Los conflictos que vienen

Bernardino Vazquez Mazatzi/Escritor y Periodista

En los días recientes ha estado circulando información relacionada con el no pago de cuotas escolares, confundiendo a los padres de familia que habrán de enfrentar la realidad al momento de inscribir o reinscribir a sus hijos en las escuelas de todos los niveles.

Si bien es cierto que las autoridades educativas insisten en que las cooperaciones son voluntarias o, en su defecto, que no son obligatorias o que son contrarias a la ley o que no deben condicionar ni la entrega de documentos a los que egresan ni la matrícula para los de nuevo ingreso, las participaciones económicas sí sin forzosas y de cumplimiento inexcusable pues estas no están dirigidas a la educación de los estudiantes, sino a la conservación de los planteles o dirigidas a otras actividades de todos modos relacionadas con su estancia en la escuela.

En los próximos días, al momento en que los tutores acudan a inscribir a sus hijos, se encontrarán con la sorpresa de que eso de que no habrá cooperaciones obligatorias en mero discurso pues a la entrada de las instituciones educativas habrá una cartulina indicando el monto a pagar. Y eso no está a discusión. En algunos casos ni siquiera la cuota fue puesta a consideración en una asamblea. Ahí habrá no sólo paterfamilias intransigentes, sino hasta directivos que amenazarán con no aceptar al niño en el plantel si no antes se paga esa “aportación voluntaria”

Se van a basar en la aportación del ciclo lectivo anterior y en el mejor de los casos será igual pero, en la mayoría, será apenas un poco más alta, tomando en cuenta el incremento en los productos o servicio que se van a adquirir para complementar la instrucción. Así es que vayamos esperando aportaciones que van a ir de los 700 a los 1 500 pesos por padre de familia o en el colmo de los abusos, por alumno. Eso de que no es obligatorio es puro discurso.

Porque las autoridades educativas, soslayando la problemática, no tienen conocimiento de que en el kínder los pequeños utilizan pinturas, papel, adhesivos, palillos, tijeras y un sinnúmero de objetos que los padres de familia deben comprar con el producto de las cooperaciones. De ese dinero se va a tomar para el día del niño, el día de la madre, el día de muertos, Navidad, clausura de cursos, convivios y festivales entre otros. En las primarias el asunto va en el mismo sentido.

Así que la mal entendida educación gratuita es en realidad un gastadero de dinero porque los afligidos papás deben además adquirir, como siempre al cuarto para las doce, los uniformes que son varios: el de gala, el deportivo, el “del diario” y el de la escolta si es el caso. También deben desembolsar considerables recursos para adquirir los útiles que en la mayoría de los casos son los más inútiles. La “lista” contiene un sinfín de productos y objetos algunos de los cuales los estudiantes jamás van a ocupar. Como ejemplo los diccionarios, desde los más elementales hasta los técnicos y todo para que al final, los jóvenes de secundaria y preparatoria acaben expresándose en un lenguaje vulgar y ofensivo.

Las cuotas escolares obligatoriamente van a terminar en conflicto. Por un lado porque el monto va a parecer absurdo y excesivo y por el otro, porque los comités anteriores en muchos casos no han rendido corte de caja, o porque no están conformes con los gastos, o porque hubo injerencia de los directores y maestros a los que los papás acusan de quedarse con parte de las cooperaciones. Al continuar las expresiones de molestia, habrá toma de planteles y hasta golpes y demandas penales por supuestos o reales abusos.

Para abonar a la desconfianza o para predisponer a los paterfamilias a la confrontación, se han estado publicando avisos en los que se exhorta a los padres de familia a no dar cooperaciones en las escuelas; las autoridades han dado a conocer más por protagonismo que por orientar, que están prohibidas las mismas e incluso que no deben condicionar la inscripción de ningún alumno a ningún plantel de educación pública en el estado. Desde el escritorio las cosas se ven diferentes, pues la realidad está en las escuelas.

Y puede haber bonitos discursos y buenas intenciones en materia de educación en México y Tlaxcala, pero mientras no se ponga fin a este tipo de conflictos gratuitos, no se puede hablar de avances o modernización en la materia.

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