Bernardino Vazquez Mazatzi
Escritor y Periodista
Dicen, y dicen bien, que en el transcurso de la historia, las mujeres que han cambiado al mundo no han mostrado ninguna otra cosa que inteligencia. En términos generales, las mujeres que han destacado en la historia reciente de la humanidad no han hecho uso de la violencia y han conquistado espacios o derechos sin arriesgarse ni poner en peligro la integridad de sus semejantes o el patrimonio de las familias. Simplemente han hablado, y han sido escuchadas.
La historia que está escrita con letras imborrables y que no permiten confusiones o dudas, nos dice que en el pasado las mujeres se han organizado de tal forma que han logrado victorias que han reivindicado sus derechos, que les han permitido la obtención de beneficios y espacios y que para ello les ha sido suficiente su capacidad de comunicación, sus habilidades para hablar y hacerse entender, su nivel de inteligencia y sus razones para exponer sus necesidades de igualdad en todos los ámbitos sociales, su derecho a la vida y a la no violencia y con ello han avanzado aunque no de forma definitiva ni suficiente pero en ningún momento de ese proceso de lucha y sacrificio han sido o han preferido ser victimarias.
Las luchas y las conquistas de las mujeres del pasado han costado vidas, libertades, desapariciones, castigos, exclusión, desapariciones forzadas y violencia en todas sus aberrantes formas. Pero el resultado ha sido el cumplimiento a sus dignas y justas demandas en vez de más violencia, han obtenido como recompensa la conquista de la justicia por derecho y no por la fuerza, han hablado para darse a entender más que usar la agresión para comunicar… han sabido esperar tiempos y formas en vez de hacer uso del chantaje y en lugar de vender una ideología disfrazándola de lucha social.
Definitivamente la violencia es un camino equivocado, es la peor forma de exigir un derecho y es la manera menos inteligente para pretender alcanzar igualdad o alguna forma de derecho. El uso de la violencia de supuestas o reales activistas o de feministas de ideologías inventadas ex profeso no indica otra cosa que falta de imaginación e inteligencia para explicar qué y cómo y para qué. El primero en hacer uso de la violencia es el primero en reconocer su incapacidad o imposibilidad para hablar, para negociar, para conciliar, para acordar…
De cualquier forma la violencia genera más violencia; promueve animadversiones, inventa enemigos y agravios, crea resentimientos y odios y promueve las venganzas. Nunca en la historia de la humanidad la violencia, viniere de donde viniere, ha reivindicado derechos o ha alcanzado la paz, no sin antes dejar su estela de muerte, de dolor, de sangre y lágrimas, elementos estos negativos y sello de intransigencias, de abusos e ignorancias de ida y vuelta, de actitudes absurdas de los unos y los otros y de estupidez de las partes. Nunca la violencia será el método, el objetivo, la fórmula ni el objetivo.
Los ideales y los más nobles propósitos, las más justas demandas, la exigencia por mejores condiciones de vida o de trabajo y la urgencia de poner fin a la violencia hacia la mujer se mancha con la violencia que ejercen y promueven aquellas y aquellos que exigen paz. Es incongruente, inmoral, absurdo e incomprensible que la mujer exija respeto lesionando a otra mujer, humillando a un ser de su mismo género, negando la vida a otro ser de igual sexo… la violencia es la cúspide de la sinrazón, la muestra fehaciente de que la raza humana puede tener mayor tecnología, pero menos inteligencia.
El rechazo a toda forma de violencia debe ser general sin que ello represente el rechazo a las demandas justas. Se trata de inventar otra forma de protestar o de hacerse entender. No se trata de claudicar, no se propone ceder, no se sugiere permanecer conforme con la situación de violencia y olvido… sino de luchar de forma efectiva e inteligente promoviendo la paz y la concordia, elementos necesarios, suficientes e ideales para darse a entender. Hay que impedir que la mujer siga siendo carne de cañón, que siga siendo utilizada con fines políticos y para atacar regímenes y gobiernos, para ya no permitir seguir siendo las víctimas que victimizan, las que violentan para protestar por la violencia.
Las mujeres que genuinamente buscar erradicar la violencia no la utilizan, las que gritan sus derechos no lanzan alaridos acusadores, sino que educan y promueven la igualdad en los hechos, las mujeres que quieren paz no hacen la guerra: piensan, son empáticas, usan la inteligencia y no muestra otra cosa que la conciencia.