Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
Contrario a lo que dicen las autoridades electorales, mismas que no podrían opinar diferente ni aceptar riesgos por omisiones o por situación general en el país, el ambiente político nacional se enrarece y se acrecienta la posibilidad de llegar al día de las elecciones en un clima de abierta confrontación y no sólo entre los partidos políticos contendientes o los candidatos, sino entre la sociedad en general.
La falta de resultados tangibles como consecuencia de las reformas estructurales anunciadas, vendidas y compradas como la panacea o el remedio milagroso, la violencia extendida en todo el territorio nacional, la inaceptable y evidente corrupción en todos los niveles de gobierno y la inoperante y absurda nueva justicia penal y el aumento de la pobreza en México, de alguna forma vendrán a expresarse en las urnas el día de la elección y esa manifestación podría no ser pacífica.
En algunas regiones de México el hartazgo por el sistema de gobierno actual es evidente y la respuesta que llega desde el poder no es la que espera, quiere y exige la sociedad. Pueblo y gobierno ya no hablan el mismo idioma y cuando hablan entienden cosas diferentes en un lenguaje que se vuelve cada vez más difuso y confuso sin que desde arriba haya un esfuerzo por entender y por aceptar que la brecha abierta es la insalvable.
Los candidatos a la presidencia de la república y muchos de los aspirantes a la cámara baja y al senado son tan impopulares y tan sin mensaje ni propuesta que mirarlos en la televisión causan cuando menos, asco. Indigna de verdad tratar de comprender qué demonios tratan de decir presentándose tocando algún instrumento y fingiendo ser graciosos, atacándose unos a otros, intentando vendernos la idea de que están del lado del pueblo cuando en realidad no conocen siquiera la historia.
Todos los partidos reciclan políticos y muchos de ellos ya no convencen con su idea de servir a México o de sacrificarse por un ideal o un proyecto: son vividores profesionales, son seres que han abusado de la confianza del pueblo y con chapulines que brincan de un lado a otro y se camuflan para no ser expulsados del paraíso del erario pero que con todo ello solamente demuestran su irrefrenable ambición y deseos por el enriquecimiento y la traición a la confianza que se les depositó.
De ser presidentes municipales pasan a querer ser diputados locales y sin terminar su encomienda buscan ser diputados locales, de una diputación brincan tratando de conseguir un escaño federal y de este, a una senaduría. No concluyen ni un mandato. Llegaron a las casas de los electores pidiendo un voto de confianza para ser tres años presidentes municipales, o diputados locales o senadores, pero no volvieron para pedir permiso o anunciar que no concluirán el mandato que les dio el pueblo y que habrán de abandonar esa responsabilidad para intentar otro paso.
Y nada de eso tendría que ser condenable o criticable, claro que no. Lo que pasa es que por su codicia y ambición desmedida no fueron capaces de dar buenas cuentas, que demostraron ignorar la ley y a nombre de esta se enriquecieron de forma ilegal, que antepusieron el desarrollo del pueblo a los intereses personales y que su paso por la dependencia o institución no deja huella positiva, que nada cambió y que incluso es más lo que adeudan que lo logrado.
La sociedad está harta, el electorado se siente defraudado, la juventud no encuentra opciones, el sector laboral no se considera conforme y la mujer se siente permanentemente amenazada, agredida, perseguida y violentada. Y todos en lo individual y en lo colectivo no observan propuestas serias de la política y de los políticos. En términos generales, el pueblo de México no encuentra en el gobierno ni en la política el aliado, el protector, el interlocutor confiable y válido.
Las autoridades electorales y los gobiernos de todos los niveles ocultan lo que la sociedad percibe, presiente y teme: tiempos más difíciles, ya sea en la economía, en la creciente inseguridad generalizada, en el empleo y hasta en el poder adquisitivo.
Las elecciones de este año vienen cargadas de presagios por lo que la historia inmediata nos dicta. Hay confusión o falta de información en todos los órdenes, hay desconfianza hacia las autoridades de todos los niveles, hay incredulidad hacia la política en general y hay una alarmante predisposición para estar en contra de todo lo establecido o lo que tenga que ver con la ley y el respeto a las instituciones o al poder.
Los riegos son muchos pero si no es el pueblo el que deba organizarse y actuar para impedir que México avance hacia una situación peor, entonces se hará real la pesadilla anunciada.