Lo que más recuerdo es mi matrimonio y la comida del campo: Efrén

Por I. Carolina Campos

Cubierto con un jorongo café con grecas laterales y y sentado en su silla de ruedas, Efrén Rocha Pérez comparte con nuestros lectores de Ojo Águila parte de su vida, una vida de campo, de familia, de feliz matrimonio y una alimentación proporcionada con productos que da la naturaleza.

A sus 75 años de edad con un accidente que lo dejó con la amputación de uno de sus miembros inferiores, su cabeza cubierta con hilos de plata y en su rostro marcas de experiencia e historias vividas en sus años de juventud, que hoy son recuerdos que hacen latir su corazón y revivir momentos gratos, mismos que le acompañan en el lugar donde se encuentra.

Efrén acompañado de gente que le quiere, lo atiende y donde también está rodeado de personas que como él se acompañan y comparten sus anécdotas y experiencias, acepta contarnos parte de su vida y compartirla con nuestros lectores.

Efrén se encuentra en la Estancia de Adultos Mayores “Edad de Oro de los Abuelos San Judas Tadeo A.C., en Españita, donde recuerda sus años de juventud cuando soltero en obediencia a las órdenes de su padre, acudía al campó a llevar la yunta para surcar y preparar la tierra para una buena cosecha, con un suspiro y los ojos brillantes de recuerdos hermosos, trae a su memoria a su esposa Guadalupe y los platillos que más apetece como los quiltoniles o acelgas.

“Recuerdo mi matrimonio con Guadalupe Casas de Rocha, fui trabajador desde chavito, trabaje el campo, fui tlachiquero, fui pastor. Hoy si veo el campo pero ya no puedo salir solo, sólo que me lleven”.

Para tener una buena recolección de maíz, frijol, papas, habas, chilacayotes y calabacitas principalmente, es lo que obligaba a Efrén y su familia a levantarse a las 3 de la mañana y preparar la yunta y los burros. La mamá de Efrén preparaba memelitas mismas que Efrén y su padre iban comiendo en el camino mientras se dirigían a los cultivos.

Nuestro entrevistado recuerda que en su juventud, a diferencia de los tiempos actuales, no tenía tiempo ni para jugar, su tiempo estaba enfocado al trabajo a colaborar con sus padres en las jornadas diarias, a obtener buenas cosechas y a disfrutar de los manjares que la naturaleza entrega a quienes se esfuerzan en la producción de granos.

“…Me gustó mucho mi juventud, no teníamos descanso pero muy bonito nos la pasábamos, íbamos a tostar elotes y habas, andábamos trabajando y hacíamos día de campo trabajando, comíamos y luego continuábamos trabajando. Echábamos una rescoldada de papas con tortilla y sal y con un chile y sabia sabroso, hoy pone usted una papa y no se cuece. Antes mi papá nos llevaba el almuerzo, nos ponía la comida mi jefecita, nos hacia una memelas con salsa y nuestro café con leche, éramos y somos pobres pero nunca nos faltó nada, sembrábamos haba, frijol, maíz y de todas las semillas”.

A pesar de su condición física Efrén muestra una actitud positiva de la vida, acompañado de personas que le quieren y atienden en el lugar donde se encuentra rodeado de compañeros que también comparten con él sus anécdotas e historias de vida.

Me siento a todo dar, la comida la gente que nos atiende nos cuidan, a los que no podemos nos asean, nos cuidan para que no caigamos, me siento bien, son buenas personas, finaliza expresando agradecido.

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