Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
La criatura política recién parida parece más la suma de todos los miedos, o de todas las ambiciones, que una propuesta u opción electoral. Y hasta podría representar una suma de todos los odios de la sociedad por agravios reales o supuestos cometidos por los gobiernos emanados de esos institutos políticos que ahora en vez de asociarse pareciera que se confabulan.
La agrupación de PRI, PAN, PRD PAC y PS en una sola fuerza no se entiende como una opción de democracia, sino como una ambición unificada, como una idea de arrebatar el poder. Su origen y objetivos no son aceptados por la sociedad como estos entes lo quisieran, la gente no los ve como una posibilidad ni como algo natural en la medida en que presuntamente representan la derecha, la izquierda y el centro. La suma de todas las fuerzas es igual a cero, a nada.
¿Para qué tantos partidos si al final acaban haciéndose uno sólo? En la repartición del pastel, si acaso llegaran a ganar la gubernatura, se encuentra parte de su fracaso como gobierno. La mega alianza no tiene posibilidades de triunfo porque también aglutina la animadversión ya casi natural de la sociedad hacia esos partidos.
La aparición de este engendro en el escenario político electoral tlaxcalteca sólo viene a enrarecer y a sumar confusión e incertidumbre al ya de por sí desordenado proceso comicial del 2021. En algunos municipios empezaban a darse los acuerdos y a concretarse alianzas locales, había negociaciones y se perfilaban como candidatos los mejores ciudadanos. Pero la mega alianza rompe equilibrios, lealtades, posibilidades.
Que no quede duda, la alianza de varios partidos, efectivamente, puede venir a sumar votos para una causa en común, pero también va a sumar deserciones de quienes vieron frustradas sus aspiraciones. Habrá resentidos. Habrá rompimientos. Las traiciones por venganzas y el cobro de facturas. Hasta ahora algunos entenderán que en política la lealtad no vale nada.
Pero nadie tiene las cosas fáciles. El enemigo a vencer, el odiado enemigo, MORENA, también se debate en la lucha interna. Hay confusión en sus élites y militantes. No hay nada claro para nadie pues la batalla femenil desde la cúspide les impide pronunciarse o inclinarse hacia algún lado. Si bien Lorena Cuellar Cisneros aparece como la candidata natural, Ana Lilia Rivera y Dulce Silva vienen a dar certeza a la idea de que el peor enemigo está dentro, es de la misma naturaleza.
A MORENA se vienen a arrimar desde los más apasionados, declarados y recalcitrantes priistas, panistas y perredistas, hasta gente sin oficio ni beneficio que sólo quiere hacer presencia para negociar. En cada municipio el partido en el poder tiene hasta 12 aspirantes y eso le resta seriedad y confianza al morenismo. Sus métodos de elección de candidatos los ha entrampado e ir por encuesta para designar abanderados es tanto como darse un tiro en el pie: la oposición va a participar y a colocar al más débil y tener garantía de derrota.
Sí, la mega alianza se ve enorme, grande, poderosa, pero no da confianza, no da indicios de ser una organización a favor del pueblo. Más bien la sociedad la observa como una pesadilla o una mezcla de resentimientos y ambición por el poder y el dinero, en tanto que a MORENA, la gente lo ve como una trampa para que en ahí se enquisten los mismos que son ejemplo de podredumbre política y gubernamental. MORENA no ha hecho un buen trabajo en Tlaxcala. Los diputados emanados de él son referencia de ineptitud, arrogancia, corrupción e impunidad. Sus regidores son letra muerta.
En ese sentido, se augura para la mega alianza un camino difícil hacia su derrota y a MORENA, un andar pesaroso hacia un magro y débil triunfo. La política en Tlaxcala nuevamente da el ejemplo de descomposición social y eso, eso no lo merecemos los tlaxcaltecas.