MORENA: la farsa

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Finalmente, no hubo sorpresa en la búsqueda del candidato de MORENA a la presidencia de la república. Pocos se tragaron eso de la democracia y de las encuestas dentro del partido en el poder y en cambio, muchos sabían quién acabaría siendo la persona bendecida por el dedo presidencial, por lo tanto, cero sorpresas.

De alguna manera, los vicios y mañas de los priistas, insertados en MORENA, se van haciendo costumbre con todos sus modos y formas. No habría por qué esperar algo diferente si es de sobra conocido el origen de este partido y es bastante sabido quienes lo conforman. Soberbios sus dirigentes y gobernantes, presumieron exceso de democracia interna y mandaron a varios, demasiados, muchos, a simular la búsqueda de la simpatía popular para legitimar un proceso que muy pocos ingenuos creyeron.

Porque desde hace tiempo, muchos sabían que el presidente de la república finalmente iba a imponer a Claudia pues es su capricho pasar a la historia por dejar a la primera mujer en la máxima magistratura de México. La mayoría dentro y fuera de MORENA lo tenían como indudable e inevitable. Por eso creyeron y consideraron una farsa, un show grotesco, eso de elegir a su candidato o candidata mediante una encuesta que en realidad es un estudio de dudosa existencia y, por ende, de sus resultados a modo.

Y no es misoginia. No se trata de filias o fobias. Es considerar de mala fe enviar a destacados políticos morenistas a una guerra que ya la sabían perdida y a enfrentarse a alguien que ya estaba bendecida con el dedo supremo. Lo peor es que esos inocentes se la creyeron y por de ahí su frustración, enojo, berrinche y hasta rompimiento con el régimen y los colores que los arroparon mientras fueron útiles.

La encuesta nacional es una mentira, lo es tanto como cualquier estudio demoscópico que se inventen los partidos políticos o los gobiernos. Son un absurdo, son una estupidez. O a poco creen que la gente se va a tragar eso de que los alcaldes en Tlaxcala surgieron de una encuesta. ¡Claro que no! Nadie acepta que, por ejemplo, Gustavo Jiménez Romero, de todos y de ningún partido, le ganó a morenistas fundadores, destacados, disciplinados, reconocidos y candidatos naturales en Chiautempan.

Como en los mejores años de la dictadura priista, ahora MORENA ejerce esa función, la de imponer a quien pague más por cualquier candidatura. En Tlaxcala no hay democracia interna, no hay dirigencia, no hay liderazgos, no se sigue la fallida filosofía de la cuarta transformación de austeridad republicana, de no mentir, de no engañar y no robar. La política local está dibujada: dedazo, imposición, pago de facturas, venta de candidaturas, encuestas hechas como traje a la medida y simulación; qué vergüenza.

Y el deforme Frente no se queda atrás. Se llenó la boca de descalificaciones hacia el burdo proceso selectivo de MORENA y es ejemplo e historia de dedazos, crímenes y negro pasado en esta materia. El propio ungimiento de Xóchitl es una muestra de la forma en que el poder de los dirigentes de los tres partidos políticos es capaz de hacer. En realidad, el panorama político nacional no es nada bueno y las previsiones son pesimistas.

Ebrad es un tipo al que placearon a nivel mundial como preparación para ser candidato y luego presidente de México. Podría no ser el mejor de los que compitieron, pero lo perfilaron, lo formaron y capacitaron para dar batalla electoral. Su exclusión, a la que considera traición, le da derecho a participar en la contienda electoral del 2024 pero con otros colores. Y no, no tiene posibilidades de ganar, tal vez no se lleve a muchos morenistas ni le haga mucho daño a la franquicia guinda, pero minará de forma importante la confianza en MORENA.

A nivel nacional, el partido en el poder resentirá las malas decisiones de la cúpula partidista y si bien tiene amplias posibilidades de ganar la presidencia de la república, en Tlaxcala y en algunos municipios del estado no hay muchas garantías y hay serias y razonables dudas respecto a seguir confiando en MORENA. Hay desencanto, frustración, enojo; hay sospechas de corrupción, de impunidad y abusos y eso, eso se paga muy caro.

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