Bernardino Vazquez Mazatzi/Escritor y Periodista
La opinión de muchos, incluso de la mayoría, no necesariamente es la razón, de la misma forma que lo legal no precisamente puede o tiene que ser lo justo. Así, la presión que ejercen los permisionarios y líderes del transporte público no tiene por qué ser obligatoriamente una necesidad, exigencia o petición de los usuarios. Los transportistas hablan por sus intereses más no de los requerimientos o las expectativas de la población en materia de movilidad.
Muy lejos de lo que esperaban los hombres del volante, sus acciones de protesta y presión llevadas a cabo en días pasados en la capital tlaxcalteca, recibieron el rechazo del 90 por ciento de la población tlaxcalteca y casi en el mismo porcentaje manifestó su respaldo a las plataformas digitales de servicio público de pasajeros, argumentando que el servicio de los primeros tiene mucho qué mejorar y el de los segundos que es una opción y una expresión de modernidad, aunado a que es más barato, eficiente y de mejor calidad.
Como quiera que sea, el usuario, que es el que paga, el que exige y merece excelencia o cuando menos un servicio bueno, es el que señala las deficiencias y errores de los empresarios y acusa prepotencia, malos modos, cobros excesivos, ineficiencias, abusos, unidades en mal estado y personal agresivo en casi todas las rutas y líneas en el estado. La gente no está de acuerdo con las empresas monopólicas que dominan rutas inexpugnables y prohibidas para otros y que defienden sus intereses a sangre y fuego sin que estén obligadas a mejorar como reciprocidad.
Es muy sospechosa, por decir lo menos, la forma en que de manera casi inevitable u obligatoria y sin alternativas opera la empresa ATAH a nivel regional sin que haya ley ni autoridad que ponga fin a sus abusos y pésimo servicio. Este pulpo camionero está por encima de normas y leyes, de necesidades y personas y hasta ahora, no hay quien decida lo contrario a sus intereses.
En las comunidades de las faldas de la montaña ocurre algo parecido. Las empresas que prestan el servicio lo hacen de manera monopólica; lo mismo en Contla de Juan Cuamatzi, que en Amaxac, Santa Cruz Tlaxcala, Cuahuixmatlac, Muñoztla, Tetlanohcan y Teolocholco sólo por mencionar sólo algunos destinos en donde es una sola la línea que presta el servicio y que es en algunos casos extremadamente deficiente.
En muchos casos el personal operario es grosero, vulgar, sin aseo personal y con el mínimo espíritu de servicio o atención y educación al usuario que es de quien come y a quien se debe. Hay caso en los que cambian de ruta o la deja inconclusa abandonando al pasaje en donde se le dé la gana. Se queda con el cambio que no por ser poco, un peso, deja de ser irregular. Y ni hablar de casos en los que el chofer conduce alcoholizado o fumando y diciendo groserías a un inevitable acompañante igual de vulgar. No hay que olvidar ni negar que muchas unidades circulas con sobre cupo llegando el caso en que una combi con capacidad para 20 personas, traslada a más de 35. Y de eso ni las autoridades se enteran.
En cuanto al servicio de taxis, la opinión mayoritaria es que su servicio es, en muchos casos, muy caro, deficiente, selectivo y sin la calidad que debería estar acorde a los precios por dejada. Lo del taxímetro es una mala broma o una ocurrencia cuyos objetivos nacieron muertos. El personal que opera los autos de alquiler conocidos como sitios, en algunas ocasiones, se comportan de manera grosera y hasta agresiva lo que hace suponer ausencia de compromiso, de educación y voluntad.
El conflicto entre la autoridad de comunicaciones y transportes de Tlaxcala y los permisionarios o empresarios del sector no debe resolverse mediante amenazas, chantajes, presiones o bloqueos, sino a través de la mejora del servicio, con el fin de exigir lo que se da y abriendo las rutas a la competencia; de no ser así estaríamos ante un juego de vencidas en donde el único que va a perder es el usuario que no tiene la forma de defenderse. Es tiempo de impedir una tragedia eliminando el amontonamiento de personas dentro de una combi.
Es necesario, más que capacitación, concientización al operador y al permisionario; hay que involucrar más a los empresarios y a las autoridades en las necesidades y expectativas de los usuarios y abrir a otras líneas los derroteros ahora exclusivos… hay que inducir a los taxistas a subirse a la modernidad de las plataformas en vez de atacarlas. Nadie les ha dicho que no.
De lo contrario la sociedad sólo estaría viendo otro capítulo de una historia que no lleva a ningún lado pero que afecta a las mayorías.