Oferta y demanda; trata y drogas

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Muchos de los problemas nacionales son complejos porque aunque usted no lo crea, hay ciertos sectores sociales o personajes e intereses que les conviene que así sea pues de esa forma justifican su salario, su cargo y existencia y su protagonismo les sirve para escalar mejores posiciones y ambicionar mayores beneficios.

La droga y la prostitución o la trata de personas tienen su origen y confluencia, su problemática y su solución en la demanda más que en la oferta. De la demanda se genera la oferta y a ambas las nutre la corrupción y la consecuencia de esta es la impunidad, el enriquecimiento ilícito, la violencia, los homicidios, los crímenes de género, los secuestros y la creación o aparición de grupos delincuenciales cada vez más sanguinarios y poderosos.

Las autoridades, iluminadas y brillantes como siempre, inteligentes como nunca, productivas como en ningún país, efectivas que provocan envidia, certeras y ciertas como la naturaleza, curan el cáncer con una aspirina y exorcizan con lucecitas azules al demonio de la esclavitud que representa la trata de personas y el mal de Satanás que representa la droga y otras adicciones. Atacan a la bestia ya nacida y enorme, al monstruo saludable y millonario de las mafias con resorteras sabiendo que su lucha la tienen de antemano perdida por desarrollar mala estrategia con resultados siempre a conveniencia.

Lejos están de comprender que si no hubiera demanda no habría oferta, que los consumidores de niñas prostituidas y esclavas, de drogas legales e ilegales, y el disfrute económico que representan son también de los gobiernos en todos sus niveles y que el consumo lo es además de quienes están en algún nivel de poder. La contratación de jovencitas como damas de compañía y el uso de drogas diversas es común en quienes pueden pagarlo o comprarlo o recibirlo como cuota.

¿Quién cree usted que es, amable lector, el que en los bares, cantinas, antros, cabarets, casas de citas, prostíbulos y calles de Tlaxcala y el país es el que consume los favores sexuales de las damas? ¿Extraterrestres? ¿Niños de primaria? No. Son los varones con los que usted a diario convive y que incluso duermen bajo su propio techo. Son los obreros, los empresarios, los políticos de todos los partidos, los funcionarios de todos los niveles, algunos miembros del clero, los policías y los militares y es prácticamente toda la sociedad la que consume y demanda y se involucra o beneficia o se enriquece y así fomenta de una u otra forma la trata de personas, la prostitución, la delincuencia y un largo etcétera.

Se criminaliza a la mujer que ejerce la prostitución, muchas veces bajo amenaza de muerte, pero se deja intacto e impune hasta la vergüenza, a quien conscientemente contrata los servicio sexuales de la dama y no hay castigo alguno para quien por unos pesos da hospedaje o permite y favorece el delito en las habitaciones de su negocio pues debiera considerarse este como cómplice de la violación a la ley.

Habida cuenta de que la impunidad está garantizada, de que las leyes tienen los huecos que favorecen siempre a los delincuentes, de que el negocio no puede clausurarse ni disminuir en sus utilidades, los gobiernos y sus instituciones se hacen como que trabajan, los legisladores fingen que defienden al pueblo, las autoridades nos hacen creer que persiguen y castigan y los inocentes e incautos hasta se dan por satisfechos con lo que se dice que se hace.

Debemos terminar con la demanda. No disfrazarla, no negarla, no ignorarla. El problema está en el mercado extenso y seguro que representa la trata de personas; el problema está en la ausencia de consciencia, de dignidad y de respeto de un enorme sector de la sociedad, en la corrupción y la impunidad; hay que cerrarle paso a lo que le favorece, propicia, impulsa, nutre, genera ganancias a la trata y las drogas. Se debe buscar impedir la continuación de este cáncer, de prevenir su ocurrencia, de informar de los riesgos a los jóvenes y a las muchachas, de castigar a quienes pagan por el servicio y el comercio sexual, de meter a la cárcel a toda autoridad que se beneficie de ese mal…

En las escuelas no hay mucha información y es casi nulo el material que hable de eso a los estudiantes y lo poco que hay es confuso o simplemente insuficiente. Las autoridades dicen que trabajan en los planteles educativos y en sus estadísticas, informes y gráficas aparecen enormes y envidiables resultados y la realidad es otra, es cruel, cruda… pregúntele en confianza, amigo lector, a cualquier joven de secundaria, respecto a qué quiere ser de grande y responde: padrote. Hay una lógica irrefutable para él: prefiero unos años en la abundancia y la riqueza que toda una vida en la miseria.

A los estudiantes no se les puede entregar otro panorama que no sea el desalentador “falta de oportunidades”. En Tlaxcala las escuelas producen desempleados, comerciantes de fayuca, huachicoleros o halcones, jornaleros y mojados, pero con título profesional; y sin embargo que esto no sea pretexto ni argumento para integrarse a la vida de la delincuencia. Se debe crear consciencia.

No importa qué dice el discurso del régimen; tal vez ni deba interesarnos. No importa a qué partido le toca ahora estar en el poder, y de nada nos sirven sus buenas intenciones, sus promesas y presupuestos: la realidad es una y esta, esta nos restriega en la cara que estamos muy, pero muy mal.

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