¿Más de lo mismo?

Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista

A los personajes que ganaron en las elecciones recientes habría que darles el pésame en vez de felicitaciones. Acabada la luna de miel con los votantes que los llevaron a la victoria, los futuros mandamases se enfrentan ahora a la cruel realidad que dista mucho de aquel discurso alegre y de logros posibles como por conjuro. Empiezan a ver las cosas de otra forma, de una forma muy difícil.

Y la sociedad empieza a sentir la resaca de una fiesta electoral en la que también le dieron rienda suelta al discurso que los aspirantes querían escuchar. Colmaron las plazas y recibieron en reuniones familiares a los candidatos haciéndoles creer que eran los elegidos. Por público no paramos: no hubo plaza que no se llenara ni político que no juntara tantas personas como para que se creyera el futuro ganador; la gente también aprendió a mentir.

Y esa sociedad ahora, a la luz de la realidad, de la siempre cruel y cruda realidad, ve con preocupación y casi con mucha certeza que el mundo de fantasía prometido hasta el cansancio, que el juramento de las promesas de seguro cumplimiento se cae a pedazos y ahora ya se duda de que sea real tanta belleza jamás podría traducirse en hechos, pero pues ya ni cómo o para qué quejarse.

Me explico: en el discurso, en el proyecto ofrecido al respetable, en la promesa obligada, en la búsqueda del voto se dijo de todo y se comprometió mucho sabiendo que era muy poco probable que se pudiera cumplir. Y eso siempre lo supieron electores y candidatos. Pero así era el juego, ese es el guion ya escrito y aprendido por ambas partes. Finalmente, alguien tuvo que ganar las elecciones y ese alguien ahora no sabe qué hacer con el tigre que se sacó en la rifa el pasado 2 de junio.

Fueron tantos los compromisos que tuvieron que hacerse para ganar que ahora se ve que es imposible cumplirlos; son tantos los arribistas, los familiares, los compadres, los recomendados, los ahijados y los líderes a quienes hay que tener quietos con un hueso, que será prácticamente imposible gobernar… la obra, el servicio, la inversión, la infraestructura solicitada, necesaria y urgente, puede esperar, debe esperar, tiene que esperar.

Por esos muchos orificios, o baches o compromisos personajes se van a ir los discursos y las buenas intenciones. Luego entonces, esa promesa, ese proyecto de ensueño, ese programa envidiable, ese cambio tan soñado, no se van a cristalizar. Eso de no robar, no traicionar y no mentir tiene que seguir siendo discurso y tiene que posponerse indefinidamente.

De acuerdo a la apreciación de destacados y experimentados ciudadanos del municipio que usted me indique, quienes llegan no tienen ni la mínima posibilidad de hacer realidad el sueño de un cambio, de un despegue histórico, de una administración ejemplo de honradez, eficiencia y eficacia. Dicen que los triunfadores están llamados a ser un gobierno municipal como los anteriores y los pasados pues en la victoria están los mismos de siempre con los mismos vicios y limitaciones.

Lo que podemos escuchar en las calles y en las charlas de café, es que, si en las presidencias municipales se vislumbran administraciones representantes de lo mismo de siempre, en el congreso del estado se prevé otra legislatura subordinada al poder ejecutivo y unos diputados improductivos con nulo proyecto de trabajo al servicio del pueblo. Eso dicen quienes observan a los personajes encaramados en poder por el poder de la franquicia MORENA.

Puede que estos malos augurios o malos deseos se traten de versiones provenientes de ardidos perdedores o de fanáticos pertenecientes a partidos políticos derrotados, pero hay en esas voces cierta verdad e irrefutable dosis de realidad que se cierne sobre el estado que, en última instancia, puede y debe ser conjurada con buenos gobiernos de excelentes resultados, aunque…

De cualquier forma, una parte de la historia está escrita y otra, apenas se vislumbra y el deseo sano y positivo es que las próximas administraciones municipales no sean más de lo mismo y que nuestros nuevos o reelectos diputados locales no sean la versión repetida de legislaturas pasadas. A nadie nos conviene que las cosas sean iguales o peores.

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