ser público que cuanto haga o deje de hacer, lo que diga y la forma en que lo pronuncie, forzosamente tiene que pasar por el juicio y condena de la sociedad y a veces, muchas veces, desde la cobardía que brinda el anonimato de las redes sociales. Y el servidor no puede, no debe, responder, engancharse, subirse o bajarse al nivel de quien agrede desde la oscuridad. En ese sentido, se encuentra en desventaja.

En ese marasmo de voces, de opiniones, de órdenes o sugerencias, también se encuentran los que hablan desde la objetividad, los que saben lo que dicen y lo dicen ajenos a intereses económicos y políticos, son aquellos que tienen la sana voluntad de aportar, de sumar y orientar respecto a la forma y los modos. Son testigos del rumbo que toma la administración y por ello opinan. El problema es que igualmente son tratados de forma despectiva y puestos en el mismo concepto de aquellos resentidos o todólogos.

Los acontecimientos en Tlaxcala han dado mucho de qué hablar incluso a nivel nacional. Muchas versiones han sido sacadas de contexto o han tomado otro sentido y se les da la importancia de acuerdo a determinados intereses. Alguien saca provecho y no en beneficio de la sociedad. En pocas palabras, hay vacío de información. No hay claridad en el mensaje, no hay lenguaje claro y preciso, no se tiene un destinatario para el boletín; está fallando la comunicación del gobierno del estado.

Si bien la opinión de muchos no debe convertirse en verdad, lo cierto es que las versiones tergiversadas o abiertamente deformadas por intereses ganan terreno. Los rumores están creando animadversión hacia al poder y confrontan a los actores sociales. Las movilizaciones sociales son un derecho, pero el pueblo debe conocer el fondo de las mismas. Las acciones de gobierno, como los frecuentes viajes de los funcionarios, seguramente tendrán un motivo y objetivo, pero…

La actual mandataria estatal tiene muchos adversarios en la política, hay muchos personajes que pelean sus intereses y entre ellos, existen quienes luchan por derechos reales. Hay quienes opinan de forma objetiva y profesional y también son rechazados por inercia. Hay carencias reales, no se realiza obra pública como era la expectativa. O al menos eso parece; se habla de corrupción y de nepotismo que tal vez, sólo tal vez, no lo sea, pero no hay un mensaje que lo desmienta.

Si es que hay alguna forma de crisis dentro de la actual administración, a esta se le debe sumar la ausencia de una forma eficiente de comunicar al pueblo. Hay presidentes municipales que igualmente han descuidado la comunicación con su pueblo y eso, se paga muy caro. Y aunque a nadie le importe mi punto de vista, opino que se debe poner urgente atención al tema, aunque… quiénes somos nosotros para opinar; cada quién…

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