La Pluma más Rápida
Pocos saben que con la llegada de Andrés Manuel López Obrador como Presidente de México, prácticamente se cerró la llave de los recursos, al menos eso sucedió para los diputados federales de San Lázaro, un acuerdo entre los morenistas para eliminar el ramo 23 conocido como el de los “moches”.
Cuando los legisladores supieron que ya no tendrían dinero para etiquetar obras públicas en sus estados, no tuvieron otra opción que aguantar, pues era una decisión presidencial, ya que ese dinero se destinaría para sostener los programas sociales de AMLO bajo la primicia de acabar con la corrupción que por años duró en la Cámara de la Unión, donde los priistas fueron por muchos años los grandes ganadores.
La medida de austeridad republicana molestó a cientos de diputados, ya que a los de la fracción de Morena se les aplicó también una reducción del 30 por ciento a su salario, quizá esto pudo haber generado el cambio de José Sosa Salinas mejor conocido como “Peleluche” al Partido Encuentro Social (PES), pues en el resto de los partidos no surtió efecto la disminución, quien por cierto ahora está en las filas del Partido del Trabajo (PT).
Ya decía un amigo mío, se trata de una Legislatura histórica porque la izquierda se posiciona como la primera fuerza en la Cámara con el triunfo de AMLO, pero el cambio social político tendría efectos colaterales donde sus huestes serían los sacrificados para lograr el inicio de llamada Cuarta Transformación.
Ahora sí, las y los diputados deberán hacer gala de su capacidad política, pues sin los recursos acostumbrados de la clase política, ahora, tienen que demostrar porque fueron elegidos como candidatos para estar en San Lázaro.
Aunque de los representantes de Tlaxcala, solo el morenista Rubén Terán ha dado cátedra en la máxima tribuna del país, que le ha valido el reconocimiento y respeto de sus compañeros, porque de los demás, solo exhibicionismo, ninguna propuesta, o bien, resultan ser un cero a la izquierda.
Querido lector, teníamos que dar el contexto de lo que ocurre a nivel nacional para llegar a la política local, pues ninguna legislatura se había asignado recursos para etiquetar obras en municipios o para aplicar al campo, por eso hablamos del pecado de las y los diputados porque no se cerró la llave de los recursos en Tlaxcala.
Esto no tendría problema alguno, pero cuando existen señalamientos directos de alcaldes hacia diputados de elevar cantidades de insumos, imponer constructoras o supuestamente pedir “moches”, entonces la corrupción que tanto pregona López Obrador no se ha combatido en uno de los estados que más votos le dio el primero de julio de 2018.
En las esferas nacionales no han faltado los comentarios que a la letra dicen: “De a ver sabido que aquí no había dinero (San Lázaro) mejor me iba de diputada local”, esa es la realidad con la creación de fondos, como el Programa de Resarcimiento a las Finanzas Municipales del Estado de Tlaxcala.
Aunque una cosa es cierta, hay obras que no se hubieran concretado en los municipios sin el apoyo de este fondo, pues difícilmente el gobernador Marco Antonio Mena desembolsaría más de 400 millones de pesos para este 2020, ya que ni a los alcaldes de su propio partido toma en cuenta, mucho menos en el ocaso de su gobierno.
Ya veremos si la próxima legislatura estatal corrige esta política, que lejos de ayudarlos solo ha puesto en duda su honorabilidad por las mismas prácticas en los mejores tiempos del PRI, que al final cansó a la sociedad en el siglo XXI.