Por: Alejandro López Bonilla
En toda democracia moderna ha sido saludable el que exista una pluralidad en los partidos políticos.
Muy independiente de la gran cantidad presupuestaria que les asigna las instituciones electorales, para el caso de México el Instituto Nacional Electoral (INE), a sus prerrogativas, gastos de campaña o el dinero privado para financiar campañas por debajo de la mesa, es sano el que muchos partidos políticos aparezcan en las boletas electorales.
Los desafíos para poder conglomerar toda especie de pensamientos, ideologías, objetivos y recetas para un mejor estado conllevan a que los partidos políticos se multipliquen y se creen nuevos.
El planteamiento es fácil, si tú no te sientes identificado con algún partido político es bueno que se creen nuevos para que puedas pertenecer a alguno, con base en tu preferencias. O, también, participación por la vía independiente.
Sin embargo, muchos de los partidos políticos que han transcurrido en el estado mexicano moderno han perdido su registro ya que no han encantado la pupila de la ciudadanía.
Su escasa estructura, propuestas no tan relevantes o, tal vez, los pésimos candidatos que han surgido traen como consecuencia que el elector se decante por “los mismos de siempre”.
Pero, el intento de establecer una nueva forma de pensar sobre la “cosa pública” seguirá. Repito, sin tomar en consideración la corrupción de algunos partidos o del fallido mensaje político que nos presentan. En el pasado se eliminó el partido unitario para dar apertura a la pluralidad partidista, eso oxigenó a nuestra democracia mexicana.
Ahora va otra parte; considerar la pluralidad de candidatos es igual de bueno que en los partidos. Solo imaginemos los escenarios que han tenido las elecciones anteriores. Por ejemplo, en las elecciones pasadas, del año 2018, solo tuvimos elección a escoger a 4 candidatos a la presidencia de México: Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya, José Antonio Meade y “El Bronco”, el independiente.
Supongamos que el mismo escenario se nos presenta sobre la mesa en las elecciones de los estados que jugarán en el 2021. ¿Se imaginan que para candidatos, a diversos puestos, solo tengamos que escoger entre 2 o 3 y que ninguno nos endulce el lápiz para tacharlo en la boleta?
Eso trae como consecuencia una baja participación electoral y el incremento en el voto nulo. En efecto, si solo tenemos pocas opciones de candidatos lo mejor que se puede lograr es que mejoren sus propuestas, sean una alternativa a los gobiernos actuales o, en su caso, generar nuevamente un voto de confianza para fortalecer más el periodo del partido en el poder.
Repito nuevamente, muy aparte de lo malo de algunos partidos políticos y sus candidatos, debemos nosotros como sociedad civil el de perfeccionar los mecanismos de presión para que hagan nuevas propuestas de campaña, exijamos que cumplan lo prometido y seamos la piedra en el zapato cuando los gobiernos se hagan “de la vista gorda”. Lo recomendable es generar participación ciudadana mediante las comunidades en apoyo a algún candidato en específico y apoyarlo cuando llegue al poder.
Asimismo, participar en las elecciones, no anular votos o seguir fomentando la escasa participación electoral. Incrementar la democracia moderna, la gobernanza y mejorar los mecanismos de participación ciudadana es un reto no solo para México, sino para todas las democracias en el mundo.
El gran reto se avecina en el 2021; hagamos que ganen los mejores candidatos y partidos políticos.