Los que se niegan al cambio

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y periodista

Cuando no hay objetivo ni claridad en el rumbo, el cambio genera incertidumbre y confusión al momento de tomar decisiones, en el instante de enfrentarse a una realidad no visualizada y para la cual no se tienen planes alternativos. En México, para algunas autoridades de cualquier nivel de gobierno, el cambio representa la oportunidad para expresar temor y para exponer la incapacidad para enfrentar retos, inercias, costumbres y actitudes nocivas en el ejercicio del poder.

Si bien se ha hablado mucho, hasta el cansancio, de la necesidad modificar para mejorar las actitudes, modos y formas de ejercer el poder y de mejorar la relación del gobierno con la sociedad, de poner fin a la incompetencia, el despotismo, el nepotismo, al tráfico de influencias, la corrupción y la impunidad entre otras formas de cáncer, en el mismo poder se desarrolla una abierta oposición al tan mentado cambio y desde los sótanos de la política se programan nuevas y más sofisticadas formas de hacer fracasar esa propuesta de cambio que sin duda, debería ser necesaria, urgente e impostergable.

Desde cualquier nivel de gobierno hay acciones y omisiones que frenan abiertamente los intentos y las intenciones por poner en práctica los proyectos que lleven a la sociedad mexicana a otros niveles de civilidad, de ejercicio del poder, del manejo del dinero público, de poner fin a lo que nos dibuja de cuerpo entero como gobierno y como sociedad: la corrupción y la ineficiencia y la ineficacia.

Para muchos dentro de la administración pública ya sea en la gubernatura, en los municipios, en las presidencias de comunidad y entre los integrantes del poder legislativo estatal y federal, estar en un puesto representa la oportunidad de enriquecimiento y de hacer uso del poder en beneficio propio. A la ineptitud, le suman la ambición desmedida.

Queda claro que para algunos funcionarios públicos la idea de una cuarta revolución o cuarta transformación no tiene sentido ni objetivo. Se han enquistado en el poder con la seguridad y garantía de la impunidad y no se han tomado la molestia de indagar qué onda con la posibilidad de hacer un cambio en la actitud y los modos y formas de hacer gobierno honrado, justo, progresista, transparente, eficiente y que permita llegar a mejores estatus de civilidad, progreso y consciencia social.

Muchos y muchas ignoran la enorme oportunidad que se nos presenta como cultura y sociedad en estos momentos de afectaciones por la pandemia. Algunos ignoran, por falta de iniciativa para investigar, qué quiere decir o significa la cuarta transformación, otros la ignoran a conveniencia, otros se oponen a ella y algunos otros, promueven su ignorancia y hasta fomentan su oposición. Los hechos así lo demuestran.

Desde las presidencias de comunidad cuyas autoridades surgieron de los partidos políticos, los regidores de cualquier color y hasta los presidentes municipales y algunos secretarios del gabinete estatal, hay una oposición velada de aprovechar el tiempo y el espacio que les ha confiado la sociedad para cometer actos contrarios a la filosofía de cambio que exige de forma urgente el país y las actuales circunstancias económicas, políticas y sociales de esta gran nación.

Cierto, hay también valiosos ciudadanos que desde esos niveles de gobierno son el ejemplo de lo que debe hacerse y lo que no, para sacar adelante a Tlaxcala y a México, aunque por desgracia son pocos, demasiado pocos y en algunos casos, no están en lugares de toma de decisiones como para reflejar un cambio con sus acciones. Hay que reconocer que hay funcionarios de elevado nivel de conciencia y de sobrada voluntad que han entendido lo que significa el compromiso, derecho y obligación por sacar adelante a nuestra cultura sacudiéndole esa trágica imagen de un pueblo sin remedio.

Por lo demás, habremos de ver y conocer de actos y omisiones de gente que desperdicia la oportunidad de un cambio de forma y de fondo que le dé otro sentido a la administración pública y otorgue mejores posibilidades de desarrollo al pueblo en lo colectivo y en lo individual. Las malas decisiones y el abuso del poder van a seguir apareciendo en el escenario estatal para decepción del pueblo y para muestra de que la cuarta transformación o la oportunidad de cambio, no han sido entendidas.

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