Lo que se ve en el cielo de nuestra Historia Nacional
La primera semana del último mes del año, está cargada de un contenido histórico muy interesante; podría decirse deslumbrante y conmovedor; desde el día uno al siete se despliega una serie de fechas históricas, que como cauda de una estrella fugaz nos deja trazado el paso de la historia nacional desde sus remotos orígenes hasta la época actual.
Esta semana nos recuerda las cuatro etapas fundamentales que ha recorrido en su devenir nuestro país; el dos de diciembre de 1547 murió el Marques del Valle, Don Hernán Cortés; casi tres siglos después el uno de diciembre de 1810, Miguel Hidalgo organiza su gobierno, otorgando nombramientos a varios personajes destacados del movimiento y entre los días cinco a seis de diciembre del mismo año, prohíbe el arrendamiento de las tierras comunales y ratifica la abolición de la esclavitud; el dos de diciembre de 1867 una vez derrotada la invasión extranjera entra en vigor la Ley de Instrucción Pública y se crea la Escuela Nacional Preparatoria mientras que el día siete de ese mismo año Benito Juárez lanza el decreto para restablecer el nuevo Colegio Militar una vez derrotado el Imperio de Maximiliano y vista la necesidad de contar con un ejército profesional y leal a la patria; años después el tres de diciembre de 1914 se instala en la ciudad de México el gobierno provisional de la Soberana Convención Revolucionaria, presidido por el general Eulalio Gutiérrez; el cuatro de diciembre también de 1914 se firma el pacto de Xochimilco entre Francisco Villa y Emiliano Zapata, sellándose así una fraternal alianza entre los dos ejércitos campesinos y dos días después, el seis de diciembre las tropas de los generales Emiliano Zapata y Francisco Villa ocupan el Palacio Nacional. Finalmente como un pequeño destello, señalando una etapa que está por venir, la del proletariado consciente, se consigna la fecha del 7 de diciembre de 1930, la muerte de Jesús, hermano de Enrique y Ricardo Flores Magón.
Las etapas de La Colonia, La Guerra de Independencia, La Reforma y finalmente la de la Revolución Mexicana, están plasmadas en los siete días con los que el año empieza a despedirse, brillan en el firmamento histórico cual señalando la senda recorrida y recordando a los nuevos mexicanos que todavía nos queda mucho camino por recorrer. Hay mucho que decir y mucho que aprender de cada una de estas etapas, pero atendiéndonos a que la historia ya es una ciencia, podemos decir en resumen que los siglos hasta aquí transcurridos son la historia de la lucha de clases en México.
En la última etapa vemos hacer su aparición en el escenario nacional a la clase burguesa mexicana con la mayoría de edad necesaria y suficiente claridad de sus metas como para asumir el control económico y político de la nación, se cuenta que Álvaro Obregón jactándose de su buena vista, decía que él desde la municipal de Huatabampo Sonora, pudo ver la silla de Palacio Nacional y ya se sabe que la alcanzó en 1920, ocho años después de haber sido presidente municipal.
Al mismo tiempo, en esta etapa como en las otras, vemos a las clases proletarias jugando un papel decisivo, pues fueron quienes con las armas en la mano o tan solo con la fuerza de sus brazos impulsaron hacia adelante el movimiento social pero al final quedaron en su misma situación de explotados; Villa y Zapata, auténticos representantes de la gente pobre, no aspiraban a más que a lograr justicia social para el pueblo, se estrechan las manos en Xochimilco con la sinceridad que lo hacen los hombres del pueblo, Zapata le ofrece una copa a Villa y este se rehúsa a tomarla pues se dice que la única bebida extrema que ingería eran las malteadas de fresa, ante la insistencia se bebe el contenido de la copa y sufre un acceso de tos; luego acompañados de sus ejércitos se dirigen a Palacio Nacional, entran al recinto cargado de impresionante atmosfera histórica y como dos turistas se toman la foto, se dice que sus comentarios fueron los de dos hombres sinceros y sencillos del pueblo, aceptando que el gobierno lo debían ejercer los licenciados y por su propia voluntad se salieron del Palacio, para ser asesinados unos años después por quienes sí sabían qué hacer con el gobierno.
Casi cincuenta años después de que Villa y Zapata en la sede del gobierno federal se tomaran esa foto histórica, otro hijo del pueblo haciendo uso de la pluma que en ocasiones también puede considerarse un arma de guerra, escribió su célebre obra titulada “Ensayo sobre un proletariado sin cabeza”, en el que afirma que en México los pobres, es decir la clase proletaria, necesitan “una cabeza” para poder asumir el poder político y gobernar en su propio beneficio, cosa que hasta la fecha no ha ocurrido. La cabeza a la que se refiere José Revueltas, quien es el autor del Ensayo, no es la de un humano ilustrado, sino la de un colectivo que en representación de toda la clase proletaria asuma la tarea histórica de construir una sociedad más justa. Ese colectivo no es otra cosa que el partido político, un partido donde se agrupen los elementos más conscientes y más enérgicos de la clase social armados con la teoría necesaria para poder transformar creativamente la realidad que vivimos. Dese mi punto de vista creo que Revueltas tenía y tiene razón, la construcción de un partido político de la clase proletaria en México es necesaria y todavía está por hacerse.
Los que actualmente nos gobiernan no son representantes de la clase proletaria y eso se puede entender fácilmente cuando los vemos actuar organizando bodas millonarias en lugares sofisticados, o acudiendo a eventos deportivos como el de la fórmula uno, o viajando en aviones particulares a diversas partes del mundo y más todavía lo podemos entender, cuando los vemos durmiendo en su curul de palacio legislativo, o aprobando leyes que atentan contra los derechos conquistados a través de años de lucha social, o como lo vimos últimamente con la aprobación de un presupuesto nacional que no garantiza la atención de necesidades tales como educación, alimentación, vivienda, medicina que requiere la población. Lo ocurrido en tiempos de Villa y Zapata fue una tragedia; lo que está ocurriendo actualmente con el gobierno de la “cuarta transformación” es el reverso de la tragedia, es una comedia bien orquestada, pero esa comedia nos puede conducir a otra tragedia. Aún estamos a tiempo de impedir que eso suceda, construyamos el partido de la clase proletaria, que este partido convoque a toda la nación para formar una oposición responsable consciente y constructiva de forma que el país tome rumbo por una senda de progreso con justicia social.
Aunque esto suene a literatura de las mil y una noches, es decir, trasnochada, lo digo, lo sostengo y créanlo o no, eso va a ocurrir porque está escrito en el cielo de nuestra historia nacional. Vale.