“Nos ha tocado tomar agua de donde toman las vacas”: Madre migrante

Para Carla Yorleni no hay celebración este 10 de Mayo, solo busca mantener salva y segura a su hija, con quien viaja desde hace varias semanas en tren en busca de una mejor vida

 

Martha Aguila

“Nos ha tocado dormir en el monte, estar amontonados, darle de comer a mi hija solo mangos, tomar agua donde toman las vacas…en fin. Nos ha tocado quedarnos en las vías del tren, es algo duro venir sola con mi nena”, relata Carla Yorleni Calix, madre soltera migrante quien viaja con su hija hacia los Estados Unidos.

La joven hondureña de 22 años de edad bajó del tren junto con un grupo de migrantes en la Casa del Migrante “La Sagrada Familia” en Apizaco, descansó, comió y tuvo revisión médica.

Para ella, dice no hay festejo este 10 de mayo “Día de la Madre” pues lo más importante es cuidar de los peligros a su pequeña y única hija de tan solo cuatro años de edad, ya que no imaginó lo peligroso que sería salir de su país en busca de una mejor vida para ellas.

“Decidí agarrar el camino de viajar por lo mismo que en Honduras hay mucha delincuencia, cuando comencé a trabajar el dinero casi no daba, como le explico y le vuelvo a repetir, soy madre soltera, entonces, tomé la decisión de viajar junto con mi nena pero nunca me imaginé tanto los obstáculos que pudieran haber”, expresa.

La historia de Carla es la de muchas madres migrantes que viajan con sus hijos por varias semanas o meses en tren, son familias desplazadas por la violencia que viven en sus países, que enfrentan infinidad de peligros y dificultades para llegar a su destino.

Ella no viene en caravana, pero en el camino encuentra a personas en la misma situación, algunas mujeres viajan con sus esposos y otras solas con sus hijos, así que se agrupan para protegerse.

Es la menor de 6 hermanas, una de ellas, presenta insuficiencia renal, y cubrir el costo que representa su enfermedad significa mucho dinero y la donación constante de sangre, así que desea encontrar un trabajo, mantener a su hija a salvo y enviar lo que pueda a su familia para apoyarlos con esta situación; y un día regresar y tener un patrimonio que heredar.

“La verdad -no crea- se me hace duro saber que estoy lejos prácticamente de mis seres queridos, viajo sola con mi nena, solo con la ayuda de Dios primeramente, y aparte de eso, uno no piensa en celebración este año”.

En cuanto llegue a la Ciudad de México (CDMX), para ella todavía conocida como Distrito Federal, pretende regularizar su estancia legal, pero la intención no es quedarse en el país, sino cruzar para el norte.

Primero Dios-dice, llegarán sanas y salvas con las personas que se han agrupado, ellas se van echando la mano sobre el tren, afortunadamente para los migrantes todavía hay gente que les dice qué ruta tomar porque nadie que emprende el viaje conoce el camino.

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