Por José Orlando Isidro Ramos
Dirigente Estatal del Movimiento Antorchista en Tlaxcala
No hemos salido de la pandemia por la Covid-19. La inmunización a partir de cumplir con el esquema de vacunación no evita el contagio y debido a que los niños y adolescentes apenas están entrando en el plan de vacunación así como un importante porcentaje de la población mayor que falta por vacunar, nos hacen vulnerables a todos ante el virus. Las autoridades sanitarias anticipan la llegada de una cuarta ola de contagios por la temporada invernal, ola que ya inició en el Continente Europeo. Así mismo, se identificó en Sudáfrica la nueva cepa B.1.1.529 del Sars-Cov-2, llamada Ómicrom, cuyo grado de virulencia y letalidad para la vida humana es todavía incierto comparada con las demás variantes ya identificadas, ya presente en varios países.
Las autoridades de salud en Sudáfrica alertaron sobre el alto número de mutaciones que presenta la nueva variante, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaró una “variante de preocupación”, con ello la afectación de Ómicron fue inmediata a la economía mundial: se desplomaron las Bolsas de Valores; bajó el precio del petróleo; se restringieron los viajes internacionales por lo que cayeron las acciones de aerolíneas y cruceros. En México “el IPC bajó 2.24 por ciento; en tanto, el principal indicador de la Bolsa Institucional de Valores, el FTSE BIVA, retrocedió 2.29 por ciento. Las acciones de las dos principales aerolíneas mexicanas, Aeroméxico y Volaris, también cayeron 1.49 y 1.64 por ciento, respectivamente” y el peso cerró “con una depreciación semanal de 4.85 por ciento al cotizar en 21.83 unidades por dólar” (www.milenio.com/politica/variante-omicron-tira-mercados-cuarta-ola-asoma-mexico. 27 de noviembre de 2021).
Está confirmada la presencia de la nueva cepa en el país y se repite el menosprecio de López Obrador al inminente riesgo para los mexicanos, al declarar que “no es dañina”, actitud que sigue el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, al no adoptar medidas que permitan contener la dispersión de la nueva variante. Es verdad que no convienen las posiciones alarmistas, ni para el país ni para la población, pero también es cierto que a falta de estudios que describan el nivel de gravedad de los síntomas y su comportamiento ante las vacunas existentes, es necesario hacer pronunciamientos oficiales claros y efectivos para evitar más contagios y defunciones. Nadie se extrañe que a falta de estrategia gubernamental contra la pandemia y ante el posible incremento de victimas, debido a la cuarta ola o por la nueva cepa, se eche otra vez la culpa injustamente al pueblo mexicano y nuevamente el gobierno de la 4ª T se lave las manos.
Según la Secretaria de Salud, durante toda la pandemia van 3.9 millones de contagios, con un promedio de 2 mil 639 en los últimos 7 días y 295 mil defunciones, con un promedio de 192 en los últimos 7 días, cabe señalar que el Inegi reporta 595 mil defunciones por la Covid-19, el doble de los datos de Salud. El reporte de exceso de mortalidad por todas las causas, del Gobierno de México (coronavirus.gob.mx/exceso-de-mortalidad-en-mexico), con datos acumulados para el año 2021 (al 8 de noviembre de 2021) señala que se esperaban 1 millón 338 mil 773 defunciones pero se observaron 1 millón 967 mil 319, con lo que el exceso de defunciones asciende a 628 mil 546, representando un 46.9 porciento de incremento, de la cifra por exceso de defunciones 442 mil 615 son asociadas a la Covid-19, representando el 70.4 porciento por exceso de defunciones.
Los datos revelan la mortandad que han generado las variantes del Sars-Cov-2 presentes en el país, de ahí que el temor a la nueva cepa Ómicrom sea muy real, por lo tanto, miente el presidente al referir que no representa mayor peligro que las variantes ya existentes. Sin embargo, es previsible que la alarma desatada en el mundo por la aparición de Ómicron no tendrá mayor trascendencia en México, si es más contagiosa o no, si es más letal o no, si estamos inmunes o no con las vacunas existentes; si hay un repunte en la curva de contagios y en las defunciones bastará que el presidente trate de sensacionalista o amarillista la estadística para que “todo” regrese a la “normalidad”. Nos encontramos también sin evidencia científica, ni empírica, de la capacidad de Hugo López-Gatell para prevenir y atender la contingencia sanitaria, pues fracasó su modelo de seguimiento, su “escenario catastrófico” ya se ha multiplicado por diez y al cambiar su capacidad como epidemiólogo por la “fuerza moral” nos colocó en los primeros lugares por fallecimiento en el mundo, queda sólo el pueblo mexicano ante el nuevo embate de la Covid.
Viene el cierre de año y con él las fiestas decembrinas en las que se realizaran convivios y reuniones con amigos y familiares, estamos a tiempo para reducir al mínimo los enfermos y defunciones por Covid, para ello es necesario que la población no vacunada reciba al menos una dosis; no deben relajarse las medidas de prevención como el uso del cubrebocas, el lavado constante de manos y uso de gel antibacterial; realizar una convivencia social responsable procurando reuniones poco concurridas, en lugares abiertos o con buena ventilación, procurando siempre la sana distancia; prescindir de personas con síntomas de enfermedad relacionados a Covid; y por supuesto, evitar exponer a mayores de edad o personas con alto riesgo por diabetes, obesidad, hipertensión y enfermedades cardiacas. Recomendaciones quizá muy trilladas pero que pueden salvar vidas.
La preocupación no es exclusivamente por la salud, el desplome de la economía en el país no permite pensar más en confinamiento y restricciones obligadas, hace falta reactivar los sectores productivos para dinamizar el crecimiento económico y con ello abrir nuevas oportunidades de empleo y mejoramiento real en los ingresos. Si dejamos que vuelva a golpear fuertemente la pandemia nos condenamos a mayor pobreza y pobreza extrema, a mayor tiempo en el estancamiento económico y, sobre todo, a mayores pérdidas humanas. Los mexicanos somos un pueblo responsable y tenemos que actuar en consecuencia para enfrentar las complicaciones que ya se anticipan para el próximo año, nuevamente está en nuestras manos.